Hace 33 millones de años, estas moscas ya engañaban a sus depredadores imitando avispas

Un paseo por el campo puede ser una experiencia relajante… hasta que una avispa empieza a rondar. Lo curioso es que, muchas veces, lo que parece una avispa no lo es. Las llamadas moscas sírfidas, por ejemplo, son maestras del disfraz: inofensivas, sin aguijón, pero visualmente idénticas a una avispa. Este truco evolutivo, conocido como mimetismo batesiano, es una estrategia de supervivencia común en la naturaleza. Lo que no sabíamos hasta ahora era que este fenómeno no es un invento reciente. De hecho, un fósil hallado en la República Checa sugiere que estos engaños visuales ya se producían hace más de 30 millones de años.

El estudio, publicado en Current Biology, ha identificado a una especie extinta de sírfido, Spilomyia kvaceki, con un patrón de coloración tan preciso que no deja dudas sobre su objetivo: parecerse a una avispa. Lo más impactante no es solo la calidad del mimetismo, sino su antigüedad. Hasta ahora, las pruebas fósiles de mimetismo en insectos eran escasas y poco convincentes. Este nuevo hallazgo cambia el escenario por completo y obliga a reescribir parte de lo que creíamos sobre la evolución de estas estrategias.

Un fósil sorprendente hallado en Chequia

El descubrimiento se produjo en el yacimiento de Děčín-Bechlejovice, al norte de la República Checa, una zona conocida por sus fósiles del Oligoceno temprano. Allí, investigadores de la Universidad Carolina encontraron un espécimen extraordinariamente bien conservado de una mosca del género Spilomyia. El fósil fue bautizado como Spilomyia kvaceki, en homenaje al paleobotánico Zlatko Kvaček. Lo destacable no es solo su estado de conservación, sino el nivel de detalle en el patrón de coloración de su cuerpo.

Según los autores del trabajo, este fósil es “el primer caso conocido de mimetismo preciso de avispa en un insecto fósil”. Esto lo convierte en una pieza clave para comprender cómo y cuándo apareció esta estrategia en la historia evolutiva. Hasta ahora, los fósiles de imitadores solo mostraban parecidos vagos con sus modelos, lo que dificultaba confirmar que realmente se tratase de un caso de mimetismo batesiano.

Fuente: Current Biology

¿Qué es el mimetismo batesiano y por qué importa?

El mimetismo batesiano es una forma de engaño evolutivo en la que una especie inofensiva adopta la apariencia de otra peligrosa para evitar ser devorada. En este caso, moscas que imitan a avispas. Las verdaderas avispas cuentan con aguijones y una reputación bien ganada, por lo que los depredadores aprenden rápidamente a evitarlas. Si una mosca logra parecerse lo suficiente a una avispa, tiene muchas más probabilidades de sobrevivir.

Esta forma de camuflaje tiene una importancia central en ecología y evolución, ya que refleja cómo la presión selectiva puede moldear la apariencia de una especie en función de sus relaciones con otras. Es una especie de “guerra fría” evolutiva donde los depredadores deben aprender a distinguir entre presa real y trampa. Lo sorprendente de este estudio es que el mimetismo de Spilomyia kvaceki no solo era preciso, sino que apareció en un contexto ecológico muy diferente al actual.

Recreación de una mosca que imita avispas. Fuente: ChatGPT / E. F.

Las aves del pasado también fueron engañadas

Uno de los puntos más interesantes del estudio es que el mimetismo de esta especie fósil no estaba dirigido a los pájaros actuales, sino a otro grupo de aves extintas. En la actualidad, los principales depredadores de insectos en Europa son los pájaros paseriformes (como los jilgueros, gorriones o mirlos), pero hace 33 millones de años estos aún no dominaban los ecosistemas.

“El mimetismo de avispas que vemos en las sírfidas actuales ya estaba completamente formado cuando Europa estaba dominada por aves muy diferentes”, explica la investigadora principal del estudio, Klára Daňková. En concreto, el trabajo sugiere que las aves no paserinas, como las del grupo Coraciimorphae (abejarucos, martines pescadores) y Apodiformes (vencejos), podrían haber sido las responsables de ejercer esta presión selectiva en el pasado.

Este dato no solo amplía el marco temporal del mimetismo, sino que también obliga a reconsiderar el papel que distintas aves han tenido en la evolución de los insectos. La interacción entre depredador y presa no solo se da en el presente, sino que tiene raíces profundas que se remontan a decenas de millones de años.

Fuente: Current Biology

Un mimetismo tan real que engaña hasta en piedra

Lo que más asombra de este fósil es el nivel de precisión en la imitación. Según el estudio, el patrón de coloración de Spilomyia kvaceki reproduce con gran fidelidad las marcas corporales de las avispas sociales, como las del género Palaeovespa, también encontradas fosilizadas en el mismo yacimiento. Esto respalda la hipótesis de que existía una interacción ecológica real entre modelo (avispa) e imitador (mosca), incluso hace más de 30 millones de años.

El fósil muestra bandas oscuras y claras bien definidas, una morfología corporal estilizada y proporciones similares a las de las avispas actuales. Todo ello apunta a que el parecido no era casual, sino el resultado de una evolución dirigida“La precisión del fósil es extraordinaria”, señala el equipo en el artículo. Esto representa una prueba tangible de que la evolución del mimetismo batesiano no solo es más antigua de lo que creíamos, sino también más sofisticada.

Lo que este hallazgo cambia sobre la evolución animal

Hasta ahora, se pensaba que el mimetismo de alta precisión era un fenómeno relativamente moderno, resultado de la evolución paralela entre insectos y aves paseriformes. Este nuevo fósil demuestra que esa idea es incompleta. El mimetismo ya estaba presente mucho antes de la aparición de estos pájaros y, por tanto, debió surgir bajo otras condiciones ecológicas.

La presencia simultánea de fósiles de avispas y moscas imitadoras en el mismo entorno geológico sugiere que la presión evolutiva no solo era real, sino efectiva. Esto no solo aporta evidencia directa de cómo se desarrolló el mimetismo, sino que también ayuda a reconstruir el ecosistema de esa época: uno en el que insectos, aves y otras especies interactuaban de formas complejas.

Además, abre nuevas preguntas sobre la estabilidad de los rasgos evolutivos. Si un patrón visual fue tan efectivo hace 33 millones de años como lo es hoy, ¿qué nos dice eso sobre la constancia de ciertos comportamientos depredadoresa lo largo del tiempo? ¿Y sobre la capacidad de la selección natural para fijar estrategias de engaño?

Referencias

  • Klára Daňková et al., Highly accurate Batesian mimicry of wasps dates back to the Early Oligocene and was driven by non-passerine birds, Current Biology (2025). DOI: 10.1016/j.cub.2025.02.069.

Cortesía de Muy Interesante



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