Resuelven un misterio astronómico milenario: este mapa estelar chino podría ser el más antiguo jamás creado, mucho antes que el de Hiparco en la antigua Grecia

La historia de la astronomía acaba de ser sacudida por un descubrimiento que podría reescribir nuestras certezas más profundas sobre el conocimiento del cielo en la antigüedad. Un estudio reciente ha propuesto, con una combinación de arqueología, historia y visión computacional, que el catálogo estelar más antiguo jamás creado no proviene de Grecia ni de Babilonia, sino de China, y es hasta 250 años anterior a lo que se pensaba.

La investigación, publicada en formato preprint por un equipo de astrónomos del Observatorio Astronómico Nacional de China, se centra en un antiguo texto conocido como el Catálogo Estelar del Maestro Shi. Este documento, atribuido al astrónomo chino Shi Shen y conservado en fragmentos transmitidos durante siglos, ha sido objeto de debate académico durante décadas. Ahora, gracias a un innovador análisis computacional, sus coordenadas estelares han sido reexaminadas con un rigor sin precedentes, arrojando resultados sorprendentes: parte del catálogo podría datar del año 355 a.C., lo que lo convertiría en el más antiguo del mundo en su género.

Un cielo dividido entre siglos

El catálogo contiene datos sobre la posición de 120 estrellas, que fueron observadas en su mayoría desde el territorio del antiguo estado de Chu durante el período de los Reinos Combatientes. Pero el texto plantea un enigma desde hace décadas: sus coordenadas no son homogéneas en el tiempo. Algunas coinciden con la posición de los astros tal como eran visibles en el siglo IV a.C., otras se alinean con el cielo de comienzos del siglo II d.C. Esta discordancia ha generado todo tipo de teorías, desde errores de copistas hasta adiciones posteriores.

En este nuevo estudio, los autores han utilizado una técnica matemática conocida como Transformada Generalizada de Hough, habitualmente aplicada en el reconocimiento de patrones visuales, para comparar las posiciones estelares registradas con modelos astronómicos modernos. Mediante simulaciones Monte Carlo y un detallado modelo de precesión —el lento bamboleo del eje terrestre que modifica la posición aparente de las estrellas con el paso del tiempo—, se lograron identificar dos periodos concretos en los que las observaciones encajan con el cielo real: uno en torno al año 355 a.C. y otro hacia 130 d.C.

Lo extraordinario es que estos resultados no solo confirman hipótesis previas formuladas por historiadores en el siglo XX, sino que refuerzan la autenticidad y la antigüedad del núcleo original del texto, desafiando el predominio eurocentrista que durante décadas ha asignado ese honor al catálogo de Hiparco, elaborado en Grecia dos siglos más tarde.

El Mapa Astronómico Tallado en Piedra de Suzhou es el más antiguo del mundo realizado en piedra a partir de observaciones reales, y se remonta a la dinastía Song del Norte
El Mapa Astronómico Tallado en Piedra de Suzhou es el más antiguo del mundo realizado en piedra a partir de observaciones reales, y se remonta a la dinastía Song del Norte. Foto: Handout

Astronomía en el corazón de la cultura china

La observación del cielo no era un pasatiempo ocasional para los antiguos astrónomos chinos. Era una práctica institucionalizada y central para el funcionamiento del Estado. En China, desde tiempos remotos, los fenómenos celestes eran considerados presagios del mandato imperial. Por ello, la precisión en la documentación de estrellas, eclipses y cometas era fundamental para la legitimidad de los gobernantes.

El catálogo del Maestro Shi no fue una excepción. Aunque el texto original se ha perdido, su contenido ha llegado hasta nosotros a través de obras posteriores como el Kaiyuan Zhanjing, compilado en la dinastía Tang. Este hecho también ayuda a explicar las inconsistencias internas del catálogo: a lo largo de los siglos fue objeto de múltiples transcripciones, adiciones y correcciones, lo que provocó la superposición de datos procedentes de diferentes épocas.

El estudio aborda esta problemática de manera sistemática, separando las entradas del catálogo según su proximidad al Polo Norte Celeste estimado para cada época. De esta manera, los investigadores concluyeron que 59 de las estrellas fueron registradas en torno al 355 a.C., mientras que otras 59 corresponden a observaciones posteriores, posiblemente añadidas hacia el año 130 d.C.

Tecnología al servicio del pasado

Lo verdaderamente novedoso de este trabajo no es solo la antigüedad del catálogo, sino el método empleado para determinarla. A diferencia de los estudios tradicionales, que comparaban estrella por estrella con catálogos modernos, la Transformada Generalizada de Hough permite analizar todo el conjunto de datos como un sistema, identificando patrones espaciales en las posiciones estelares que se corresponden con la localización del Polo Celeste en una época determinada.

Este enfoque tiene la ventaja de tolerar errores individuales o malas identificaciones, lo que es especialmente útil cuando se trabaja con textos antiguos llenos de ambigüedades. Además, al aplicarse sobre una muestra extensa de estrellas, ofrece resultados estadísticamente más robustos.

Los resultados han sido acogidos con entusiasmo por algunos expertos, que los ven como una validación de teorías previas que ya intuían la gran antigüedad del texto. Otros, sin embargo, llaman a la prudencia. Existen explicaciones alternativas que podrían reconciliar los datos sin necesidad de postular dos épocas distintas, como el uso de instrumentos de observación con errores sistemáticos o el empleo de sistemas de coordenadas diferentes a los actuales.

El mapa estelar de Dunhuang es una de las representaciones gráficas más antiguas de estrellas en la astronomía china, elaborado durante la dinastía Tang
El mapa estelar de Dunhuang es una de las representaciones gráficas más antiguas de estrellas en la astronomía china, elaborado durante la dinastía Tang. Foto: Istock

¿Una carrera por la historia?

Más allá de la discusión técnica, el debate sobre la fecha del catálogo del Maestro Shi toca una fibra sensible en la historia de la ciencia: la lucha por el reconocimiento entre civilizaciones. Durante siglos, la narrativa dominante en Occidente colocó los orígenes del pensamiento científico en Grecia, ignorando en gran medida las contribuciones paralelas o anteriores de otras culturas.

Este redescubrimiento de la astronomía china pone de manifiesto no solo su precocidad, sino también su sofisticación. Los astrónomos chinos ya utilizaban un sistema de coordenadas esféricas y habían dividido el cielo en 28 “mansiones lunares”, una estructura paralela —aunque diferente— a las constelaciones del zodiaco occidental. El uso de instrumentos como la esfera armilar, introducida en China en el siglo I a.C., demuestra un alto nivel de abstracción geométrica y una voluntad de modelar el cielo en tres dimensiones.

Este nuevo estudio no busca únicamente reclamar un récord. Es también un esfuerzo por rescatar del olvido un patrimonio intelectual que, por mucho tiempo, ha sido subestimado. Y aunque algunos académicos occidentales aún miren con escepticismo este tipo de afirmaciones, cada vez resulta más evidente que la astronomía, como tantas otras disciplinas, tiene múltiples raíces y relatos de origen.

Lo que nos enseña el cielo antiguo

En última instancia, el valor del Catálogo Estelar del Maestro Shi no reside solamente en su antigüedad. Su existencia nos recuerda que, miles de años antes de que se inventaran los telescopios, los seres humanos ya levantaban la vista al firmamento en busca de sentido, orden y belleza.

Que una civilización haya registrado con tal precisión los movimientos del cielo mucho antes de lo que pensábamos no es solo un logro técnico. Es un testimonio de nuestra eterna fascinación por las estrellas y de cómo, incluso en épocas turbulentas, el conocimiento y la curiosidad podían florecer.

Hoy, gracias a la tecnología moderna, podemos volver a mirar esos mismos cielos con ojos nuevos, y quizá comprender un poco mejor el legado de quienes los estudiaron por primera vez.

El preprint ha sido publicado en la revista científica Research in Astronomy and Astrophysics.

Cortesía de Muy Interesante



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