El presidente estadounidense, Donald Trump, se negó a firmar una declaración impulsada por los demás miembros del G7, que llamaba a una desescalada del conflicto entre Irán e Israel. El enfrentamiento entre ambos países se volvió un tema central e ineludible durante la cumbre de los siete países más poderosos del mundo, que empezó el domingo en Canadá.
Lo que se había planificado como una reunión centrada en desafíos económicos y geopolíticos a largo plazo, dio un giro brusco tras el masivo ataque militar lanzado por Israel sobre territorio iraní el viernes pasado, reviviendo el riesgo de una guerra regional de gran escala. Mientras varios líderes del G7 buscaban enviar un mensaje conjunto en favor del diálogo y la contención, Trump rechazó el documento final y volvió a insistir en un enfoque más confrontativo hacia Teherán.
El primer ministro canadiense, Mark Carney, anfitrión del encuentro, advirtió en la apertura que el mundo atraviesa “un punto de inflexión histórico” y que el G7 (conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido) debe adaptarse a los “cambios masivos” en curso. Entre esos cambios, la súbita escalada bélica entre Israel e Irán irrumpió con fuerza inesperada en la agenda.
“Tenemos que cambiar con los tiempos y construir un mundo mejor. Algunos de ustedes ya empezaron a tomar decisiones audaces”, señaló Carney, dirigiéndose directamente al presidente estadounidense, cuyo retorno al escenario internacional ha sido una fuente de tensiones dentro y fuera del grupo.
Escalada fuera de libreto
Dos días antes del inicio de la cumbre, Israel sorprendió con un ataque aéreo contra instalaciones nucleares y militares iraníes, además de zonas residenciales, mientras Teherán aún sostenía conversaciones con Washington sobre su programa nuclear. La ofensiva desencadenó una respuesta inmediata de Irán, que lanzó drones y misiles sobre territorio israelí, incluyendo bombardeos sobre Tel Aviv. La posibilidad de una guerra abierta, con implicancias regionales y energéticas, obligó a los líderes del G7 a modificar el temario original.
Desde su retorno a la Casa Blanca, Trump jugó un rol central en esta dinámica. Aunque elogió públicamente los ataques israelíes, insiste en que todavía es posible una solución diplomática. “Tienen que llegar a un acuerdo. Es doloroso para ambas partes, pero Irán no está ganando esta guerra. Deberían dialogar de inmediato, antes de que sea demasiado tarde”, expresó el mandatario estadounidense tras reunirse con Carney el lunes.
Diplomáticos informaron que Irán comunicó a países de Medio Oriente que solo aceptará negociar el fin del conflicto y retomar el diálogo nuclear si Israel detiene su campaña de bombardeos sobre la república islámica. Desde la salida de Estados Unidos del acuerdo nuclear en 2018, Irán intensificó el enriquecimiento de uranio, aunque sin alcanzar los niveles necesarios para fabricar armamento atómico. Israel, por su parte, nunca ha confirmado poseer armas nucleares, aunque se presume que dispone de ellas.
Mayoría a favor de una desescalada
Frente a la nueva urgencia geopolítica, varios líderes europeos expresaron su preocupación por la escalada y remarcaron la necesidad de contener el conflicto. El primer ministro británico, Keir Starmer, afirmó que “existe consenso dentro del G7 en favor de una desescalada”. “Debemos traducir esa voluntad en acciones claras”, subrayó Starmer desde las Montañas Rocosas canadienses, tras reunirse con la mayoría de los líderes del grupo y con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Por su parte el canciller alemán, Friedrich Merz, anticipó que Europa propondrá un texto que responsabiliza a Irán por la escalada. “Reiteraremos que Irán no debe acceder a materiales para fabricar armas nucleares, y reafirmaremos el derecho legítimo de Israel a defenderse”, señaló Merz.
Sin embargo, Trump anunció que no firmará el comunicado conjunto del G7. Su negativa llega tras una nueva ola de ataques israelíes, incluyendo bombardeos contra la sede de la televisión estatal iraní y operaciones aéreas ampliadas dentro del país. Según la cadena CNN, la decisión de Trump de rechazar el comunicado común generó tensiones inmediatas con el resto de los líderes antes del cierre de la cumbre en Canadá.
En declaraciones al anfitrión Carney, Trump lamentó la exclusión de Vladimir Putin del foro, que en su momento fue el G8, y criticó a sus colegas por mantener a Rusia fuera del grupo. El domingo, el presidente estadounidense incluso propuso al líder ruso como mediador entre Irán e Israel, una idea que fue rápidamente desestimada por Emmanuel Macron.
El mandatario francés consideró inviable que alguien involucrado en una guerra, como la de Ucrania, pueda actuar de pacificador. Macron también llamó a Irán a retomar las negociaciones con Estados Unidos, aunque fue más cauto y pidió moderación a ambas partes en conflicto.
En un giro inesperado, Japón también rompió con el consenso occidental al criticar abiertamente a Israel. “Lanzar ataques mientras todavía existían canales diplomáticos abiertos es completamente inaceptable y profundamente lamentable”, declaró el ministro de Asuntos Exteriores japonés, Takeshi Iwaya. Japón, que históricamente mantuvo vínculos estables con Irán, se convirtió así en otra voz disonante dentro del G7 respecto a la ofensiva israelí, marcando un delicado equilibrio diplomático dentro del bloque.
Cortesía de Página 12
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