Repetir un gesto o pensamiento puede ser parte de la vida cotidiana. Pero cuando estos actos se vuelven persistentes, ansiosos o incontrolables, pueden estar vinculados a condiciones como el trastorno del espectro autista (TEA) o el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Un nuevo estudio realizado por investigadores del DGIST en Corea del Sur ha identificado una posible causa biológica de estas conductas: la inflamación cerebral crónica.
El estudio, publicado en Cell Reports, revela que un proceso inflamatorio sostenido en el cerebro puede alterar la comunicación entre neuronas mediante la activación excesiva de ciertos receptores, provocando así conductas repetitivas y síntomas de ansiedad. Este hallazgo representa un giro importante en la comprensión de estas condiciones, que hasta ahora se habían explicado principalmente por alteraciones en circuitos neuronales o factores genéticos.
El equipo de investigación utilizó un modelo experimental en ratones modificados genéticamente para expresar una mutación en el gen NLRP3, relacionada con enfermedades autoinflamatorias humanas. En estos animales, los investigadores observaron un comportamiento repetitivo similar al que se presenta en humanos con TEA o TOC. Esto ocurrió cuando se activó el inflamasoma NLRP3, un complejo molecular que desencadena la respuesta inflamatoria en las células inmunitarias del cerebro, conocidas como microglía.
Este descubrimiento no solo sugiere un nuevo mecanismo subyacente a ciertos trastornos psiquiátricos, sino que también apunta hacia posibles nuevas formas de tratamiento. Al intervenir en la cascada inflamatoria o en los receptores neuronales implicados, se podrían aliviar los síntomas sin necesidad de desarrollar medicamentos desde cero.

De la microglía a la conducta: un camino neuroinmunitario
La microglía es la célula del sistema inmunitario encargada de vigilar el entorno cerebral. Ante señales de daño o infección, libera sustancias proinflamatorias como la interleucina-1 beta (IL-1β), que normalmente ayudan a contener el problema. Sin embargo, cuando esta respuesta se activa de forma crónica, puede volverse perjudicial.
En los ratones con la mutación NLRP3, esta activación sostenida llevó a un aumento anómalo de IL-1β, la cual estimuló de forma excesiva a los receptores NMDA del glutamato en la corteza prefrontal medial, una región cerebral clave en la regulación del comportamiento.
Estos receptores son esenciales para la comunicación entre neuronas, pero su sobreestimulación puede causar desajustes funcionales.
Los investigadores demostraron que esta hiperactividad de los receptores NMDA inducía directamente comportamientos repetitivos y síntomas de ansiedad en los animales. Esto representa un hallazgo significativo, pues conecta de manera directa la inflamación cerebral con la aparición de síntomas conductuales típicos de algunos trastornos neuropsiquiátricos.
Además, se observó que estas alteraciones sinápticas ocurrían sin destrucción estructural de las conexiones neuronales, lo que indica es funcional y, por lo tanto, potencialmente reversible. Esto abre nuevas vías terapéuticas enfocadas en modular la inflamación o restablecer el equilibrio del glutamato.
Dos fármacos conocidos como posibles tratamientos
Una de las contribuciones más prometedoras del estudio fue la identificación de dos tratamientos ya aprobados por la FDA que lograron revertir los comportamientos repetitivos en los ratones. Se trata de memantina, utilizada para el Alzheimer, y anakinra (interleucina-1RA), indicada para la artritis reumatoide.
La memantina actúa como un modulador de los receptores NMDA, impidiendo su activación excesiva. Al administrar este medicamento a los ratones con inflamación cerebral, los investigadores observaron una normalización de la actividad cerebral y una disminución de las conductas repetitivas. Lo mismo ocurrió con anakinra, que bloquea los receptores de interleucina-1.
Este enfoque de “reaprovechamiento farmacológico” es altamente eficiente: reduce los tiempos y costos de desarrollo porque utiliza medicamentos con perfiles de seguridad ya conocidos. Si los resultados se replican en humanos, podría ofrecer una nueva estrategia para tratar síntomas difíciles de manejar en TEA y TOC.
Aún se necesitan ensayos clínicos que confirmen estos efectos en personas, pero los resultados preliminares son alentadores. Tratar el componente inflamatorio del cerebro podría complementar o incluso mejorar los tratamientos actuales basados exclusivamente en neurotransmisores como la serotonina o la dopamina.

La inflamación como pieza faltante del rompecabezas psiquiátrico
Durante años, las investigaciones sobre el origen de los trastornos neuropsiquiátricos se centraron casi exclusivamente en el cerebro como entidad aislada. Pero este estudio se suma a una corriente creciente que propone una visión más integrada: la mente también está moldeada por el sistema inmunitario.
La inflamación sistémica, como la que ocurre en infecciones crónicas o enfermedades autoinmunes, se ha asociado previamente con síntomas como depresión, fatiga o confusión. Sin embargo, los mecanismos exactos que explicaban esta relación seguían siendo difusos.
Ahora, los datos obtenidos en este estudio ayudan a explicar cómo una señal inmunitaria como IL-1β puede traducirse en cambios concretos en la actividad sináptica y, en consecuencia, en el comportamiento. Se fortalece así la hipótesis de que la inflamación puede desempeñar un papel causal y no solo secundario.
Este modelo integrador entre inmunidad y neurociencia también ayuda a entender por qué algunas personas con enfermedades inflamatorias desarrollan síntomas psiquiátricos, o por qué los antidepresivos tradicionales no funcionan en todos los casos.
El futuro de la psiquiatría podría pasar por una medicina más personalizada, que incluya marcadores inmunitarios como parte de la evaluación clínica.
¿Qué significa esto para las personas con TEA o TOC?
Tanto el TEA como el TOC son condiciones complejas, con múltiples causas genéticas, neurobiológicas y ambientales. Las conductas repetitivas son uno de los síntomas más frecuentes y también uno de los más resistentes al tratamiento.
La posibilidad de que estas conductas estén parcialmente impulsadas por procesos inflamatorios abre un nuevo horizonte terapéutico. Si se logra identificar pacientes con una activación inmunitaria significativa, se podrían aplicar tratamientos específicos que reduzcan la inflamación cerebral.
Además, esto sugiere que en algunos casos las personas que no responden bien a la terapia convencional podrían beneficiarse de estrategias combinadas que aborden tanto los circuitos neuronales como los mecanismos inmunitarios.
Este nuevo conocimiento también podría ayudar a reducir el estigma, al ofrecer una explicación biológica clara para ciertos síntomas que a menudo son malinterpretados como meros “malos hábitos”. Replantear estos comportamientos como síntomas inflamatorios es un paso hacia una psiquiatría más empática y basada en evidencia.

El futuro de la neuroinmunología aplicada a la salud mental
El estudio no solo ofrece resultados concluyentes, sino que plantea nuevos caminos por explorar. El siguiente paso, según los autores, será trasladar estos hallazgos a modelos humanos a través de estudios clínicos y análisis de biomarcadores inmunitarios.
También será clave investigar si la inflamación crónica de bajo grado, presente en condiciones como el estrés crónico o la obesidad, puede tener efectos similares sobre los receptores NMDA y el comportamiento. Esto ampliaría el impacto del hallazgo a un espectro más amplio de trastornos.
Por otro lado, comprender la interacción entre inflamación, sinapsis y conducta podría facilitar intervenciones más precisas en etapas tempranas del desarrollo, antes de que los síntomas se consoliden o se cronifiquen.
Este trabajo es un ejemplo de cómo la ciencia puede abrir nuevas ventanas terapéuticas donde antes solo había incertidumbre. La neuroinmunología está demostrando ser una pieza fundamental para comprender, tratar y prevenir muchos de los desafíos de la salud mental contemporánea.
Referencias
- Um J, Jung H, Kim Y, et al. The NLRP3 inflammasome in microglia regulates repetitive behavior by modulating NMDA glutamate receptor functions. Cell Rep. (2025). doi:10.1016/j.celrep.2025.113975
Cortesía de Muy Interesante
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