Cuando Felipe abrió la puerta del clóset, descubrió que en ese armario también había encerrado las ganas de casarse, de formar una familia y de ser papá. Entonces, decidió que ya no iba a reprimirlas más. Así empezó la historia de la primera familia homoparental que realizó una adopción legalmente reconocida en México.
Corría el año 2011. Para entonces, Felipe Nájera, uno de los protagonistas de esta historia, ya era un actor reconocido. Había interpretado al director Pascual Gandía en la telenovela Rebelde. También había colaborado en producciones como Mujer, casos de la vida real, y todavía estaba por estrenar Mentir para vivir, proyecto que le valdría un reconocimiento como Mejor Actor Coestelar de los Premios TVyNovelas 2014.
Un año antes, en 2010, Felipe salió del clóset. Pero el proceso no fue sencillo. “Cuando se aprobó la ley de matrimonio igualitario, en 2009, yo escuchaba cosas terribles de distintas personas, de la Iglesia y de algunos políticos. Decían que no teníamos derecho, que éramos una aberración, que no era posible”, recuerda.
En aquella época, el caso de un actor que salía del clóset para casarse no pasó desapercibido. Pero lejos de incomodarse, Felipe y Jaime aprovecharon los reflectores para hacer visibles los derechos de toda una comunidad que había sido ignorada:
“Al salir del clóset públicamente, mi intención y la de mi esposo, Jaime, era hacernos visibles. Había que aprovechar los reflectores para decir que sí tenemos derechos y razones para exigirlos”, cuenta. Fue así como también decidió luchar por ser padre y formar una familia.
“Siento que como persona de la comunidad LGBT, yo guardé muchas cosas en el clóset. No solo guardé mi sexualidad, sino también el anhelo de ser papá, el anhelo de casarme, porque en la época en la que yo crecí, no existía la posibilidad de casarnos o de crear una familia. Eso no quiere decir que no hayan existido familias conformadas por parejas del mismo sexo, pero no estaban legalmente constituidas y reconocidas por el Estado”.
Precisamente serían Felipe y Jaime quienes lograrían ese reconocimiento por primera vez.
Los miedos también salen del clóset
Dos meses después de casarse, Felipe le propuso a Jaime adoptar a una niña. “Tomamos la decisión con mucho orgullo, con mucho gusto, con mucha dignidad, pero también con mucho temor de ver qué pasaba”, reflexiona.
El solo hecho de salir del clóset implica luchar contra una homofobia internalizada que Felipe trabajó creando un stand up llamado Te propongo matrimonio: Juan Gabriel y yo. Allí, el actor escenificaba la lucha contra sus propios demonios internos.
Pero al momento de decidir iniciar un proceso de adopción, esos miedos volvieron a salir a la luz:
“Donde más batallé fue al interior, con mis propios demonios, mis propios fantasmas, prejuicios y miedos. Por supuesto que en algún momento tuve miedo y dudé si estaba haciendo o no lo correcto. En este proceso de mi homofobia internalizada, tenía el temor de saber si mi familia podía vivir bien. Porque una cosa era que la ley estuviera del lado de nosotros. Pero de todas maneras, la realidad es distinta a la idealización y a lo que la ley dice”.
No sin miedo, Felipe y Jaime se atrevieron a recorrer un camino que nunca nadie había transitado antes: el de la adopción homoparental en México.
“Nos enfrentamos a algunas cosas no muy agradables, porque era lógico que las autoridades todavía no estaban preparadas”, recuerda. Por ejemplo, había solicitudes en las que tenían que incluir el nombre de papá y mamá. “Hubo que romper algunos paradigmas y prejuicios”, agrega. Pero todo valió la pena.
Haciendo historia: primera adopción homoparental en México
Tras año y medio de trámites, entrevistas, documentos, y burocracia, Felipe y Jaime lograron convertirse en padres.
“Nosotros habíamos solicitado adoptar una niña por nuestros propios prejuicios”, reconoce Felipe. “Si adoptábamos un niño, nuestro temor era que si él resultaba ser homosexual, eso diera pie al discurso de los grupos de ultraderecha y los grupos que están en contra del matrimonio igualitario y de la adopción”, explica.
Alejandra llegó a la vida de Felipe y Jaime hace 13 años. Al respecto, Nájera define la paternidad como el cariño, la disposición y la madurez para acompañar a su hija a lo largo de todas sus etapas de vida.
Actualmente, Ale es una adolescente que crece en una familia donde la base de la relación es la sinceridad y la confianza para tratar todos los temas con naturalidad.
“Por supuesto que hubo un momento en el que nuestra hija nos preguntó: ‘¿Dónde está mi mamá?’. Pero creemos que todo tiene que fluir con naturalidad y que hay que decir la realidad del contexto en el que vivimos como familia”, explica Felipe.
Abriendo el camino
En efecto, si hoy el tema de las familias diversas se trata con naturalidad, es en gran medida gracias a Felipe y Jaime.
Haber logrado la primera adopción homoparental en la historia de México tuvo un impacto para toda la comunidad LGBT.
“Empezaron a hablarnos para pedir ayuda de cómo hacer los trámites. Entonces, nos volvimos activistas y defensores de los derechos humanos porque la gente nos empezó a tomar como un referente”.
En las vueltas que da la vida, Jaime llegó a una posición en la que tuvo la posibilidad de mejorar las cosas para otras familias. Durante el sexenio anterior, se desempeñó como director general de Diversidad Sexual y Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad de México. Por ello, se volvió parte del consultivo que se encarga de los procesos de adopción en CDMX.
Al respecto, Felipe considera que actualmente existe una mejor atención para las familias que se acercan a adoptar. No obstante, reconoce que “todavía hay mucho que hacer”.
Lo cierto es que ese camino que Felipe y Jaime recorrieron por primera vez ya fue transitado por otras familias diversas que actualmente conforman una gran comunidad:
“Comenzamos a hacer redes de apoyo con familias homoparentales y lesbomaternales y fue ayudando mucho. Nuestrxs hijxs crecieron juntxs. Tenemos una red de apoyo de papás y mamás de la diversidad y es padrísimo”, finaliza.
Cortesía de Chilango
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