¿Y si el cerebro pudiera seguir aprendiendo incluso mientras dormimos? ¿Sería posible transformar el descanso en una herramienta de estudio? La respuesta es sí y no, en función de lo que entendamos por aprender. Absorber información compleja o formarse en una nueva habilidad desde cero es casi imposible mientras estás en brazos de Morfeo. Aunque el cerebro dormido no está, ni mucho menos, apagado.
A lo largo del siglo XX, esta curiosa posibilidad ha encendido la imaginación de científicos, publicistas y guionistas por igual. Desde grabaciones nocturnas con mensajes motivacionales hasta escenas de películas en las que alguien aprende un idioma mientras duerme, la idea de usar el sueño como aula ha oscilado entre lo prometedor y lo absurdo. Pero más allá del mito, la ciencia del siglo XXI está empezando a revelar que el cerebro dormido no solo descansa: también selecciona, reorganiza y, en ciertos casos, reacciona a estímulos que podrían dejar huella. ¿Hasta dónde llega esa capacidad? Ahí empieza lo interesante.
El concepto de aprendizaje durante el sueño —conocido como hipnopedia— tiene una larga historia. El primer estudio que demostraba que dormir traía beneficios a la memoria fue llevado a cabo en 1914 por la psicóloga alemana Rosa Heine. Descubrió que estudiar nueva información en las horas previas al sueño daba mejores resultados a la hora de recordarla, comparado con hincar los codos más temprano.

La formación de recuerdos
Gracias a muchas investigaciones hechas desde entonces, sabemos que el sueño es crucial para la formación de recuerdos a largo plazo sobre lo que hemos vivido durante el día. El cerebro durmiente revive las experiencias recientes y las consolida, trasladándolas desde el hipocampo, donde se graban en un principio, a otras regiones del encéfalo. Teniendo en cuenta que los recuerdos son procesados durante la noche, puede surgirnos la duda de si son alterados, intensificados o, incluso, recreados de cero en el proceso.
En la década de 1950, cuando se empezó a usar el electroencefalograma (EEG) para monitorizar las ondas cerebrales durante el sueño, se descubrió que, si se aprendía algo en ese tiempo, era solo porque algún estímulo había despertado a los participantes en los experimentos. Así, las teorías sobre la posibilidad de estudiar mientras se plancha la oreja quedaron refutadas y lanzadas al saco de las pseudociencias.
Sin embargo, hace poco, se ha confirmado que la sesera sí puede absorber información e, incluso, formar nuevos recuerdos cuando está dormida. Aunque serían recuerdos inconscientes, eso es lo malo. Esto ocurre porque es una forma de aprendizaje muy básica y mucho más sencilla que la que tiene lugar en tus neuronas cuando quieres aprender alemán o mecánica cuántica.
Reforzando recuerdos con estímulos dormidos
Durante el sueño, especialmente en la fase profunda NREM (de ondas lentas), nuestro cerebro no está desconectado, sino trabajando a pleno rendimiento. Un estudio reciente publicado en Nature describe una técnica fascinante llamada reconsolidación específica.
Aquí, durante el aprendizaje en estado consciente, se asocia un estímulo —por ejemplo, un olor o sonido— con lo que se quiere memorizar. Luego, ese mismo estímulo se presenta mientras dormimos y ayuda a “refrescar” ese recuerdo, consolidándolo de forma selectiva.
La aplicación práctica es emocionante: imagina aprender una pieza musical, o repasar vocabulario, y fortalecer el recuerdo sin esfuerzo consciente mientras duermes.
Además, otro estudio reciente demostró que estos estímulos durante el sueño no solo refuerzan lo ya aprendido, también pueden facilitar la conexión entre diferentes recuerdos contextuales. Por ejemplo, si asocias varias ideas con una historia o contexto antes de dormir, al reactivar uno de los estímulos, no solo reforzas ese dato, sino todo el conjunto relacionado. Quizá no aprenderás desde cero, pero sí podrás afianzar lo que has repasado.

La asociación con olores
Así, parece ser que el aprendizaje condicionado sí puede darse mientras dormimos. En un estudio israelí de 2012 se comprobó que la gente puede aprender a asociar olores a sonidos durante el sueño. Los experimentadores tocaban determinada melodía mientras se liberaba un desagradable olor a pescado podrido en la sala donde dormían los participantes. Una vez despiertos, al oír de nuevo la misma música, los voluntarios contenían la respiración, en anticipación al olor.
Aunque se trataba de un recuerdo implícito o inconsciente, podía afectar al comportamiento de las personas. Los investigadores descubrieron, además, que los fumadores consumían menos tabaco después de haberse pasado la noche anterior expuestos al aroma de cigarrillos mezclados con huevos podridos o pescado en mal estado. Sus cerebros habían aprendido la lección mientras dormían. Por otra parte, aprender nuevas habilidades en sueños podría aplicarse también al estudio del lenguaje.
En un trabajo publicado en Current Biology, los participantes dormidos en el experimento escuchaban parejas de palabras inventadas asociadas a su supuesto significado, por ejemplo, guga y elefante. Después, cuando despertaban, solían acertar bastante bien cuando tenían que elegir la traducción de una palabra inventada en una prueba de tipo test.
Aun así, por el momento, parece ser que poner en jaque un buen descanso de calidad a cambio de aprender unas cuantas palabras no merece la pena.
El cerebro ensaya caminos: la magia de la replay hipocámpica
Una de las maravillas más fascinantes durante el sueño es el fenómeno conocido como replay hipocámpico. En estudios con animales y humanos se ha observado que, durante fases profundas del sueño, el hipocampo “reproduce” patrones neuronales similares a los del aprendizaje del día, pero a una velocidad acelerada.
Este ensayo cerebral permite organizar y reforzar rutas cognitivas sin intervención consciente, como si el cerebro repasara mentalmente lo aprendido en piloto automático.
Esta actividad coordinada entre el hipocampo y la neocorteza forma el núcleo de la hipótesis de “consolidación de sistema activo”: el cerebro transfiere recuerdos del hipocampo (memoria inmediata) a la neocorteza (memorías permanentes) durante el sueño.
Además, la densidad de los llamados “spindles” o husos del sueño —breves patrones de ondas cerebrales en el estadio 2— está relacionada con la mejora del aprendizaje, aunque los resultados aún son mixtos. Lo cierto es que el cerebro no solo duerme: edifica, conecta y reafirma.

Soñar no cuesta nada… y a veces también enseña
Dormir no es perder el tiempo. Al contrario, mientras descansamos, el cerebro trabaja de manera silenciosa y ordenada, clasificando lo vivido, reforzando lo aprendido y, en ciertos casos, dejando que nuevas asociaciones se cuelen sin que apenas nos demos cuenta. No necesitamos despertarnos sabiendo tocar el piano o hablar alemán, pero sí podemos confiar en que cada noche nuestro cerebro pule poco a poco lo que intentamos aprender durante el día.
Aunque la idea de aprender dormidos suena a ciencia ficción, la realidad es más sutil, pero no menos fascinante. No se trata de memorizar grandes volúmenes de datos en sueños, sino de entender que el aprendizaje es un proceso que también avanza cuando cerramos los ojos. Dormir bien, cuidar los ritmos y dar espacio al descanso se convierte, así, en parte del camino hacia aprender mejor.
En definitiva, el sueño no sustituye al estudio, pero lo potencia. No es una píldora mágica, pero sí un ingrediente esencial para que el conocimiento eche raíces. Aprovecharlo es tan sencillo como respetarlo: dormir las horas necesarias, crear rutinas saludables y dejar que, noche tras noche, el cerebro haga su magia. Porque incluso dormidos, seguimos aprendiendo.
Referencias
- Carbone, J., Diekelmann, S. An update on recent advances in targeted memory reactivation during sleep. npj Sci. Learn. (2024). doi: 10.1038/s41539-024-00244-8
- Heine, Rosa. über Wiedererkennen und rückwirkende Hemmung. Johann Ambrosius Barth (1914).
- Arzi, A., Shedlesky, L., Ben-Shaul, M. et al. Humans can learn new information during sleep. Nat Neurosci. (2012). doi: 10.1038/nn.3193
- Züst, Marc Alain, et al. Implicit vocabulary learning during sleep is bound to slow-wave peaks. Current biology. (2019). doi: 10541-553
Cortesía de Muy Interesante
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