Hace casi 200 años la economía de medio mundo se movía por la caca, lo que le dejó una valiosa lección a Perú

Hoy son las tierras raras en China. En su momento fue la fiebre del oro en Estados Unidos. Incluso antes se dio con el carbón en Gran Bretaña. Es innegable que los recursos naturales son una pieza fundamental para el desarrollo de la sociedad en términos económicos. El problema viene cuando un bien de este tipo se convierte en la única fuente de capital, lección que aprendió Perú con la caca. 

Puede que lo anterior sea objeto de burla, pero hace casi 200 años la comunidad peruana se convirtió en potencia mundial gracias al excremento. Fue el científico naturalista alemán Alexander von Humboldt quien, durante un viaje a por América, descubrió la utilización de una sustancia blanca para las cosechas. Su nombre: guano

El oro blanco. Según se cuenta, en medio de un paseo por las costas peruanas Humboldt se encontró en una zona llena de guano lo que le provocó estornudos descontrolados. Ello le causó interés, por lo que envió muestras del componente a Europa. En el viejo continente se dieron cuenta que era un magnífico fertilizante.

¿Qué es el guano? Dicho compuesto es producto orgánico derivado del excremento de las aves marinas rico en nitrógeno, fósforo, calcio y potasio. Debido a la dieta de los estos animales, sus heces resultan ideales para fomentar el crecimiento de plantas, así como la salud de las mismas. En esencia, ayuda en la productividad de los cultivos.

Exportación. Debido a la sobreexplotación de los campos agricultores derivada del crecimiento poblacional, tanto Europa como Estados Unidos vieron una “mina de caca” en Perú. Entre 1840 y 1880 se catapultó la demanda de guano con decenas de embarcaciones que le generaron al país sudamericano un auge económico.

Popularidad en ascenso. Con cargamentos pagados en 100,000 libras, el guano permitió a Perú desarrollar infraestructura tal como puertos, ferrocarriles o carreteras. El esplendor de su venta provocó que este producto representara cerca del 80% de aportación económica a la nación. El resultado: Ley del Guano de 1856.

Apropiación y guerra. Dicha normativa permitió que cualquier ciudadano estadounidense pudiera adueñarse de islas deshabitadas donde se hallara este recurso. Pero durante los años de 1879 y 1884 se desencadenó la Guerra del guano, un conflicto entre Perú, Chile y Bolivia por el control de los yacimientos ricos tanto de guano como de salitre.

El revés. Pese a los beneficios que se dieron gracias al guano, este mismo componente, y su sobreexplotación, trajo consigo una crisis económica para finales del siglo XIX. En primer lugar, se debió a que no se pudo mantener el ritmo de producción debido al agotamiento en las reservas. En segunda instancia, la llegada de los fertilizantes sintéticos.

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La lección. Debido a la dependencia casi por completo de la economía peruana sobre este producto, se aprendió que no se debe depender de un solo recurso para sostener al país, sino que se deben diversificar los ingresos. Si bien esto les ayudó tanto en modernización como a la agricultura alrededor del mundo, la llegada de otras opciones más baratas les jugó en contra.

Guano actual. Este producto continúa como un fertilizante de gran calidad, aunque no se limita al producido por aves marinas del Pacífico. El guano de murciélago destaca por sus excelentes propiedades y su relativa facilidad de recolección. También son apreciados los excrementos de focas y pingüinos, pero su obtención es complicada debido al descenso en las poblaciones de estas especies.

Como podemos observar, este es otro gran ejemplo de cómo la gran demanda de recursos puede tener más complicaciones que beneficios. Aunque hablamos específicamente de la situación económica de Perú, el ámbito ecológico también se vio afectado debido a la colonización de islas. Esto último terminó por afectar a peces, bacterias y hongos que dependen del guano como alimento.

Cortesía de Xataka



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