Ver una tortuga marina en la playa ya no es exclusivo de países tropicales. Cada vez es más probable topar con una en la costa mediterránea española. En el verano de 2023, se registró un record de 23 nidos, de los cuales 10 en Catalunya.
El caso del Mediterráneo es una muestra de un fenómeno global. La salud de las tortugas marinas ha mejorado en casi todo el mundo en la última década, según un estudio publicado por 145 expertos en la revista ‘Endangered Species Research’. Este monumental diagnóstico, encargado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), actualiza el anterior que se hizo en 2011.
“Que las cosas hayan mejorado no quiere decir que estén bien”, puntualiza Carlos Carreras, investigador de la Universidad de Barcelona (UB) que ha participado en el trabajo. Aunque la IUCN ha reducido el nivel de peligro de la mayoría de las especies, sin embargo siguen en su “lista roja” y algunas, como la tortuga laúd, que incluso han empeorado.
Pero los expertos consultados no ocultan su satisfacción. La crisis de la biodiversidad no es un destino inevitable. Años de esfuerzos par proteger las playas y evitar la caza y las capturas accidentales han dado sus frutos.
Espías del ecosistema
“Las tortugas marinas son especies paraguas: protegiéndolas se protegen ecosistemas enteros. Son migradoras: conectan ecosistemas. Y su carisma ayuda a impulsar otras mejoras, como una pesca más sostenible y reducir el plástico”, explica Carreras.
Este animal viene en siete especies, repartidas por el mundo en circunstancias muy diversas. Por ello, el trabajo las agrupa en 48 “unidades regionales de gestión”. Estas representan un conjunto de poblaciones de una especie, que comparten zonas de puesta, rutas y alimentación. Por ejemplo, todas las tortugas bobas del Mediterráneo están en la misma unidad.
En cada unidad, los expertos han cuantificado los riesgos (abundancia y tendencias de la población, diversidad genética, etcétera) y las amenazas (caza, contaminación, capturas accidentales, destrucción del hábitat, etcétera).
El mapa resultante marca unas claras mejoras respecto al 2011. En más de la mitad de las regiones (53%) la situación ha mejorado – el doble de aquellas en las cuales ha empeorado (28%). Entre las regiones que tienen riesgos y amenazas altos, la gran mayoría apunta a mejoras en el largo plazo.
No obstante, el cuadro es desigual. Las tortugas verdes son las que salen mejor paradas. Al contrario, las tortugas laúd son las que tienen más riesgos y amenanzas y el Océano Pacífico es el entorno menos acogedor.
“Lo que está pasdando es el resultado de esfuerzos llevados a cabo desde hace 20 o 30 años. Las tortugas marinas son especies longevas y los efectos tardan décadas en verse”, comenta Irene Álvarez, bióloga del Centre Tecnològica BETA (Universitat de Vic), no implicada en el trabajo.
Claves del éxito
Las regulaciones de prohibición de la caza han jugado un papel importante pero no son la única explicación. “Somos buenos en la conservación basada en la playa: contrastar la edificación, el furtivismo y la destrucción de hábitat”, explica Nathan Robinson, investigador del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) que no ha partecipado en el trabajo, pero lo ha revisado para la revista. “Pero no hemos tenido tanto éxito con las capturas accidentales”, añade el experto. Según el estudio, la pesca involuntaria de tortugas marinas por medio de redes y anzuelos es la principal amenaza.
En la pesca de arrastre, las redes se pueden modificar para incluir una puerta de salidas para tortugas (TED) y en la pesca de palangre se puede reemplazar el anzuelo tradicional por uno circular, que se puede extraer fácilmente de la tortuga. Pero estas medidas no están generalizadas. “Gestionar la pesca de alta mar es difícil. Además, las tortugas cruzan fronteras entre países donde la legislación es distinta”, afirma Robinson.
El ‘boom’ mediterráneo
El Mediterráneo está pasando por un momento extraordinario, afirman las fuentes. “En los últimos cuatro años ha sido el ‘boom’, explica Álvarez. La experta se refiere a la aparición de cada vez más nidos en la costa española, francesa e italiana.
El proceso se debe en parte al cambio climático. Las tortugas encuentran la temperatura adecuada en playas que antes eran frías. Además, huyen de las que se han calentado: en ellas se está registrando un exceso de nacimientos de hembras, ya que el sexo de las crías viene determinado por la temperaturas.
La gran reducción del sector pesquero en estas costas, junto con la difusión de técnicas respectuosas con las tortugas, también ha ayudado. A ello se suman los esfuerzos de conservación. “Desde los años ’90, hemos trabajado mucho con los pescadores, controlado la construcción en la playa, creado zonas protegidas… todo ello ha contribuido”, afirma Álvarez.
“Ahora entra en juego un reto de gestión”, observa la investigadora. La temporada de puesta coincide justo con las vacaciones de verano. La experta advierte de que, en caso de encontrar ejemplares o huevos, lo más adecuado es llamar al 112.
“Tenemos un mensaje muy positivo: las acciones de conservación funcionan. Pero las tortugas marinas aún están delicadas. Lo estamos haciendo bien, pero hay que seguir así”, concluye Carreras.
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Cortesía de El Periodico
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