Durante siglos, el paradero del HMS Endeavour, el navío con el que el capitán James Cook navegó hacia Tahití, Nueva Zelanda y las costas de Australia, permaneció envuelto en misterio. Sin embargo, un informe definitivo del Museo Marítimo Nacional de Australia ha cerrado el círculo: el pecio localizado en el sitio arqueológico RI 2394, bajo las aguas del puerto de Newport, en Rhode Island, corresponde con altísima probabilidad a la célebre embarcación del siglo XVIII. El hallazgo, fruto de un esfuerzo arqueológico transoceánico que ha durado más de dos décadas, resucita la memoria de una nave que marcó el inicio de una transformación histórica en Oceanía y América.
El viaje que forjó imperios
El HMS Endeavour no fue construido con propósitos heroicos. Era originalmente un carguero de carbón bautizado como Earl of Pembroke, construido en Whitby, Inglaterra, en 1764. Sin embargo, su robustez y estabilidad convencieron al Almirantazgo británico de que sería el buque ideal para emprender una expedición de descubrimiento. En 1768, y tras una profunda remodelación, se convirtió en el navío de una misión científica liderada por el teniente James Cook, destinada a observar el tránsito de Venus desde Tahití. Pero lo que comenzó como un proyecto astronómico derivó en una exploración sin precedentes de la cuenca del Pacífico, con consecuencias globales.
Cook trazó mapas de precisión de las costas de Nueva Zelanda y de la aún inexplorada costa este de Australia, reclamándola para la Corona británica. Su expedición, aunque celebrada en Europa como una gesta ilustrada, significó para los pueblos originarios del Pacífico el inicio de un proceso de colonización que transformó de forma irreversible sus territorios y culturas.
Tras su regreso a Inglaterra en 1771, el Endeavour cayó en el olvido. Fue vendido, rebautizado como Lord Sandwich, y reconvertido en barco de transporte y prisión durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. En 1778, durante el asedio de Newport por las fuerzas francoamericanas, fue uno de los trece buques hundidos por la marina británica como parte de una estrategia de bloqueo del puerto. Y ahí, en las aguas turbias de Rhode Island, comenzó su segundo largo viaje: el de la espera hasta ser redescubierto.

El largo camino hasta la identificación
El proyecto de identificación del pecio comenzó en 1999, liderado por el Museo Marítimo Nacional de Australia (ANMM) en colaboración con el Rhode Island Marine Archaeology Project (RIMAP). Durante años, los arqueólogos investigaron varios sitios en la bahía de Newport. Pero fue en el sitio RI 2394 donde las pruebas comenzaron a encajar de forma reveladora.
La investigación combinó estudios subacuáticos, análisis de materiales y comparaciones con los planos del Endeavour fechados en 1768. Las claves fueron varias: la disposición del pozo de bombas, el uso de madera de roble blanco —típica en la construcción naval británica del siglo XVIII— y una característica singular en la quilla consistente en un tipo de empalme cuya presencia y dimensiones coincidían exactamente con los documentos históricos del Endeavour.
Además, la disposición interna del casco, la ubicación de los mástiles y la forma de los elementos estructurales revelaban una alineación casi milimétrica con los planos originales conservados en archivos británicos. Un hallazgo en especial llamó la atención: el pozo de bombas no solo coincidía en posición y estructura con los planos de 1768, sino que sirvió como punto de partida para predecir con éxito la localización del extremo de proa del barco, encontrado más tarde en el mismo sitio.
Una identidad confirmada por acumulación de evidencias
El equipo arqueológico estableció un conjunto de diez criterios para evaluar la identidad del pecio. Entre ellos figuraban elementos técnicos como el tipo de maderas, las dimensiones, modificaciones estructurales y pruebas de que el barco fue hundido de forma deliberada. En todos estos aspectos, RI 2394 cumplía de forma sobresaliente.
Si bien hubo ciertas reservas iniciales por parte de algunos expertos estadounidenses en relación con la atribución definitiva del pecio al Endeavour, el informe final publicado hace apenas unos días, titulado “Locating HMB Endeavour: Archaeological Identification of Shipwreck Site RI 2394 in Newport Harbor, Rhode Island”, zanja la cuestión con una conclusión contundente: el conjunto de evidencias arqueológicas e históricas apunta sin ambigüedad a que se trata del mítico barco de James Cook.

El legado de un navío que cruzó océanos… y siglos
El hallazgo no solo tiene un valor arqueológico, sino también simbólico. El Endeavour es una figura cargada de significados. Para Australia, representa el inicio de la era colonial europea. Para la comunidad científica, simboliza uno de los hitos de la exploración geográfica del siglo XVIII. Y para muchos pueblos del Pacífico, es el recordatorio de un antes y un después en su historia milenaria.
Hoy, el pecio descansa bajo el barro y las corrientes de Rhode Island, acechado por los “termitas del océano”, como se conoce a los xilófagos marinos que devoran la madera sumergida. Pero el trabajo arqueológico ha permitido rescatar su historia, no solo desde las profundidades físicas, sino desde las capas más ocultas del pasado compartido entre continentes.
Cortesía de Muy Interesante
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