“Marte fue arrasado por una guerra nuclear”: la verdad científica sobre esta afirmación arriesgada

En medio de las actuales tensiones nucleares en la Tierra, resurge un rumor sorprendente: ¿y si Marte hubiera sido víctima de una antigua guerra nuclear? Esta hipótesis extraordinaria ya atrajo atención hace unos años a raíz de un video viral y artículos sensacionalistas. Según esta versión, los isótopos radiactivos hallados en la atmósfera marciana (sobre todo el exceso de xenón-129) serían las huellas químicas de un holocausto planificado por una civilización marciana… Sin embargo, antes de dejarse llevar por la emoción, conviene recordar que la ciencia exige pruebas sólidas y tiene sus vías para comunicar sus resultados: publicaciones científicas y congresos, sobre todo.

El origen de esta teoría lo encontramos en la “curiosidad” de un físico. John E. Brandenburg – un investigador estadounidense especializado en plasma y energía nuclear – planteó en la última década la idea de que hace cientos de millones de años Marte albergó vida avanzada y sufrió ataques termonucleares. Sí, has leído bien. Brandenburg incluso sugiere que en la meseta de Cydonia hay reliquias de pirámides y esfinge marcianas (ilusiones ópticas para la NASA) que indicarían esta antigüedad perdida. Sin embargo, esta conexión con lo paranormal ya ha sido ampliamente refutada: las imágenes de VikingMars Global Surveyor y Mars Reconnaissance Orbiter demostraron que aquellos rostros y pirámides eran meras formaciones naturales, no construcciones inteligentes. En este contexto, Brandenburg afirma que los altos niveles de xenón-129 y otros isótopos radiactivos encontrados en la atmósfera marciana son la mejor pista para explicar su color rojo y su historia.

La “teoría” de John E. Brandenburg

Brandenburg formalizó su hipótesis en varias publicaciones no convencionales. En 2014-2015 publicó un artículo en la revista Journal of Cosmology (un medio autopublicado de baja repercusión) y otro en Journal of Space Exploration (2015) donde sostiene que “Marte fue el lugar de una masacre nuclear planetaria”. Según él, la atmósfera de Marte presenta una “cantidad anómala” de ciertos isótopos radiactivos, como el xenón-129 en comparación con el xenón-132, y el argón-40 en relación al argón-36. Brandenburg sostiene que estas proporciones son mucho más altas de lo normal: aproximadamente dos veces y media más xenón-129 que xenón-132, y hasta 3.000 veces más argón-40 que argón-36. Según él, estas anomalías no pueden explicarse fácilmente por procesos naturales. Frente a los indicios geomorfológicos de una atmósfera densa se encuentra la paradoja de que el nitrógeno sugiere casi ninguna pérdida por viento solar. Para resolver estos “enigmas isotópicos”, Brandenburg propone su hipótesis LPARE: dos explosiones termonucleares masivas en el pasado (~500 millones de años) en las llanuras del norte de Marte crearon dicho exceso de xenón-129, argón-40 y otros isótopos.

En sus escritos utiliza analogías muy llamativas: afirma que “la civilización que construyó las pirámides… parece haber sido primitiva e indígena de Marte” y que “la evidencia sugiere que Marte fue el lugar de una masacre nuclear planetaria”. Incluso relaciona su hipótesis con la paradoja de Fermi —el enigma de por qué no hemos detectado civilizaciones extraterrestres a pesar de la inmensidad del universo— sugiriendo que algunas podrían haber sido eliminadas violentamente, como él cree que ocurrió en Marte. Aunque la prosa es pomposa – llega a invocar analogías con películas como Terminator o Star Wars – estas aseveraciones son esencialmente conjeturas, por usar un término en el ámbito del respeto. Brandenburg no presenta pruebas directas (no hay cráteres ni artefactos claros que respalden la teoría) y sus artículos aparecen en publicaciones de escaso prestigio, lo que alimenta las sospechas sobre su rigor.

¿Marcianos construyendo pirámides? Frunce el ceño. Fuente: CharGPT / E. F.

Explicaciones científicas del xenón-129 marciano: lo que SÍ dice la ciencia

Sí que hay procesos naturales en la corteza de Marte. La alta proporción de xenón-129 y otros isótopos pesados en Marte tiene explicaciones bien conocidas en geociencia. Por ejemplo, la NASA muestra que los rayos cósmicos que penetran el regolito marciano producen neutrones que pueden transformar átomos de bario o bromo en isótopos de xenón y kriptón (Xe-124, Xe-126, Kr-80, Kr-82) . En palabras de la NASA: “la química en la superficie de Marte puede explicar por qué ciertos isótopos de Xe y Kr son más abundantes de lo esperado”, sin necesidad de invocar bombas nucleares ni otros subterfugios que venden más que prometen. Estas moléculas recién formadas pueden liberarse a la atmósfera cuando se erosionan las rocas por impactos o desgaste, dando lugar a la composición isotópica observada.

Por otro lado, el xenón-129 es un producto de la desintegración del yodo-129, un radionúclido extinto con vida media aproximada de 15,7 millones de años. En otras palabras, la mayor parte del xenón-129 actual proviene de lo que quedó tras los primeros 100 millones de años del sistema solar. Estudios antiguos ya mostraban que “altos niveles de xenón-129 en Marte resultaron de la decadencia del yodo-129 ahora extinto, indicando que el planeta formó su corteza tempranamente”. De hecho, para que el xenón-129 sea tan predominante, tuvo que ocurrir una pérdida masiva de la atmósfera primitiva marciana antes de que todo el yodo-129 se descompusiera. Como ya resumió Kevin Zahnle (NASA) hace más de 25 años, los isótopos de xenón marciano sugieren que el planeta perdió más del 99% de su atmósfera original hace miles de millones de años, antes de que el yodo-129 hubiera acabado de decaer . Esto explica el enriquecimiento en xenón-129 sin necesidad de guerras nucleares.

Ilustración estilo tabloide sensacionalista que recrea de forma exagerada la hipótesis de una antigua guerra nuclear en Marte. El diseño, con su estética retro y titular impactante, refleja cómo ciertas ideas llamativas pueden difundirse pese a la falta de respaldo científico. Fuente: CharGPT / E. F.

Rechazo científico y cobertura mediática

La comunidad científica ha descartado la idea de la “guerra nuclear marciana”. De hecho, no se han hallado cráteres ni residuos radiactivos en la superficie que respalden ningún ataque nuclear antiguo. Incluso colegas de Brandenburg critican que sus trabajos se publican en revistas de bajo impacto, sin revisión rigurosa. En resumen, la explicación convencional –colisión de asteroides, erosión solar, química planetaria– explica muy bien los datos isotópicos sin recurrir a civilizaciones alienígenas ni armas de ciencia ficción .

Pese a ello, la historia ha saltado a algún medio de comunicación con un tono sensacionalista. Pero otras voces ponen orden entre tanta vesánica transferencia de datos. El blog Magonia de Luis A. Gámez, especialista en desmentir bulos científicos, señaló que historias así tienen tanto fundamento como convertir en piedra a soldados rusos con tecnología extraterrestre. Gámez subraya que “los científicos planetarios descartan la idea de la guerra nuclear marciana porque la distribución de elementos radiactivos puede explicarse por causas naturales”.

¿Qué debes recordar sobre la “guerra nuclear” en Marte?

  • No existe ninguna evidencia científica que respalde la hipótesis de una guerra nuclear en Marte. La idea de que una civilización marciana fue destruida mediante armas atómicas no está sustentada por datos obtenidos en misiones espaciales ni aceptada por la comunidad científica.
  • La propuesta parte de artículos publicados en revistas sin revisión científica rigurosa. El autor de la hipótesis, John E. Brandenburg, ha difundido sus ideas en medios académicos de bajo impacto, que no siguen los estándares habituales de revisión por pares.
  • Las anomalías en los isótopos de gases nobles tienen explicaciones naturales. Las proporciones elevadas de xenón-129 y argón-40 observadas en la atmósfera marciana son coherentes con procesos geológicos conocidos, como la desintegración de elementos radiactivos primordiales y la acción de los rayos cósmicos sobre la superficie del planeta.
  • No se han detectado rastros físicos de explosiones nucleares ni de estructuras artificiales. Las regiones señaladas por Brandenburg, como Cydonia o Galaxias Chaos, han sido fotografiadas en alta resolución y no muestran indicios de cráteres nucleares, restos tecnológicos ni edificaciones. Las formaciones tienen origen geológico, no artificial.
  • Relacionar esta hipótesis con la paradoja de Fermi no le da validez científica. Vincular la desaparición de civilizaciones alienígenas con la destrucción de Marte es una especulación sin evidencia. La paradoja de Fermi es un problema abierto en astrobiología, pero no sirve como argumento a favor de teorías sin pruebas.
  • Las misiones espaciales han proporcionado explicaciones detalladas y coherentes sobre la atmósfera marciana. Los análisis realizados por sondas y rovers han demostrado que las condiciones atmosféricas y los patrones isotópicos de Marte pueden explicarse sin recurrir a eventos violentos artificiales.
  • Los especialistas en geología planetaria, física y astrobiología rechazan la hipótesis. No hay publicaciones científicas de peso que respalden la idea de una guerra nuclear marciana. Las explicaciones naturales existentes son suficientes y se ajustan a los datos conocidos.
  • Esta teoría se difunde sobre todo en contextos pseudocientíficos. Aunque se presenta con lenguaje técnico, la propuesta de Brandenburg carece de fundamentos sólidos. Su popularidad responde más a un enfoque sensacionalista que a un interés científico real.
  • Confundir ciencia con ciencia ficción puede generar desinformación. La popularización de ideas extraordinarias sin respaldo puede distorsionar el conocimiento del público sobre cómo funciona la ciencia y qué tipo de pruebas se requieren para validar una hipótesis.
  • Cuando hay explicaciones simples y bien fundamentadas, no es necesario invocar causas extraordinarias. El principio de parsimonia nos invita a preferir las teorías que requieren menos suposiciones. En este caso, la ciencia ya tiene respuestas plausibles para las observaciones realizadas en Marte.

Cortesía de Muy Interesante



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