Strauss viaja al espacio: el vals más famoso del mundo inicia su travesía cósmica en una misión sin precedentes

En 1977, la humanidad envió un mensaje al universo. A bordo de las sondas Voyager 1 y 2, un disco dorado contenía saludos en múltiples idiomas, sonidos de la naturaleza, imágenes de la Tierra… y una cuidada selección musical que representaba lo mejor de nuestra civilización. Pero algo faltaba: el vals más emblemático de todos los tiempos, El Danubio azul de Johann Strauss II, fue omitido.

Casi medio siglo después, en una original combinación de ciencia, cultura y justicia simbólica, ese olvido se corregirá. La iniciativa Waltz into Space, organizada por la Oficina de Turismo de Viena junto a la Agencia Espacial Europea (ESA), enviará por primera vez El Danubio azul al espacio exterior, en una transmisión real desde la Tierra hasta las estrellas.

Una deuda cósmica con Johann Strauss y la música universal

Cuando en 1977 se diseñó el contenido de los Golden Records para las sondas Voyager, el objetivo era ambicioso: condensar la esencia de la humanidad en unos pocos objetos. De las 27 piezas musicales seleccionadas, ninguna era de Johann Strauss II, a pesar de ser considerado uno de los máximos representantes de la música occidental del siglo XIX.

Lo paradójico es que, para el gran público, El Danubio azul ya estaba profundamente ligado al espacio. La película 2001: Una odisea del espacio (la más influyente de la historia), de Stanley Kubrick, lo había convertido en la banda sonora por excelencia de la ingravidez, acompañando con elegancia los movimientos coreografiados de las naves espaciales. Que no estuviera en los discos enviados al cosmos resultaba, como mínimo, un lapsus cultural.

La misión Waltz into Space nace precisamente para reparar este vacío simbólico. En lugar de un lanzamiento físico, se usará la tecnología actual para realizar una transmisión electromagnética del vals a la velocidad de la luz, directamente al espacio. Y no se hará en cualquier momento, sino en 2025, en coincidencia con el 200 aniversario del nacimiento de Strauss y el 50 aniversario de la ESA.

Vista del Danubio Azul

Un concierto que se convertirá en historia: 31 de mayo de 2025

La fecha elegida no es casual. El 31 de mayo de 2025, a las 20:30 CET, se celebrará un concierto extraordinario en el Museo de Artes Aplicadas (MAK) de Viena. La prestigiosa Orquesta Sinfónica de Viena (Wiener Symphoniker), dirigida por Petr Popelka, interpretará un repertorio especial para la ocasión.

El clímax del evento será, por supuesto, la interpretación en vivo de El Danubio azul. En ese momento, el vals será captado en directo y enviado en tiempo real a través de la antena DSA 2 de la ESA, situada en Cebreros (España). Desde allí, la señal partirá hacia el cosmos como una onda electromagnética, viajando a 300.000 km por segundo.

Se espera que, aproximadamente 23 horas más tarde, la señal alcance la posición actual de la sonda Voyager 1, el objeto humano más lejano de la Tierra. Será, simbólicamente, como si el vals “alcanzara” aquella sonda que un día dejó atrás a Johann Strauss.

Pero el evento no se limita a Viena. Habrá retransmisiones en vivo en varias ciudades, como Nueva York (en Bryant Park) o Madrid, y cualquier persona del mundo podrá seguirlo por streaming a través de space.vienna.info y en la cuenta de Instagram @vienna.

An der Schönen Blauen Donau

SpaceNotes: una invitación a participar en el viaje del vals

Una de las partes más entrañables de Waltz into Space es su iniciativa participativa: SpaceNotes. La idea es sencilla pero poderosa: invitar a personas de todo el mundo a convertirse en embajadores simbólicos del viaje del vals.

El Danubio azul está compuesto por 13.743 notas musicales. Cada una de ellas ha podido ser reclamada por un individuo a través de la web oficial del proyecto. Los que lo hicieron, recibieron un certificado digital personalizado que acredita la participación en esta misión cultural única.

El objetivo es que, cuando la transmisión se realice, las 13.743 notas estén “acompañadas” por los nombres de personas que creen en el poder de la música y la exploración. Un viaje colectivo hacia lo desconocido, donde cada nota será como una estrella acompañada de su guardián.

Un homenaje a Viena como capital cultural y científica

La elección de Viena como epicentro del evento no es accidental. Viena ha sido durante siglos un faro de cultura, ciencia y pensamiento humanista. Figuras como Mozart, Beethoven, Freud o Fritjof Capra han vivido o trabajado en la ciudad, que hoy se proyecta al futuro sin perder su raíz clásica.

Con Waltz into Space, Viena se posiciona como un puente entre tradición y modernidad. No se trata solo de celebrar el pasado, sino de proyectarlo hacia el cosmos, como si dijéramos: “Esto es parte de lo que somos y queremos compartirlo con el universo”.

La colaboración con la ESA refuerza esta visión. No es solo un acto simbólico: es una misión técnica real, cuidadosamente planificada. La antena DSA 2, ubicada en España, es una instalación de alta capacidad usada para comunicarse con misiones interplanetarias. En esta ocasión, servirá como canal para un vals que lleva consigo siglos de historia europea.

Además, el evento tiene una dimensión turística y educativa. La Oficina de Turismo de Viena ha trabajado para que este proyecto no solo emocione, sino que también promueva el conocimiento y la curiosidad por el arte, la ciencia y la historia.

La música como lenguaje universal que trasciende el tiempo y el espacio

Una de las premisas fundamentales de esta misión es que la música es un lenguaje universal, capaz de superar las barreras culturales, lingüísticas o incluso biológicas. Si algún día una civilización extraterrestre recibe esta señal, probablemente no entenderá nuestras palabras, pero quizás sí nuestras emociones.

El vals, con su compás de 3/4 y su melodía ondulante, transmite una sensación de belleza, ligereza y armonía. En muchos sentidos, es la música ideal para representar a la humanidad: compleja pero accesible, elaborada pero espontánea, festiva y profunda al mismo tiempo.

Este viaje también plantea una reflexión sobre el valor de nuestras expresiones culturales. Si tuviéramos que elegir unas pocas obras para representar a la especie humana, ¿qué escogeríamos? ¿Por qué? Con Waltz into Space, la respuesta se afina un poco más: la humanidad es también un vals, una danza colectiva que aspira a tocar las estrellas.

Referencias

Cortesía de Muy Interesante



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