Algunos fenómenos de la existencia se resisten a ser explicados por la ciencia. Uno de los más misteriosos es la denominada lucidez terminal. Se ha demostrado que, en los últimos momentos de vida, algunos pacientes aquejados de enfermedades neurodegenerativas avanzadas, estados de coma prolongados o deterioros cognitivos severos experimentan episodios breves de absoluta claridad mental. Este fenómeno, conocido como lucidez terminal, ha intrigado durante siglos a médicos, cuidadores y familiares. Ahora, el filósofo y psicólogo austríaco Alexander Batthyány recoge en su obra El umbral. El extraño fenómeno de la lucidez terminal, su relación con las experiencias cercanas a la muerte y el misterio de la conciencia humana (Errata naturae, 2025) más de 800 casos documentados que desafían los conocimientos médicos actuales sobre el cerebro y la conciencia humana.
Una paradoja clínica desconcertante
La lucidez terminal alude al regreso inesperado de la conciencia en pacientes graves que, hasta ese momento, se encontraban profundamente desconectados de su entorno. Estas manifestaciones, que pueden durar desde unos pocos minutos hasta varias horas, suelen anteceder la muerte por un breve lapso.
A menudo, estos episodios implican interacciones verbales coherentes, el reconocimiento de familiares e incluso la expresión de reflexiones personales profundas. Estos comportamientos resultan aún más sorprendentes si se considera que muchos de los pacientes llevaban semanas o meses sin mostrar signos de respuesta cognitiva.
Un fenómeno conocido desde la Antigüedad
Aunque el término “lucidez terminal” se acuñó en época reciente —fue popularizado por el neurocientífico Michael Nahm en la década de 2000—, los registros de este fenómeno se remontan a tiempos antiguos. El filósofo Cicerón ya aludía a casos similares en el siglo I a.C., mientras que la literatura médica del siglo XIX, sobre todo en psiquiatría, acumuló múltiples relatos al respecto. Uno de los más célebres lo documentó el psiquiatra alemán Michael von Meduna en 1942, cuando observó una remisión completa en un paciente esquizofrénico antes de su muerte.
En tiempos modernos, la creciente atención hacia los cuidados paliativos ha facilitado una mejor documentación del fenómeno. Mediante la recopilación de relatos de médicos, enfermeras, familiares y cuidadores en hospicios y hospitales de todo el mundo, Batthyány ha contribuido de forma decisiva a este campo.
El patrón es recurrente. Pacientes con Alzheimer, tumores cerebrales o un daño cerebral extenso recuperan momentáneamente la capacidad de comunicarse, mostrar afecto y expresar pensamientos complejos antes de fallecer. ¿Por qué sucede?

Los datos empíricos: lo que dicen los estudios
El trabajo de Batthyány en El umbral se basa en un amplio repertorio de testimonios, pero también en estudios empíricos realizados en colaboración con instituciones médicas. En 2009, Batthyány y Nahm crearon una base de datos para recoger casos verificados, muchos de ellos registrados por profesionales de la salud en entornos clínicos controlados. A pesar de la calidad testimonial de muchos relatos, el volumen acumulado sugiere que la lucidez terminal no es un hecho aislado ni anecdótico, sino un fenómeno que se verifica con cierta regularidad.
Un estudio citado en el libro, por ejemplo, analizó 227 casos de lucidez terminal y encontró que, en el 88% de ellos, el episodio ocurrió dentro de las 48 horas previas al fallecimiento. La mayoría de los pacientes habían estado previamente diagnosticados con enfermedades neurodegenerativas avanzadas, incluyendo alzheimer y otros tipos de demencia. Lo que resulta más sorpredente es que algunos de estos pacientes habían perdido la capacidad de hablar o de reconocer a sus familiares años atrás.

¿Una respuesta cerebral o un fenómeno más allá del cerebro?
Uno de los grandes enigmas que plantea la lucidez terminal concierne su posible explicación científica. ¿Cómo puede una mente deteriorada por años de daño neuronal recuperar, siquiera por un instante, su funcionalidad? Batthyány considera diversas hipótesis, pero evita conclusiones cerradas. Estas son algunas de las explicaciones que se barajan.
Cambios neuroquímicos terminales
Durante el proceso de muerte, el cerebro podría liberar una serie de neurotransmisores, como la dopamina o las endorfinas, capaces de restaurar por un breve periodo ciertos circuitos neuronales. Esta hipótesis, sin embargo, no explicaría cómo pacientes con daños estructurales severos pueden recuperar funciones perdidas.
Desconexión inhibitoria
Algunos neurocientíficos sugieren que, al morir, ciertas zonas inhibitorias del cerebro podrían dejar de funcionar antes que otras, lo que permitiría a las regiones aún intactas “liberarse” y operar de forma momentánea. Esto equivaldría a un último esfuerzo fisiológico del sistema nervioso antes del colapso definitivo.
Teorías de la conciencia no-local
Más allá de las interpretaciones neurológicas, algunos investigadores, entre ellos Batthyány, abren la puerta a perspectivas menos ortodoxas. Proponen que la conciencia podría no estar limitada de forma exclusiva por la fisicidad del cerebro y que, por tanto, sería capaz de “manifestarse” cuando el cuerpo se acerca a su final. Aunque esta idea carece de pruebas empíricas aceptadas por la comunidad científica, su formulación busca abrir nuevos marcos teóricos ante un fenómeno que los medios ortodoxos aún no han logrado explicar.

El dilema ético y clínico
La lucidez terminal también plantea desafíos prácticos y éticos. Para muchos familiares, el episodio representa una oportunidad inesperada de despedirse o reconciliarse con sus seres queridos, pero también puede generar confusión emocional. Algunas personas interpretan la mejoría como señal de recuperación, lo que suele generar falsas esperanzas. Desde el punto de vista clínico, los profesionales sanitarios deben formarse para saber identificar la lucidez terminal, de manera que puedan acompañar emocionalmente a los familiares durante este momento de transición.
Más allá de la ciencia: implicaciones filosóficas y espirituales
El ensayo El umbral no elude la dimensión existencial del fenómeno. Batthyány considera que la lucidez terminal podría entenderse como un umbral entre dos estados del ser: una frontera entre la vida y la muerte en la que la conciencia se libera de sus limitaciones físicas.
Aunque el autor no adopta una postura religiosa, admite que muchos testimonios evocan una profunda sensación de paz, claridad o incluso trascendencia. Esto ha provocado que algunas tradiciones espirituales interpreten la lucidez terminal como una manifestación del alma antes de abandonar el cuerpo. Desde un punto de vista más secular, el fenómeno invita a repensar los límites de lo que entendemos por “mente”, “persona” o “identidad”, sobre todo en pacientes que han perdido toda capacidad cognitiva y, sin embargo, en sus últimos momentos, parecen recuperarla por un instante.
Hacia una nueva comprensión del final de la vida
La lucidez terminal sigue siendo un misterio científico, pero también una puerta abierta a la reflexión. El trabajo de Alexander Batthyány en El umbral ha contribuido de forma decisiva a consolidar su estudio como una disciplina emergente en la intersección entre neurología, psicología y filosofía de la mente.
Lejos de ser un simple efecto residual del cerebro moribundo, la lucidez terminal podría obligarnos a repensar nuestra comprensión de la conciencia y su relación con el cuerpo humano. En palabras del propio Batthyány, “quizás lo que sucede al final no sea una desaparición, sino una revelación”.
Referencias
- Batthyány, Alexander. 2025. El umbral. El extraño fenómeno de la lucidez terminal, su relación con las experiencias cercanas a la muerte y el misterio de la conciencia humana. Madrid: Errata naturae.
Cortesía de Muy Interesante
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