“¿Serías padre sin tener una pareja?”, esta fue una pregunta muy simple que hice a distintos hombres que han dicho abiertamente que desean muchísimo ser padres y que sienten la paternidad deseada. Una segunda pregunta, “¿tu deseo de ser padre es tan grande que seguirías un proceso de adopción para ser padre soltero?”. La respuesta unánime a ambas fue: “No”.
En las decisiones personales no existen las respuestas correctas o incorrectas. Escuchamos, no juzgamos (como dicen lxs chavxs), pero ciertamente el hecho de que un hombre diga que desea ser padre casi siempre va acompañado de hacerlo en pareja y se asume su deseo de ser padre por el hecho de poder hacerlo al lado de una pareja, mujer, mayoritariamente.
En los movimientos feministas se repite mucho la frase “la maternidad será deseada o no será”, aludiendo a la libertad de decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, pero ¿aplicaría lo mismo para los hombres “la paternidad será deseada o no será”? Viéndolo con simpleza, suena hasta ridículo, pues históricamente los hombres han tenido mayor libertad para elegir si paternan o no.
En un discurso biologicista, ellos no gestan y por esa condición podrían verse impedidos para ser padres, pero reducir el problema de la paternidad deseada a lo biológico es una salida fácil a una reflexión tan laberíntica como necesaria.
¿Por qué casi no hablamos de paternidad deseada?
Ir por cigarros y no volver, ser padres de cada 14 días cuando hay un divorcio, limitarse a ser proveedores, que puedan estar en una familia o matrimonio con hijxs y ser padres ausentes o sí ser ese personaje en su máxima expresión de ausencia física donde hay abandono de funciones y rechazo de la paternidad. Todas ellas son experiencias cotidianas y normalizadas donde las mujeres asumen la carga de la crianza que, deseada o no, tienen que ejercer.
En un intento por recorrer este tema de las paternidades deseadas (del que afortunadamente cada vez se habla más, pero aún no lo suficiente), reconocemos que la vida social y cultural en México ha minimizado el poder expresar el deseo de los hombres de ser padres, estén en pareja o no.
Oscar Godínez Guzmán, sociólogo especialista en perspectiva de género, académico de la UNAM y consultor independiente en el Colectivo Hombres Corresponsables Mx, explica que no se habla de las paternidades deseadas porque no es algo que esté registrado en la configuración de la masculinidad. “Los hombres pueden procrear y dejar hijos regados, tener un sin fin de parejas y eso no está en cuestión porque parece que se da como algo propio de la masculinidad”.
En cambio, agrega Godínez, no se habla de las paternidades deseadas porque “cuidar no está en la configuración masculina”. De hecho, si se muestra demasiado ese deseo de ser padre y, más aún, no se tiene pareja, se asume que es homosexual.
Para Darío Camacho, Jefe de Unidad de Programa Integral de Trabajo con Hombres en la UNAM, en la medida en la que la paternidad se vuelve deseada es cuando hay un proyecto.
Tabúes, prejuicios y estigmas
¿Por qué un hombre querría ser padre si no está en una pareja tradicional? ¿Qué tanto existe la paternidad deseada fuera del matrimonio? En México lo socialmente aceptado es la familia conformada por hombre y mujer heterosexuales, y no se concibe que fuera de esta base existan otras posibilidades, mucho menos los padres solteros.
Si se es padre soltero, lo “normal” es que lo sea porque enviudó, porque la madre está ausente por enfermedad o por un divorcio donde él ganó la custodia. La posibilidad de desear ser padre sin pareja es casi inexistente en el ideal masculino.
“Se ve mucho que los hombres solteros existen porque mamá no está”, asegura Camacho, y reconoce: “A los hombres nos dan miedo diversas tareas, como quedarnos solos con bebés, saber si tenemos la capacidad de criar, contener, y esto obedece a construcciones sociales con las que hemos crecido”.
De acuerdo con Óscar Godínez, las normas sociales y religiosas han tenido una gran influencia en el machismo y por eso mismo los hombres no lo hablan, no expresan su deseo de ser padres, mucho menos si no están casados. “¿Quién va a cuidar a la infancia si no hay una mujer detrás? La configuración que tenemos está basada en la división sexual del trabajo, en los mandatos de género”, explica.
No existe un chip biológico que diga que los hombres no desean ser padres igual que las mujeres. Lo que existen son tabúes, prejuicios y estigmas.

Está el tabú de vocalizar el deseo. Si dicen que amarían ser padres se les ve como “mandilones” o gays, eso reprime el deseo e impide que no esté presente; eso tiene mucho que ver con los mandatos de género y también con una visión patriarcal de la crianza.
Existe el prejuicio de que ellos no saben cuidar, parece que el cuidado no les pertenece y es cosa de mujeres. Esto ocurre porque la paternidad se vincula al tema de la proveeduría. “Yo no me realizo como hombre solamente siendo padre y siendo responsable de la crianza, sino dando dinero para el sostén de la familia”, explica Darío Camacho.
Un estigma es el tema del abuso y la violencia que se pueda generar hacia las infancias, un hecho tan real como terrible, pues México ha ocupado el primer lugar en el mundo en abuso sexual contra menores. Casi todos los que violentan son hombres. Eso también está impidiendo que se puedan involucrar en los cuidados, pues no existe la confianza, no se les da la oportunidad. Solo pensar ¿cuántos educadores varones tuviste en tu educación preescolar? Con una realidad tan dura, se ve difícil el avance.
¿Existe el instinto paternal?
“Soy ese que te aguarda sin gestarte, un hombre que se extraña de haber nacido hombre, que viste tu contorno y dobla con cuidado, una por una, sus limitaciones”, escribe Andrés Newman en su libro Umbilical, un ejemplo de pater nidad deseada. En este diario a su hijo por nacer, el escritor introduce los términos de gozo y realización y no solo de responsabilidad en el ser padre.
En nuestro cotidiano, la maternidad está más asociada con el tema del cuidado, pero eso se está replanteando, de hecho, se ha rechazado que exista el “instinto maternal” como algo biológico. Así como se dice que la maternidad será deseada o no será, que explica que las mujeres pueden desear no ser madres y desarrollarse plenamente, también es posible plantear la visión de la paternidad lejos de la proveeduría y cerca del deseo.
Tanto Darío como Óscar son padres, y el hecho de que estudien las masculinidades les coloca en una realidad personal distinta. Ambos saben que la frase “instinto paternal” es por demás rara, es mínima en el universo. A los hombres se les enseña que deben prepararse para ser buenos padres pero haciéndolo desde el estudiar, desde el tener un buen trabajo y ganar dinero, nunca desde el aprender a cuidar, educar, cambiar pañales, poder controlar crisis familiares.
Ser un padre que ha deseado serlo “no es un tema solo de economía, es un tema de saber estar, saber acompañar, saber criar”, recalca Camacho. “Tiene que ver con la división del trabajo que nos hace creer que hay cosas que los hombres no hacemos. Hay un imaginario de lo que implica la maternidad y la paternidad. La idea es ir diluyendo los roles de género”.
Para los especialistas, los hombres no han aprendido a cuidar porque tal vez tampoco fueron cuidados. No fue el ejemplo que recibieron. En este punto, las mujeres han logrado trabajar y cuidar, han asumido el rol de los hombres, pero no viceversa.

Políticas públicas para paternidad deseada
Todos esos usos y costumbres se ven reflejados en los sesgos que hay en la política pública. La más inmediata es la licencia por paternidad, que únicamente dura cinco días hábiles, insuficientes para poder involucrarse en el cuidado y la crianza de un o una bebé.
Óscar Godínez es de los que impulsaron la licencia de paternidad extendida en el IPN. Esta otorga 15 días laborales y consecutivos al nacimiento o adopción de sus hijas e hijos. Es el triple, y aún es un periodo mínimo a los 84 días naturales que tienen las mujeres. Un periodo también mínimo si se toma en cuenta que consiste en dejar a un o una bebé de menos de dos meses para volver al trabajo).
A esto se suman otras políticas públicas como baños con cambiadores en la zona de hombres, en las obligaciones de padres divorciados, en apoyos para padres solteros. Todo esto será un asunto pendiente para insertar en el deseado Sistema Nacional de Cuidados.
En el campo de la estadística, también hay sesgos. En el INEGI, al extraer data sobre el registro de niñxs se toma en cuenta el estado conyugal de las mujeres, pero ese dato no existe en los hombres. Se asume que o está casado o en concubinato.
“Hay una falta de política pública para que los hombres podamos ser padres solteros. Un trabajador asalariado solo tiene cinco días hábiles de licencia de paternidad, ya sea hijo natural o por adopción. Tampoco se ve a los hombres como sujetos de derechos: no ejercen las licencias por paternidad porque nos creemos tan indispensables en la vida productiva que no la tomamos, pero la realidad es que cinco días son insuficientes para cuidar de un niño que acaba de llegar a la vida de un padre”, asegura Godínez.
De forma individual, colectiva y desde el gobierno, es importante repensar las paternidades y hablar de este tema que va de la broma al tabú. La paternidad no tendría que ser un mandato, sino un deseo.
Cortesía de Chilango
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