Durante 150.000 años, el fondo de un pequeño lago africano ha guardado una historia invisible pero esencial: los vaivenes del campo magnético terrestre. Ahora, gracias a una expedición científica en el remoto y pintoresco Lago Chala —en la frontera entre Kenia y Tanzania—, esa historia sale a la luz y ofrece claves inesperadas no solo sobre la dinámica interna del planeta, sino también sobre el clima que acompañó a los primeros Homo sapiens en su salida de África.
La investigación, publicada recientemente en Geochemistry, Geophysics, Geosystems, ha sido liderada por un equipo internacional y destaca por un logro inusual: la obtención de un registro magnético continuo y detallado en una región ecuatorial, algo excepcional en la paleomagnetismo mundial. Y es que, aunque gran parte de los registros del campo magnético terrestre provienen de latitudes altas —donde los datos son más intensos y fáciles de interpretar—, esta nueva serie temporal abre una ventana única sobre el comportamiento del planeta desde un lugar poco representado: el corazón del trópico africano.
Un archivo natural intacto bajo las aguas de Chala
El Lago Chala, un cráter profundo alimentado por manantiales subterráneos y rodeado de bosques tropicales, es un archivo natural extraordinario. A diferencia de otros entornos lacustres, aquí no hay ríos turbulentos ni sedimentos desordenados por inundaciones. Las capas de sedimento se depositan año tras año, como las páginas de un libro cuidadosamente encuadernado. Este carácter estratificado y constante permitió a los científicos perforar más de 200 metros en el lecho del lago, extrayendo un núcleo sedimentario que representa 150 milenios de historia geológica y climática.
En ese largo viaje hacia el pasado, los investigadores identificaron seis “excursiones magnéticas”, episodios breves en los que el campo magnético de la Tierra se volvió inestable, llegando incluso a invertir momentáneamente su orientación. Estos fenómenos, aunque invisibles para los ojos humanos del pasado, son cruciales hoy para los científicos: permiten fechar con precisión los estratos geológicos y establecer conexiones temporales con otros registros alrededor del mundo.
Uno de los momentos clave registrados en el núcleo del Lago Chala coincide con la erupción del supervolcán Toba, hace unos 74.000 años. Ese evento catastrófico dejó una fina capa de ceniza que sirve como punto de referencia en múltiples registros geológicos globales. Su presencia en el lago africano ayuda a anclar la cronología del núcleo, confirmando su utilidad como herramienta de datación.

El campo magnético como reloj geológico
Cuando los minerales se depositan en el fondo de un lago y se enfrían, sus diminutas partículas magnéticas se alinean con el campo magnético terrestre del momento. Ese “alineamiento” queda registrado como si fuera una brújula fosilizada. Los científicos pueden luego comparar esas direcciones con registros ya conocidos y establecer una línea temporal. En lugares como África ecuatorial, donde los datos paleomagnéticos han sido históricamente escasos, esta nueva serie cubre un vacío fundamental.
Más allá de lo geológico, el campo magnético tiene implicaciones tangibles para la vida en la Tierra. Su función como escudo protector frente al viento solar evita que partículas cargadas bombardeen la atmósfera. En épocas de campo magnético debilitado, como las registradas en las excursiones detectadas en Chala, esa protección disminuye, lo que puede alterar la producción de radionúclidos como el carbono-14, esenciales para dataciones radiométricas, e incluso modificar el clima a largo plazo.
Ecos del pasado humano
Pero lo más fascinante del hallazgo no es solo su valor técnico. Este registro de variaciones magnéticas está íntimamente conectado con el contexto en que los humanos comenzaron a expandirse desde África hacia el resto del mundo. Durante ese tramo de 150.000 años, la especie humana pasó de estar restringida al continente africano a ocupar Eurasia, Oceanía y eventualmente América.
Comprender cómo era el clima en esos momentos clave puede ayudar a explicar por qué, cómo y cuándo se produjeron esas migraciones. Sin una cronología fiable, los indicios paleoclimáticos quedan flotando en el vacío. Es aquí donde el Lago Chala cumple una función crucial: ofrecer un marco temporal robusto para interpretar los cambios en la vegetación, las lluvias monzónicas o las etapas de sequía en el este de África, elementos todos que pudieron empujar a nuestros antepasados a buscar nuevos horizontes.
El sedimento del lago no solo registra magnetismo. En él se encuentran fósiles microscópicos de diatomeas, partículas de polvo arrastradas por el viento desde el Sahara y restos orgánicos que hablan de cambios en la temperatura y la humedad. Cruzar esos datos con las excursiones magnéticas permite construir una historia ambiental de alta resolución, con fechas precisas y contexto climático. Una historia que, en última instancia, nos incluye.

Un laboratorio natural para el futuro
El núcleo extraído de Chala es más que una reliquia del pasado. Es un recurso vivo para la ciencia del presente. Los modelos actuales del campo magnético y del clima global se benefician de series de datos como esta, que aportan profundidad temporal y contexto espacial. Comprender cómo ha cambiado el campo magnético en el pasado ayuda a anticipar su comportamiento en el futuro, un aspecto cada vez más relevante en una era dominada por tecnologías sensibles a las perturbaciones electromagnéticas.
Por ahora, el hallazgo ya marca un antes y un después en la paleomagnetismo africano. Hasta ahora, el continente había ofrecido escasos registros de larga duración fuera del norte o de las zonas volcánicas. Esta contribución desde el este africano equatorial no solo refuerza las conexiones con otros sitios geológicos globales, sino que también posiciona al Lago Chala como un nuevo referente en los estudios del Pleistoceno.
La ciencia no solo avanza hacia el futuro: también cava en el pasado. Y en este caso, ha sido bajo las tranquilas aguas de un lago africano donde la historia del planeta —y quizás la nuestra— ha salido a flote.
Referencias
- Di Chiara, A., Karloukovski, V., Maher, B. A., Van Daele, M., Van der Meeren, T., & Verschuren, D. (2025). A continuous 150-kyr record of geomagnetic field variations from Lake Chala, eastern equatorial Africa. Geochemistry, Geophysics, Geosystems, 26, e2024GC011933. DOI:10.1029/2024GC011933
Cortesía de Muy Interesante
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