El caso médico de la pequeña Benjamina, la primera homínida afecta de craneosinostosis lambdoidea verdadera hallada en Atapuerca

La Sierra de Atapuerca se ha convertido en uno de los yacimientos paleoantropológicos más ricos del mundo, una entrada a la prehistoria que ha reescrito nuestro recorrido como especie. Décadas después de que diesen inicio la excavación sistemática de sus vestigios, el sitio sigue siendo una incansable mina de información. Entre todos los primados que acumula ya Atapuerca, hay uno que ha transformado nuestra comprensión sobre la salud y la convivencia social de los antiguos homínidos. Se trata de los restos Benjamina, el nombre que los investigadores dieron a una niña Homo heidelbergensis que vivió hace más de 530.000 años. Su cráneo se ha identificado como la evidencia más antigua de craneosinostosis lambdoidea verdadera que se conoce en la historia de los homínidos.

¿Qué es la craneosinostosis lambdoidea?

La craneosinostosis es una malformación que se produce cuando una o varias suturas del cráneo se cierran de forma prematura durante el desarrollo. Este cierre precoz puede provocar deformaciones visibles del cráneo, pero también afecciones neurológicas, como lesiones cerebrales, hipertensión intracraneal y problemas visuales. La forma más común de esta patología afecta a la sutura sagital (escafocefalia), pero, en el caso de Benjamina, se trata de una afección mucho más rara: la sinostosis lambdoidea, que compromete las suturas en la parte posterior del cráneo.

La sinostosis lambdoidea verdadera representa solo entre el 1 % y el 3 % de todos los casos de craneosinostosis, lo que la convierte en una anomalía de diagnóstico infrecuente incluso en la medicina moderna. A menudo se confunde con la plagiocefalia posicional, una deformidad craneal causada por la presión externa prolongada sobre el cráneo en desarrollo. La verdadera sinostosis requiere, además, de intervención quirúrgica, a diferencia de la plagiocefalia posicional, que suele corregirse por sí sola o con tratamientos ortopédicos.

Recreación ficticia de una niña Homo heidelbergensis
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El hallazgo en la Sima de los Huesos

Benjamina se halló en la Sima de los Huesos, uno de los principales enclaves del complejo de Atapuerca, conocido por haber proporcionado los restos de, al menos, 28 individuos pertenecientes a una población del Pleistoceno Medio. El hallazgo de su cráneo, conocido como Cráneo 14, se realizó durante las campañas de 2001 y 2002. La posterior reconstrucción reveló que se trataba de un neurocráneo casi completo, aunque sin estructuras faciales.

Una vez restaurado, el cráneo mostró signos inequívocos de una sinostosis verdadera en el lado izquierdo de la sutura lambdoidea, que abarcaba aproximadamente dos tercios de su longitud. Entre las características morfológicas asociadas se identificaron la protrusión del hueso parietal contralateral, el abultamiento ipsilateral del hueso occipitomastoideo, la inclinación descendente de la base del cráneo y el abombamiento frontal contralateral. Este último causó una verticalización de la frent que le habría otorgado a Benjamina un perfil sorprendentemente similar al del ser humano moderno.

Cráneo 14, Sima de los Huesos
Cráneo de Benjamina. Fuente: Gracia et al. 2010

Diagnóstico y reconstrucción médica

Los estudios realizados sobre el cráneo incluyeron reconstrucciones tridimensionales mediante tomografía computarizada (TC), con las que se estimó un volumen endocraneal de aproximadamente 1.200 cm³, cifra compatible con la edad probable de la niña en el momento de su muerte: entre los 10 y los 12 años. También se observaron convoluciones endocraneales marcadas y signos de ampliación de los espacios subaracnoideos, indicadores que, en casos modernos, pueden asociarse tanto a la plagiocefalia posicional como a la craneosinostosis.

Un dato relevante en el diagnóstico fue la presencia de al menos un hueso wormiano en la sutura lambdoidea derecha. Estos pequeños huesos adicionales en las suturas craneales son comunes en individuos con craneosinostosis y refuerzan la interpretación diagnóstica de los investigadores.

Una historia de supervivencia y cuidado social

El hecho de que Benjamina alcanzara los 10 años de edad resulta sumamente revelador. En muchas sociedades del pasado, e incluso en culturas más recientes, los individuos con deformidades visibles o discapacidades eran abandonados o excluidos. Sin embargo, el grupo al que pertenecía esta niña no solo no la marginó, sino que, por lo que parece, la cuidó durante una década completa.

Este comportamiento sugiere la existencia de lazos de solidaridad y cuidados comunitarios entre los homínidos del Pleistoceno Medio, rasgos tradicionalmente considerados exclusivos de sociedades más modernas. En palabras del equipo investigador, Benjamina ofrece una prueba temprana de empatía y cohesión social en nuestra historia evolutiva.

Hueso wormiano en el Cráneo 14
Pequeño hueso wormiano en el Cráneo 14. Fuente: Gracia et al. 2010

Causas posibles de la malformación

Los autores del estudio han valorado varias hipótesis sobre la etiología de la sinostosis que afectó a Benjamina. Entre ellas, destacan el trauma intrauterino, las restricciones fetales del cráneo o la tortícolis congénita. Enfermedades metabólicas como el raquitismo o la anemia se descartaron por la ausencia de cambios óseos típicos. También se mencionan factores como el oligoamnios (disminución del líquido amniótico), documentado en la medicina moderna como una causa potencial de deformidades craneales.

Contexto evolutivo e histórico

Los casos de craneosinostosis se han documentado en distintas épocas y culturas, desde las descripciones de autores médicos clásicos como Galeno y Celso hasta retratos de figuras históricas como Pericles o el faraón Akenatón. Sin embargo, el caso de Benjamina es único por su antigüedad y por la precisión del diagnóstico paleopatológico.

Con anterioridad, se habían reportado deformaciones craneales en fósiles como el cráneo de Salé o el de Singa 1, pero en ninguno de estos casos se pudo confirmar con certeza una sinostosis lambdoidea verdadera. Benjamina representa, por tanto, el primer ejemplo paleontológico indiscutido de esta patología en la evolución humana.

Recreación ficticia de una niña Homo heidelbergensis
Recreación ficticia. Fuente: Midjourney/Erica Couto

El legado de Benjamina

El nombre Benjamina, que los investigadores eligieron para bautuzar este cráneo, hace alusión al término hebreo que designa al hijo más querido o al más joven de una familia. Este apodo no solo refleja la corta edad a la que murió, sino también el valor simbólico y científico que representa su historia.

Hoy, Benjamina ocupa un lugar destacado tanto en el registro fósil como en los estudios paleopatológicos. Su cráneo no solo proporciona información crucial sobre las enfermedades que afectaban a los homínidos del Pleistoceno, sino que también revela aspectos profundamente humanos de una comunidad que vivió hace más de medio millón de años.

Referencias

  • Gracia, A., Martínez-Lage, J.F., Arsuaga, JL. et al. 2010. “The earliest evidence of true lambdoid craniosynostosis: the case of ‘Benjamina’, a Homo heidelbergensis child”. Child’s Nervous System, 2: 723–727. DOI: https://doi.org/10.1007/s00381-010-1133-y

Cortesía de Muy Interesante



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