La profunda filosofía detrás de ‘Solaris’: ciencia ficción existencial que desafía al espectador

Una de las cimas cinematográficas del género es, a la vez, una propuesta compleja y rica en matices y detalles. Como toda la corta, pero influyente obra de su director, el ruso Andréi Tarkovsky, Solaris ha sido diseccionada de todas las maneras posibles, con distintas interpretaciones sobre sus mensajes y su significado.

Conviene aclarar que no es una película fácil: dura casi tres horas, está basada en una novela de Sta nislaw Lem, un escritor tan fascinante como exigente con sus lectores, y su ritmo narrativo es lento, sobre todo para los parámetros del espectador actual.

En 2002, Steven Soderbergh realizó otra adaptación, más corta y accesible, protagonizada por George Clooney. Quizá esta versión, y la lectura previa del libro de Lem, sean unos buenos pasos introductorios antes de enfrentarse con la compleja película de Tarkovsky. 

La profunda filosofía detrás de 'Solaris', ciencia ficción existencial que desafía al espectador 1
La esposa aparece como creación viva del subconsciente de Kelvin. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Un viaje a la mente: el argumento que desafía la realidad

El psicólogo Kris Kelvin es enviado en una misión especial a la estación espacial que orbita el planeta Solaris, en el que se ha producido una serie de incidentes que parecen afectar a la salud mental de toda su tripulación; Kelvin debe determinar si la continuidad de la estación es factible o si la influencia de Solaris, que es en sí mismo un organismo vivo, es excesivamente perjudicial y debe abandonarse su exploración.

Cuando llega a la estación, comprueba que uno de los científicos se ha suicidado y los otros dos parecen estar viviendo algún tipo de alucinación depresiva. No tarda en descubrir los efectos de Solaris sobre la mente, cuando una mañana su esposa, Hari, que se suicidó diez años antes, aparece junto a su cama.

Sabiendo que es una creación del planeta, la expulsa al espacio, pero vuelve a aparecer, esta vez consciente de ser una copia. Es el principio de una serie de encuentros de Kelvin con figuras de su pasado, que coinciden con alteraciones del océano que cubre toda la superficie de Solaris, complementados con conversaciones con Snaut, otro de los científicos de la estación, sobre la vida, la existencia y la mortalidad. Snaut le sugiere, finalmente, que regrese a la Tierra. 

La escena siguiente nos muestra a Kelvin de vuelta en la dacha familiar, donde comenzó la película. Su padre, con el que nunca tuvo una relación cercana, está dentro de la casa. Los dos hombres se abrazan. La cámara retrocede, y entonces vemos que la dacha y el campo que la rodea están dentro de una isla que ha surgido en la superficie acuática de Solaris. 

¿La respuesta soviética a Kubrick? Solo en apariencia

La cinta ha sido considerada por algunos críticos como la respuesta soviética a 2001: Una odisea del espacio, y no solo por su tratamiento intelectual: aquella fue coescrita por uno de los grandes autores de la ciencia ficción, Arthur C. Clarke, y esta se basa en una novela de otro gigante del género, Lem.

Aquella fue dirigida por un genio del cine, Stanley Kubrick; y esta, por otro. Curiosamente, las dos terminan dentro de una vivienda que es una ilusión… Pero, hasta ahí todas las similitudes, ya que no tiene mucho sentido que Tarkovsky dedicara su inmenso talento a imitar a otro cineasta.

Solaris no sigue el estilo de Kubrick, sino el de la obra de Tarkovsky. Los primeros 45 minutos de la película transcurren en la dacha, donde vemos la relación de Kelvin con su familia y cómo quema los recuerdos de su esposa muerta.

Este largo prólogo sienta las bases de muchas de las situaciones que tienen lugar en la estación espacial, y explica la escena final.

La profunda filosofía detrás de 'Solaris', ciencia ficción existencial que desafía al espectador
El océano de Solaris reacciona a las emociones humanas y altera la realidad. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Un cine para ver con pausa: el estilo personal de Tarkovsky

Los efectos especiales se limitan a cumplir su función, ya que está claro que a Tarkovsky lo que de verdad le ha atraído de la novela de Lem son los personajes. 

Solaris no puede verse de forma apresurada, es imposible, al igual que Guerra y Paz, no puede leerse en un pispás. Fue hecha para ser revisitada y para descubrir cosas nuevas en cada relectura.

Tal vez resulte más atractiva y asequible la versión de Soderbergh, pero esta de 1972, como toda la obra de Tarkovsky, guarda abundantes recompensas para el espectador dispuesto.

La construcción visual del duelo: el lenguaje estético de Tarkovsky

Más allá de su narrativa, Solaris utiliza la estética visual como medio para explorar el dolor. Tarkovsky emplea encuadres largos, silencios prolongados y planos secuencia que no solo ralentizan el tiempo, sino que invitan al espectador a entrar en el espacio emocional de los personajes.

Esta forma de filmar no es accidental: cada imagen está compuesta como una pintura en movimiento, donde lo contemplativo se vuelve parte del relato.

Los interiores de la estación espacial, fríos y desordenados, contrastan con los paisajes terrestres llenos de agua, niebla y naturaleza viva. Esta dicotomía visual refuerza el conflicto entre la vida racional y el mundo de las emociones reprimidas. El uso del agua, en especial, se convierte en un motivo recurrente en la obra del director, símbolo de lo espiritual, lo inconsciente y lo transformador.

En Solaris, la imagen nunca es solo decorativa. Cada elemento escenográfico transmite una emoción o una tensión interna. Desde los pasillos desiertos hasta los reflejos en el líquido de Solaris, Tarkovsky logra que el espectador experimente el duelo y la culpa no solo a través del guion, sino de cada textura visual. Es un cine que se siente tanto como se entiende.

ciencia ficción
Kris Kelvin se enfrenta a sus recuerdos encarnados por el propio planeta. Ilustración artística: DALL-E / ERR.

Lo insondable como enemigo: crítica al cientificismo en la ciencia ficción

Aunque Solaris parte de una premisa de ciencia ficción, su mensaje cuestiona las limitaciones del conocimiento científico cuando se enfrenta a lo emocional o espiritual. En vez de usar la ciencia como herramienta para dominar lo desconocido, Tarkovsky la somete a una prueba existencial: ¿puede la razón dar respuesta al sufrimiento humano?

La película contrapone la lógica de los científicos con la experiencia vivida de los visitantes. Solaris no se deja estudiar ni clasificar, y cada intento por analizar su comportamiento termina en frustración.

A diferencia de otras obras del género donde se conquista lo alienígena, en Solaris el otro es incomprensible y, en muchos sentidos, reflejo de nuestros propios abismos interiores. El planeta actúa más como espejo que como enemigo.

Tarkovsky se aleja así de la ciencia ficción centrada en la tecnología o la conquista espacial, y propone una variante más filosófica, donde el mayor misterio no es el universo exterior, sino el interior. Este enfoque ha sido visto como una crítica al racionalismo soviético de la época y un alegato a favor de lo espiritual, lo intuitivo y lo humano frente al control absoluto de la razón.

Cortesía de Muy Interesante



Dejanos un comentario: