La soledad como factor de riesgo en el dolor crónico: estrategias de intervención

Sentirse sola no es solo un problema emocional: puede afectar directamente al cuerpo, empeorar la percepción del dolor y complicar la recuperación. ¿Por qué la soledad se ha convertido en uno de los mayores enemigos silenciosos del bienestar físico y mental? Y lo más importante: ¿qué podemos hacer al respecto?

Cuando el dolor duele más si no hay nadie cerca

Imagina que te duelen las articulaciones desde hace semanas, el dolor es constante, agotador. Pero lo llevas sola. No tienes con quién desahogarte, no puedes pedir ayuda sin sentir que molestas, y te da miedo cansar a los pocos amigos que aún te escriben. Te vas aislando poco a poco. Y sin darte cuenta, el dolor ya no es solo físico: se ha vuelto más grande, más intenso e insoportable.

Esta escena, que muchas personas con dolor crónico conocen bien, no es solo una metáfora. Cada vez más estudios muestran que la soledad es un factor de riesgo para el empeoramiento del dolor. No hablamos únicamente de estar solo físicamente, sino de sentirse desconectado, invisible y sin una red de apoyo. Y eso puede marcar la diferencia entre vivir con dolor, o vivir atrapada en él.

Soledad y dolor crónico
El aislamiento social puede llevar a un bucle emocional y físico difícil de romper sin apoyo profesional y comunitario. Ilustración artística: DALL-E / SCP

Soledad y dolor: un cóctel inflamatorio

A nivel biológico, la soledad activa las mismas áreas cerebrales que se estimulan con el dolor físico. Esto significa que el cerebro interpreta el aislamiento social como una amenaza para la supervivencia, desencadenando una respuesta de estrés sostenido en el tiempo. ¿El resultado? Aumento de cortisol, inflamación y mayor sensibilidad al dolor.

En personas con enfermedades crónicas como fibromialgia, lupus, artritis reumatoide o dolor musculoesquelético persistente, esta inflamación se suma a la ya existente, y puede actuar como alcohol sobre una herida abierta.

Además, diversos estudios han observado que las personas que se sienten solas tienen peor calidad del sueño, lo que reduce la tolerancia al dolor, son más propensas a la depresión y la ansiedad, que agravan la experiencia dolorosa, tienen menos adherencia al tratamiento médico y psicológico y reportan más días con dolor incapacitante. En resumen: la soledad no solo duele, también aumenta el dolor.

El bucle del aislamiento

Uno de los grandes retos en el abordaje del dolor crónico es romper el bucle entre dolor y soledad. El problema es que el propio dolor lleva muchas veces al aislamiento: cuando te duele todo, cuesta quedar con amigos, seguir el ritmo de una conversación o salir a la calle. Muchas personas sienten que nadie las entiende, que sus síntomas son invisibles, y eso hace que se retiren del mundo. Y cuanto más se aíslan, menos oxitocina, menos apoyo emocional, más estrés y más dolor.

Este círculo vicioso tiene consecuencias también en el sistema sanitario. En España, por ejemplo, muchas personas con dolor crónico acuden con frecuencia a urgencias, no solo por el dolor físico, sino por el desamparo emocional que arrastran. Pero no siempre se identifican estos factores sociales detrás del síntoma físico.

Soledad, dolor y cerebro
La soledad prolongada activa las mismas áreas cerebrales que el dolor físico, amplificando su intensidad. Ilustración artística: DALL-E / SCP.

¿Qué podemos hacer? Estrategias de intervención

Romper con la soledad es posible. Aunque no siempre sea sencillo, existen estrategias terapéuticas y sociales que pueden marcar una diferencia real en la vida de quienes viven con dolor crónico. Aquí te enseñamos algunas estrategias para romper con ella:

1. Grupos de apoyo entre iguales

Participar en grupos presenciales u online donde otras personas comparten experiencias similares reduce la sensación de aislamiento e incomprensión. La validación que se recibe en estos entornos puede tener más efecto que muchas sesiones individuales. Además, favorece la adherencia al tratamiento y la autoestima.

2. Intervención psicológica 

Terapias como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) o la Terapia Cognitivo-Conductual integran objetivos sociales y de relaciones. Ayudan a la persona a identificar valores personales (como el deseo de conectar, contribuir o cuidar) y dar pequeños pasos hacia la reconexión, incluso viviendo con dolor.

3. Participación en actividades con propósito

Volver a participar en actividades significativas (aunque sea con limitaciones) ayuda a reconstruir la identidad más allá del dolor. Desde colaborar en una asociación, hacer voluntariado adaptado o asistir a talleres online, estas experiencias mejoran el estado de ánimo y amplían la red de apoyo de la persona con dolor.

Soledad y dolor crónico
Grupos de apoyo entre iguales reducen la sensación de incomprensión y fortalecen el manejo emocional del dolor. Ilustración artística: DALL-E / SCP.

4. Terapias comunitarias y prescripción social

En Reino Unido y otros países europeos, algunos centros de salud ya prescriben actividades sociales como parte del tratamiento. En España, la prescripción social está dando sus primeros pasos. La idea es simple: si la soledad enferma, generar oportunidades para reconectar puede sanar.

5. La tecnología puede ser una gran aliada

Existen plataformas específicas para personas con enfermedades crónicas donde se promueve el acompañamiento mutuo, el ejercicio físico adaptado o los encuentros virtuales. Estas herramientas reducen la barrera de movilidad que muchas veces impone el dolor, y permiten que la persona se sienta acompañada incluso desde casa.

Por ejemplo:

  • MyTherapyApp: una app gratuita que ayuda a llevar el control de la medicación, registrar síntomas y compartir el progreso con profesionales y familiares. También permite crear rutinas y establecer recordatorios, lo que facilita la autogestión del tratamiento en condiciones como la fibromialgia o el lupus.
  • PainToolKit (UK): una plataforma educativa muy valorada entre pacientes y profesionales, que ofrece recursos gratuitos y talleres online para ayudar a las personas a vivir mejor con dolor persistente. Su enfoque es práctico, comunitario y centrado en la autoeficacia.
  • Chronically Connected: una comunidad virtual (en inglés) que conecta a personas con enfermedades crónicas similares para compartir experiencias, participar en encuentros temáticos por videollamada y acceder a sesiones grupales con especialistas en salud mental y bienestar.
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Herramientas como MyTherapyApp o Chronically Connected facilitan el acompañamiento digital y la autogestión del dolor. Ilustración artística: DALL-E / SCP

¿Y si el dolor no es solo tuyo?

Un aspecto que a menudo olvidamos es el papel de las personas del entorno. Muchas veces no saben cómo ayudar, qué decir o cómo estar. Promover la educación en empatía es clave. Porque cuando alguien comprende lo que implica vivir con dolor constante, la relación cambia. Ya no se trata de “curar”, sino de acompañar.

El dolor no se va por estar acompañada, pero pesa menos cuando se comparte. Sentirse escuchada, comprendida y vista activa los mismos sistemas de recompensa cerebral que se ven disminuidos en el dolor crónico.

Conclusión: el antídoto invisible

En un mundo donde cada vez más personas viven solas o se sienten solas, poner el foco en la parte social del dolor es urgente e importante. No podemos tratar el cuerpo ignorando el corazón. La intervención en dolor crónico debe ser siempre biopsicosocial, y en esa ecuación, la conexión humana es una medicina de primera línea.

Quizás nunca eliminemos por completo el dolor. Pero si reducimos la soledad, podemos lograr algo igual de importante: hacer que la vida con dolor vuelva a ser una vida con sentido.

Referencias

  • Goubert L, Trompetter H. Towards a science and practice of resilience in the face of pain. Eur J Pain. 2017 Sep;21(8):1301-1315. doi: 10.1002/ejp.1062. Epub 2017 Jun 2. PMID: 28573783. doi: 10.1002/ejp.1062
  • Karayannis NV, Baumann I, Sturgeon JA, Melloh M, Mackey SC. The Impact of Social Isolation on Pain Interference: A Longitudinal Study. Ann Behav Med. 2019 Jan 1;53(1):65-74. doi: 10.1093/abm/kay017. PMID: 29668841; PMCID: PMC6301311. doi: 10.1093/abm/kay017
  • Muscatell KA, Eisenberger NI. A Social Neuroscience Perspective on Stress and Health. Soc Personal Psychol Compass. 2012 Dec 1;6(12):890-904. doi: 10.1111/j.1751-9004.2012.00467.x. Epub 2012 Dec 2. PMID: 23227112; PMCID: PMC3513933. doi: 10.1111/j.1751-9004.2012.00467.x

Cortesía de Muy Interesante



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