Durante siglos, la lepra ha sido una de las enfermedades infecciosas más estigmatizadas de la historia humana. Quien la padecía, se enfrentaba al rechazo social o se veía confinado a sobrevivir en leprosarios. Aunque, tradicionalmente, se ha establecido su origen en Asia meridional, un estudio publicado en marzo de 2025 en la revista Frontiers in Medicine ha identificado el caso más antiguo documentado de lepra fuera del continente asiático. Este hallazgo, procedente del yacimiento de Dahwa, en el actual Omán, no solo redefine las rutas de dispersión de la enfermedad, sino que arroja nueva luz sobre el impacto que tuvieron las redes comerciales del Bronce antiguo en la transmisión de patógenos.
Dahwa: una comunidad comercial del Bronce conectada con Asia
Dahwa se encuentra en la costa de Batinah, al pie de las montañas Al-Hajar, en el norte de Omán. Durante el periodo Umm an-Nar (2500–2000 a. C.), esta región formaba parte de un denso entramado de relaciones comerciales en Asia Central. Las excavaciones han revelado que Dahwa mantenía vínculos estrechos con el valle del Indo, como lo demuestra la presencia de cerámica típica de esa región —representa, de hecho, el 72% de los fragmentos encontrados— y la producción metalúrgica, sobre todo de cobre.
Las prácticas funerarias en Dahwa se basaba en la celebración de rituales secundarios en tumbas comunales monumentales. En estas tumbas, los cuerpos se iban desplazados a través de cámaras conectadas hasta que, en la última fase del proceso, se depositaban de forma definitiva en fosas óseas. Uno de estos espacios funerarios, la Tumba 1 del sitio DH7, reveló más de 120.000 fragmentos óseos procedentes de, al menos, 200 individuos. Las condiciones fragmentarias y la mezcolanza de los restos presentaban un reto considerable para la realización de los análisis paleopatológicos pertinentes.

La lepra en la Edad del Bronce: tres maxilares reveladores
A pesar del estado de los restos, un equipo multidisciplinario liderado por la antropóloga Gwen Robbins Schug logró identificar tres maxilares con signos consistentes con la lepra lepromatosa, una forma agresiva y desfigurante de la enfermedad. Los especímenes, identificados como ID 012, 093 y 044, se seleccionaron por estar relativamente completos y mostrar, al menos, cuatro de los cinco signos clave del llamado síndrome rinomaxilar.
Entre las lesiones observadas, se encuentran la resorción del proceso alveolar anterior, que afecta, sobre todo, a los dientes incisivos y caninos; la atrofia del espolón nasal anterior, sin exposición de hueso medular y la pérdida progresiva de la definición de los márgenes de la apertura piriforme, una característica diagnóstica de la lepra. Además, el equipo investigador también identificó en los ejemplares la formación de nuevo hueso subperióstico en el paladar, indicativo de inflamación crónica prolongada y, en el caso ID 044, también se documentaron abscesos en los alveolos posteriores, una caracterísstica que sugiere infecciones dentales secundarias.

La tecnología como aliada de la paleopatología: el micro-CT
Para confirmar estos hallazgos, el equipo utilizó escaneos de microtomografía computarizada (micro-CT), una técnica que permite visualizar en alta resolución la estructura interna de los huesos sin necesidad de dañarlos. Este método reveló con claridad alteraciones microestructurales asociadas con procesos inflamatorios crónicos, como el engrosamiento del hueso cortical y la proliferación ósea en el paladar. Estos elementos serían compatibles con una infección prolongada por Mycobacterium leprae.
Este estudio constituye la primera descripción publicada del uso de micro-CT para identificar la lepra lepromatosa en fragmentos maxilares arqueológicos aislados. Así, ha demostrado ser una herramienta valiosa y eficiente en contextos donde los esqueletos están fragmentados o desarticulados.
Redefiniendo las rutas de dispersión de la lepra
Hasta ahora, los casos más antiguos de lepra se habían registrado en el subcontinente indio, con evidencias en Balathal (India) hacia 2000 a. C. y en Harappa (Pakistán) entre 4150 y 3900 a. C. Sin embargo, el hallazgo en Omán constituye la evidencia más temprana del patógeno fuera del sur de Asia, lo que sugiere que la enfermedad se dispersó a través de las rutas comerciales mucho antes de lo que se pensaba.
La presencia de lepra en Dahwa refuerza la hipótesis de que el comercio del cobre y otros bienes en el Bronce antiguo facilitó también la circulación de patógenos humanos, un fenómeno que suele subestimarse en estudios sobre intercambio prehistórico. Estos hallazgos tienen implicaciones para la historia evolutiva del Mycobacterium leprae, cuyo linaje se separó del complejo de Mycobacterium tuberculosis en el Pleistoceno tardío y, probablemente, se expandió con los movimientos humanos y las rutas comerciales del tercer milenio a. C.

Implicaciones para la medicina contemporánea
Además de su valor arqueológico, el estudio plantea posibles aplicaciones en la medicina moderna. Hasta el 30% de los casos actuales de lepra presentan síntomas atípicos, lo que dificulta el diagnóstico temprano y, en consecuencia, favorece la aparición de complicaciones graves. El trabajo propone que las alteraciones óseas en la región maxilar, detectadas mediante CT, podrían servir como marcadores complementarios en pacientes con cuadros clínicos ambiguos.
Si bien algunas investigaciones han tratado de desarrollar criterios cuantitativos para el diagnóstico por imagen, este estudio sugiere que una evaluación cualitativa del maxilar ventral y el paladar es más útil, sobre todo en los casos donde no hay síntomas dérmicos evidentes. Así, la paleopatología podría ofrecer herramientas diagnósticas insospechadas para la medicina clínica.

Un nuevo horizonte para la investigación interdisciplinar
El estudio subraya la importancia de la colaboración entre antropólogos físicos, radiólogos, genetistas y arqueólogos para afrontar los desafíos metodológicos que plantea el estudio de los restos humanos fragmentados. A su vez, demuestra cómo los avances tecnológicos —en este caso, la microtomografía— permiten rescatar información médica valiosa de contextos arqueológicos complejos que contribuyen tanto a la reconstrucción del pasado como a la comprensión del presente.
Asimismo, el equipo prevé usar los escaneos obtenidos en futuras investigaciones sobre inteligencia artificial y aprendizaje automático para automatizar el diagnóstico de enfermedades infecciosas en restos antiguos. Esta iniciativa, que combinará datos microestructurales con análisis moleculares y genómicos, promete revolucionar la paleopatología en las próximas décadas.
Conclusión
El descubrimiento de casos de lepra lepromatosa en el sitio de Dahwa, en Omán, no solo supone el registro más antiguo de esta enfermedad fuera del sur de Asia, sino que también ofrece un ejemplo pionero del uso de micro-CT en el diagnóstico paleopatológico de restos humanos fragmentarios. Este estudio sostiene que las redes comerciales del tercer milenio a. C. pudieron haber funcionado como vehículos de bienes materiales, pero también de enfermedades infecciosas.
Referencias
- Robbins Schug, G., S. Mahajan, S. Carter, A. Leach, K. D. Williams, K. A. Douglas, K. A. y N. S. Al-Jahwari. 2025. “Lepromatous leprosy in Bronze Age Oman: micro-CT provides tools for paleopathology in fragmentary and commingled assemblages”. Frontiers in Medicine, 12:1521515. DOI: https://doi.org/10.3389/fmed.2025.1521515
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: