Un terremoto leve sacude Pompeya y reactiva el temor a una gran erupción: “el volcán que puede cambiar Europa”

Una sacudida de apenas unos segundos ha reabierto una herida milenaria. En el día de ayer, un sismo de magnitud 3,2 sacudió el sur de Italia y provocó el colapso parcial de una pared y una bóveda en Pompeya, uno de los yacimientos arqueológicos más icónicos del mundo. Aunque no hubo heridos y el área afectada no contenía frescos ni piezas de valor, el incidente ha vuelto a poner sobre la mesa una realidad incómoda: el terreno que sepultó Pompeya en el año 79 d.C. sigue vivo. Y su actividad, lejos de ser anecdótica, podría cambiarlo todo.

El temblor no fue un evento aislado. Forma parte de una secuencia sísmica vinculada a una de las estructuras geológicas más temidas del planeta: los Campos Flégreos, una caldera volcánica activa situada al oeste de Nápoles. Esta zona, conocida por su historia explosiva, está siendo vigilada con creciente preocupación por vulcanólogos y autoridades. La reciente sacudida ha demostrado, una vez más, que el gigante dormido respira… y a veces, también ruge.

Un temblor en el corazón de la historia

El epicentro del sismo del 5 de junio se localizó cerca de esta caldera volcánica, en una región donde los enjambres sísmicos se han intensificado durante los últimos meses. La onda expansiva alcanzó Pompeya, a unos 30 kilómetros de distancia, provocando daños en la Insula Meridionalis, una zona que ya había sufrido en el terremoto de 1980. A pesar de las restauraciones realizadas desde entonces, el movimiento fue suficiente para derribar parte de una estructura que, por fortuna, no albergaba elementos artísticos.

Las autoridades del Parque Arqueológico de Pompeya han activado una inspección completa de todo el recinto para evaluar posibles afectaciones adicionales. No es una tarea sencilla: el yacimiento abarca 170 hectáreas y contiene más de 13.000 estancias repartidas entre casas, talleres, calles y templos. Aunque buena parte del sitio ha sido restaurada, sigue siendo vulnerable. Y lo ocurrido esta semana demuestra que el pasado puede desmoronarse en cualquier momento.

Humo emergiendo de la solfatara, un cráter volcánico poco profundo situado en los Campos Flégreos
Humo emergiendo de la solfatara, un cráter volcánico poco profundo situado en los Campos Flégreos. Foto: Istock

El verdadero protagonista invisible de esta historia es la caldera de los Campos Flégreos, una depresión volcánica de unos 12 kilómetros de diámetro. Se trata de uno de los supervolcanes más peligrosos de Europa, responsable de erupciones masivas hace decenas de miles de años. A diferencia del Vesubio, cuya forma cónica delata su naturaleza, los Campos Flégreos se esconden bajo la superficie, camuflados entre barrios residenciales, balnearios termales y lagunas humeantes.

Durante los últimos años, el nivel del suelo en la zona ha ido elevándose, una señal de que el sistema magmático subyacente está activo. Este fenómeno, conocido como bradisismo, ha provocado evacuaciones temporales en varias ocasiones. Y aunque los expertos aseguran que una erupción no es inminente, el aumento de la actividad sísmica y los episodios de desgasificación son señales que nadie puede ignorar.

Pompeya: frágil como una cápsula del tiempo

Pompeya es, en muchos sentidos, un milagro arqueológico. Sepultada bajo toneladas de ceniza tras la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., la ciudad quedó congelada en el tiempo, conservando una instantánea única de la vida cotidiana en el Imperio romano. Cada rincón del yacimiento cuenta una historia: desde los grafitis en las paredes hasta los moldes de los cuerpos atrapados por el desastre.

Pero esa misma condición que la hace excepcional también la hace vulnerable. El peso del tiempo, las inclemencias del clima, el turismo masivo y ahora los temblores, erosionan cada día sus estructuras. Los responsables del parque han reforzado la vigilancia estructural con sensores y sistemas de monitoreo, y colaboran con universidades y expertos internacionales para desarrollar nuevas técnicas de conservación. Sin embargo, cada nuevo sismo es un recordatorio de que preservar este tesoro es una carrera contra el tiempo… y contra la naturaleza.

El temblor no solo reabrió grietas físicas, sino también simbólicas. Italia, hogar de decenas de sitios arqueológicos únicos, se enfrenta al enorme desafío de conservar su patrimonio en un entorno geológico inestable. La coexistencia entre la belleza antigua y la amenaza moderna se vuelve cada vez más frágil.

Una imagen captada por dron revela el derrumbe parcial de un muro y parte de una bóveda en la Insula Meridionalis
Una imagen captada por dron revela el derrumbe parcial de un muro y parte de una bóveda en la Insula Meridionalis, dentro del área arqueológica de Pompeya, tras una serie de temblores vinculados a la actividad sísmica en los Campos Flégreos Foto: Ministerio de Cultura y Turismo.

Pompeya recibe más de 2,5 millones de visitantes al año. Es una fuente de orgullo nacional y un pilar para el turismo. Pero cada visita, cada pisada, también representa una carga para un ecosistema arqueológico que no fue diseñado para sobrevivir a la modernidad. Y si a eso se le suma la amenaza de fenómenos naturales impredecibles, el equilibrio se vuelve aún más precario.

Los recientes sismos en la región napolitana han reavivado los temores sobre una posible gran erupción. Aunque los científicos aseguran que aún no hay señales claras de un evento inminente, el riesgo es real. La historia geológica de los Campos Flégreos incluye episodios de tal magnitud que, de repetirse, podrían tener consecuencias catastróficas para toda Europa.

La vigilancia científica es constante, pero también lo es la incertidumbre. ¿Hasta qué punto podemos predecir una erupción? ¿Estamos invirtiendo lo suficiente en prevención? ¿Qué pasaría con lugares como Pompeya si se repitiera un evento de gran magnitud? Son preguntas que los recientes acontecimientos han vuelto a colocar en el centro del debate.

Vista general de las ruinas de Pompeya, la antigua ciudad romana sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., hoy uno de los yacimientos arqueológicos más visitados del mundo
Vista general de las ruinas de Pompeya, la antigua ciudad romana sepultada por la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., hoy uno de los yacimientos arqueológicos más visitados del mundo. Foto: Istock/Christian Pérez

Una advertencia disfrazada de temblor

Lo ocurrido en Pompeya es un aviso. Un recordatorio de que el suelo bajo nuestros pies guarda secretos tan antiguos como peligrosos. La nota de prensa difundida por el Ministerio de Cultura italiano y los informes posteriores confirman lo que ya se sospechaba: el sur de Italia sigue siendo un tablero sísmico en constante movimiento.

El temblor no ha sido devastador, pero sí significativo. No solo por los daños materiales, sino porque ha vuelto a exponer la vulnerabilidad de un patrimonio irremplazable. Y nos recuerda, con una sacudida, que la historia no solo se conserva. También puede desmoronarse.

Cortesía de Muy Interesante



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