La ciencia está redefiniendo lo posible. De la visión infrarroja al alivio del dolor sin fármacos, varios descubrimientos recientes confirman que el futuro ya no es una promesa lejana, sino una realidad en construcción. Investigaciones en Japón, China y Australia están dando paso a tecnologías que imitan, mejoran o incluso superan funciones naturales del cuerpo humano, abriendo nuevas rutas para tratar enfermedades, ampliar los sentidos o hacer que la medicina sea más accesible y personalizada.
Científicos han desarrollado lentes de contacto que permiten ver el infrarrojo incluso con los ojos cerrados, una retina artificial capaz de distinguir movimientos y colores con altísima precisión sin necesidad de baterías, y un videojuego terapéutico que enseña al cerebro a bloquear el dolor sin usar medicamentos. A esto se suma un tipo de sangre artificial compatible con todos los grupos sanguíneos, que puede almacenarse por años y podría transformar las transfusiones en contextos de emergencia o escasez.
Todos estos avances tienen algo en común: combinan biología, ingeniería y algoritmos para crear soluciones prácticas que hasta hace poco parecían ciencia ficción. Desde herramientas de visión aumentada hasta terapias no invasivas basadas en señales cerebrales, el presente de la innovación está lleno de ideas diseñadas no solo para curar, sino para ampliar las capacidades humanas y mejorar la calidad de vida de millones de personas.
La sangre artificial universal que podría cambiar el futuro de las transfusiones en todo el mundo
Un equipo de científicos japoneses ha desarrollado una innovadora forma de sangre artificial compatible con todos los grupos sanguíneos, un avance que podría solucionar uno de los mayores retos en medicina: la escasez de donaciones.
Este proyecto está liderado por Hiromi Sakai, investigadora de la Universidad Médica de Nara, y busca ofrecer una alternativa segura y duradera a las transfusiones tradicionales, especialmente en contextos donde mantener un suministro constante de sangre resulta complicado.
La clave del desarrollo está en el uso de hemoglobina extraída de sangre caducada. Esta proteína, que se encarga de transportar oxígeno en el cuerpo, se encapsula dentro de una membrana protectora para formar glóbulos rojos sintéticos. Al no tener antígenos, estas células artificiales no requieren pruebas de compatibilidad, lo que las convierte en una opción universal para transfusiones de emergencia.
Otro de sus puntos fuertes es la conservación. Mientras que los glóbulos rojos donados solo pueden almacenarse refrigerados por un máximo de 42 días, esta sangre artificial se mantiene estable durante dos años a temperatura ambiente y hasta cinco años si se refrigera. Esto representa una gran ventaja logística en situaciones de desastre, zonas de difícil acceso o países con recursos limitados.

Primeras pruebas en humanos y perspectivas para el futuro
Las pruebas clínicas comenzaron en 2022 con ensayos en pequeños grupos de voluntarios sanos. En total, doce hombres entre 20 y 50 años recibieron inyecciones de vesículas de hemoglobina, es decir, versiones artificiales de glóbulos rojos diseñadas para transportar oxígeno.
La cantidad administrada varió entre los participantes, con un máximo de 100 mililitros. Aunque algunos presentaron efectos secundarios leves, no se detectaron alteraciones significativas en sus signos vitales, como la presión arterial.
Este resultado alentador permitió avanzar hacia una segunda fase. En marzo de 2025, el equipo comenzó a probar dosis más altas, entre 100 y 400 mililitros, en nuevos voluntarios. El objetivo actual es verificar la seguridad y eficacia del tratamiento antes de ampliar su uso. Si los próximos resultados son positivos, la sangre artificial podría comenzar a utilizarse de forma práctica hacia el año 2030.
Además del equipo de Sakai, otros grupos de investigación en Japón están apostando por diseños alternativos de portadores artificiales de oxígeno. Es el caso de Teruyuki Komatsu, de la Universidad Chuo, quien trabaja con hemoglobina encapsulada en albúmina para tratar emergencias como hemorragias o accidentes cerebrovasculares. Sus experimentos en animales han mostrado resultados prometedores, y el paso siguiente será validar su eficacia en estudios clínicos con humanos.
Científicos logran visión superhumana con lentes que permiten ver infrarrojo, incluso con los ojos cerrados
Ver lo invisible: la ciencia convierte la luz infrarroja en color visible. Un nuevo tipo de lentes de contacto permite a los humanos ver luz infrarroja sin necesidad de baterías ni intervenciones quirúrgicas. Investigadores de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China desarrollaron unas lentes blandas y transparentes que incorporan nanopartículas capaces de convertir luz infrarroja cercana (NIR) en luz visible. El hallazgo, publicado en Cell, representa un avance sin precedentes en la tecnología de visión aumentada.
Las lentillas funcionan mediante conversión ascendente (upconversion): transforman fotones de baja energía en fotones de mayor energía. Las nanopartículas integradas en las lentes absorben luz NIR y la reemiten como rojo, verde o azul, permitiendo al ojo humano detectar señales que normalmente serían invisibles. Y lo hacen sin necesidad de electricidad: la conversión ocurre gracias a la estructura de las partículas.
En pruebas con ratones, los animales evitaron activamente una caja iluminada solo con luz infrarroja. En cambio, ratones sin las lentes no distinguieron entre una caja oscura y una con luz infrarroja cercana. Esta respuesta confirmó que los dispositivos dotaban de una visión funcional en el espectro invisible.
En humanos, los participantes lograron detectar señales en código Morse hechas con luz infrarroja. De forma sorprendente, las señales se percibían mejor con los ojos cerrados, ya que la luz NIR atraviesa los párpados, mientras que la luz visible es bloqueada. Este fenómeno sugiere aplicaciones discretas o incluso en situaciones de baja visibilidad.

Visión en color: codificar lo invisible para entender el entorno
Los investigadores desarrollaron una versión tricromática de las lentes que convierte distintas longitudes de onda infrarroja en colores visibles. Por ejemplo, luz de 980 nanómetros aparece azul, la de 808 nm se convierte en verde, y la de 1.532 nm en rojo. Esto permite a los usuarios ver el mundo infrarrojo no solo como luz, sino como información codificada por color.
Los voluntarios distinguieron patrones, letras y objetos que reflejaban luz infrarroja, algo imposible para el ojo humano sin ayuda. Con las lentes, esos objetos cobraban color y forma, revelando detalles que de otro modo pasarían desapercibidos. Esto abre la puerta a nuevas formas de comunicación, detección y seguridad visual.
Aunque las lentillas actuales solo detectan fuentes LED infrarrojas potentes, el equipo trabaja en aumentar la sensibilidad. El objetivo es que puedan captar luz NIR ambiental, lo que permitiría ver con más claridad en entornos nocturnos o incluso recibir información desde superficies codificadas.
Las aplicaciones van desde seguridad hasta asistencia para personas con daltonismo. Por ejemplo, ciertos colores que una persona daltónica no puede ver podrían ser convertidos en tonalidades perceptibles. También podría usarse para lectura de señales invisibles, autenticación de objetos o comunicación cifrada.
Un videojuego que entrena al cerebro para calmar el dolor sin medicamentos
Un videojuego con estética amigable y sin necesidad de fármacos está llamando la atención del mundo científico. Se trata de PainWave, una innovadora terapia desarrollada por investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) en Sídney, que utiliza un casco con sensores cerebrales y una aplicación interactiva para ayudar a personas con dolor crónico.
El sistema fue probado en pacientes con dolor neuropático corneal, una afección que genera una intensa incomodidad en los ojos y la cara, y que hasta ahora tenía pocas opciones de alivio sin medicamentos.
Durante cuatro semanas, los participantes jugaron con un programa visual que mostraba una medusa nadando en aguas oscuras. A medida que lograban calmar sus ondas cerebrales, el agua se aclaraba, dando una señal positiva al cerebro.
Este proceso de retroalimentación en tiempo real, conocido como neurofeedback, permite que los pacientes entrenen su mente para modificar los patrones cerebrales asociados al dolor. En este pequeño ensayo inicial, el 75 % de los participantes reportó una mejora significativa, comparable a la efectividad de los opioides.
Aunque los resultados son prometedores, los científicos advierten que la muestra fue muy reducida. Aun así, el avance marca un punto de partida clave para explorar terapias digitales que empoderen a los pacientes y reduzcan la dependencia de medicamentos. Además, al tratarse de una tecnología portátil y sin efectos secundarios graves, representa una alternativa accesible para quienes tienen dificultades para acceder a tratamientos tradicionales.
Un paso más cerca de una terapia digital casera contra el dolor
PainWave no es solo una herramienta médica innovadora: es el resultado de más de una década de investigación sobre las bases cerebrales del dolor neuropático. La profesora Sylvia Gustin, líder del proyecto, lleva años estudiando el tálamo, una región cerebral que actúa como estación de relevo sensorial.
En pacientes con dolor crónico, se ha detectado una alteración en las ondas cerebrales: hay más actividad lenta (theta), menos ondas alfa y un exceso de ondas rápidas (beta altas). Esta desregulación podría ser la responsable de que el tálamo transmita señales de dolor de forma persistente.
El sistema diseñado por su equipo no solo proporciona alivio, sino que lo hace de forma comprensible y práctica para los usuarios. Además, los pacientes aprenden a utilizarlo por sí solos desde casa, enviando sus datos cerebrales al equipo investigador para su análisis. Esta facilidad de uso y autonomía refuerzan su potencial como herramienta de salud accesible y sostenible.
Actualmente, el equipo de UNSW está trabajando en un ensayo clínico más amplio que incluirá a 224 personas con dolor crónico derivado de lesiones en la médula espinal. Los nuevos ensayos buscarán comprobar si el sistema puede aliviar distintos tipos de dolor neuropático y si puede integrarse dentro del sistema sanitario. Para los investigadores, el verdadero avance está en mostrar que el cerebro, con entrenamiento adecuado, puede aprender a apagarse su propio dolor.

Un ojo artificial inspirado en la naturaleza: cómo funciona y qué lo hace especial
Imagina un ojo que no necesita electricidad externa y que puede distinguir colores con tanta precisión como el tuyo. Ese es el avance conseguido por científicos japoneses, quienes diseñaron un sensor ocular artificial capaz de reconocer diferencias mínimas entre tonos de luz, funcionando además como una especie de mini cerebro óptico.
Inspirado en el funcionamiento de la retina humana, este dispositivo filtra y procesa la información visual desde el mismo momento en que capta la luz, igual que hacen nuestros ojos antes de enviar señales al cerebro.
El sistema está formado por dos diminutas células solares modificadas, cada una sensible a un color específico: una responde con fuerza al azul y la otra al rojo. Al recibir luz, generan señales eléctricas opuestas —positivas para una, negativas para otra— lo que permite al dispositivo interpretar qué color está viendo.
Pero no se trata solo de ver colores. Este ojo artificial también puede realizar operaciones lógicas —como las que hacen las computadoras— y reconocer patrones visuales simples, como secuencias de luz codificadas. Esto significa que no solo detecta, sino que también interpreta, lo que abre la puerta a sistemas de visión inteligentes que podrían funcionar de forma autónoma sin depender de servidores o procesadores complejos.
Hacia una visión artificial eficiente, portátil y autónoma
Gracias a esta característica, el dispositivo podría integrarse en una gran variedad de aplicaciones donde la energía es limitada. Por ejemplo, en sensores ambientales que monitorean la luz en bosques remotos, en cámaras de seguridad instaladas en zonas sin acceso a electricidad, o incluso en dispositivos médicos portátiles que siguen los signos vitales de pacientes usando diferentes colores de luz. Todo esto, sin comprometer la precisión de la información que capturan.
Aunque todavía se encuentra en etapas de desarrollo, los resultados del estudio muestran un rendimiento prometedor: logró reconocer movimientos humanos como correr o saludar con una precisión del 82 %, y clasificó colores con un 100 % de acierto.
Aún quedan desafíos técnicos por resolver, especialmente para su uso en condiciones reales y complejas, pero los investigadores están convencidos de que, con ajustes en los materiales y el diseño, este pequeño ojo solar podría convertirse en una pieza clave de la visión artificial del futuro.
Referencias
- Ma Y, Chen Y, Wang S, et al. Near-infrared spatiotemporal color vision in humans enabled by upconversion contact lenses. Cell. (2025). doi:10.1016/j.cell.2025.04.019
- Azuma H, Amano T, Kamiyama N, et al. First-in-human phase 1 trial of hemoglobin vesicles as artificial red blood cells developed for use as a transfusion alternative. Blood Adv. (2022). doi:10.1182/bloodadvances.2022007977
- Komatsu, H., Hosoda, N. & Ikuno, T. Polarity-tunable dye-sensitized optoelectronic artificial synapses for physical reservoir computing-based machine vision. Sci Rep. (2025). doi: 10.1038/s41598-025-00693-0
- Hesam-Shariati, Negin, et al. The Effect of an EEG Neurofeedback Intervention for Corneal Neuropathic Pain: A Single-Case Experimental Design with Multiple Baselines. The Journal of Pain (2025). doi: 105394
Cortesía de Muy Interesante
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