Durante siglos, la relación entre William Shakespeare y su esposa Anne Hathaway ha sido un terreno fértil para la especulación, el prejuicio y la imaginación romántica. Pintado por generaciones de biógrafos como un genio que huyó del campo y de su “carga” conyugal para buscar gloria en Londres, el Bardo ha sido retratado una y otra vez como un marido ausente, distante, casi despectivo. El escaso rastro documental de su vida privada —y, en especial, el escueto legado a su esposa en su testamento: “mi segunda mejor cama”— pareció bastar para cimentar el mito de un matrimonio infeliz.
Pero ese relato acaba de recibir un revés que obliga a revisar uno de los aspectos más íntimos de la biografía del dramaturgo más influyente de la historia.
Una carta que el tiempo escondió y la Historia recupera
En la tranquila biblioteca de la catedral de Hereford, una carta de principios del siglo XVII pasó inadvertida durante décadas, atrapada —literalmente— entre las cubiertas de un libro religioso publicado en 1608. Este volumen, impreso por el editor Richard Field, viejo conocido de Shakespeare y primer editor de su obra, escondía un fragmento de correspondencia dirigido a una tal “Good Mrs Shakspaire”. Durante años, este hallazgo apenas despertó interés académico. Los nombres y lugares mencionados no eran fácilmente identificables, y la asociación con el matrimonio Shakespeare parecía, como mucho, anecdótica.
Hasta que el profesor Matthew Steggle, de la Universidad de Bristol, decidió mirarla con otros ojos. Con una paciente labor detectivesca, apoyada en técnicas modernas de análisis paleográfico y la consulta de registros históricos, Steggle trazó conexiones que pocos habían considerado posibles. El resultado de su investigación, recientemente publicado en la revista Shakespeare, sugiere que la Anne Hathaway que recibió esta carta no solo vivía en Londres junto a su marido, sino que formaba parte activa de su vida social y financiera.

El Londres de los Shakespeare
La carta, escrita con una elegante caligrafía de la época, hace referencia a una disputa financiera vinculada con un joven aprendiz huérfano llamado John Butts. Su madre, según la misiva, habría solicitado apoyo económico a Shakespeare para la manutención del niño, sin éxito. Al no recibir respuesta favorable, el remitente se dirige a la esposa del dramaturgo, pidiéndole que salde la supuesta deuda de su marido.
Hasta aquí, parecería otro ejemplo más de la vida cotidiana en la Inglaterra isabelina. Pero el verdadero impacto radica en el contenido del reverso de la hoja, donde aparece un texto breve que podría ser una respuesta de Anne Hathaway. Aunque no firmada, ni confirmada de forma concluyente, el estilo y tono del texto permiten suponer que se trata de una réplica escrita por ella misma. En ese caso, estaríamos ante la única muestra conocida de la escritura de Anne, un hallazgo tan valioso como inesperado.
Además, la carta menciona que la pareja vivía en Trinity Lane, una calle del centro de Londres cercana a la catedral de San Pablo. Steggle identificó que, en ese periodo (entre 1600 y 1610), solo había cuatro matrimonios registrados con el apellido Shakspaire —una de las múltiples variantes del nombre— en la ciudad, y únicamente William y Anne habrían residido en esa zona concreta.
La conclusión es clara: los Shakespeare compartieron residencia en Londres durante un periodo mucho más amplio del que se había considerado hasta ahora.
Adiós al mito del esposo fugitivo
La idea de un Shakespeare emancipado de su familia, libre para vivir entre bastidores, tabernas y salones londinenses, fue alimentada durante siglos por biógrafos, críticos y artistas. Especialmente en el siglo XIX, este relato encajaba perfectamente con el romanticismo del genio solitario que sacrifica todo por el arte. En esa narrativa, Anne Hathaway era una figura casi secundaria, reducida a estereotipos que la describían como rústica, ignorante e incluso manipuladora. El propio hecho de que fuera ocho años mayor que su marido alimentó teorías sobre un matrimonio forzado.
Pero el hallazgo de esta carta dinamita esas suposiciones. Sugiere una relación más cercana, más cooperativa, donde Anne no solo acompaña a William en Londres, sino que participa en sus redes sociales y sus compromisos financieros. En otras palabras, se perfila como una socia en la vida real, no una sombra lejana.

Este nuevo enfoque también permite reinterpretar el famoso legado de la “segunda mejor cama”. Durante mucho tiempo se entendió como un gesto desdeñoso. Hoy sabemos que esa cama era probablemente la conyugal, un objeto íntimo que podría haber tenido más valor emocional que patrimonial. Si el matrimonio fue más cercano de lo que se pensaba, el testamento adquiere un nuevo matiz, más humano y menos polémico.
Este descubrimiento no solo impacta en el ámbito académico. También resuena con fuerza en las reinterpretaciones feministas y culturales recientes sobre la vida del dramaturgo. Obras como la novela Hamnet de Maggie O’Farrell o el musical & Juliet ya habían planteado un retrato más complejo de Anne Hathaway, alejándola del arquetipo pasivo e imaginándola como una mujer inteligente, con agencia y voz propia.
Ahora, ese ejercicio de ficción se ve respaldado por la historia documental. Por primera vez, el papel de Anne en la vida de Shakespeare se enmarca en un Londres en plena efervescencia cultural y política, donde ella no era una figura distante, sino parte activa de esa realidad.
Además, el hecho de que esta carta estuviera escondida en un libro impreso por un amigo y colaborador de Shakespeare refuerza la idea de una red densa de relaciones personales y profesionales en la que ambos esposos estaban involucrados. La historia que parecía terminada vuelve a abrirse, mostrando que incluso el pasado más examinado aún guarda sorpresas.
Una nueva página en la biografía del Bardo
El profesor Steggle ha sido claro: no se trata de una prueba concluyente que resuelva todos los enigmas de la vida privada de Shakespeare, pero sí de un punto de inflexión que obliga a replantear muchas de las suposiciones tradicionales. Y, sobre todo, abre una vía nueva para entender la figura de Anne Hathaway, tantas veces relegada a los márgenes.
En el fondo, esta historia habla de lo que la historia misma muchas veces olvida: las mujeres, sus voces, sus silencios forzados y su capacidad de reaparecer, siglos después, para reclamar su lugar. Anne Hathaway ha estado ahí todo el tiempo, en los márgenes, entre las costuras de un libro antiguo. Hoy, por fin, su voz comienza a escucharse.
Referencias
- Diamond J. Letter reveals Shakespeare did not abandon his wife. BBC News. Consultado el 4 de mayo de 2025
Cortesía de Muy Interesante
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