La evidencia de huellas humanas de hace 23.000 años obliga a reescribir miles de años de historia de América

Ya hace tiempo que los libros de historia afirman con seguridad que los primeros seres humanos llegaron a América hace unos 13.000 años. Ese dato estaba basado en los hallazgos de Clovis, un yacimiento arqueológico en Nuevo México que durante casi un siglo marcó el inicio aceptado del poblamiento del continente. Pero en ciencia, las certezas pueden tambalearse con una sola huella, o mejor dicho, con muchas.

Unas pisadas humanas en el lecho seco de un antiguo lago en White Sands, Nuevo México, podrían ser la prueba más contundente de que nuestros antepasados caminaron por América miles de años antes de lo que se creía. El hallazgo, inicialmente presentado en 2021, generó controversia, pero una nueva investigación publicada en Science Advances lo confirma con datos adicionales y una metodología aún más robusta. Lo que parecía una posibilidad remota hoy toma forma: los humanos ya estaban en América hace más de 23.000 años, en plena Edad de Hielo.

Una historia enterrada bajo la arena

White Sands no es un sitio cualquiera. Este paisaje, situado en el sur de Nuevo México, está cubierto por dunas de yeso blanco que forman uno de los sistemas de dunas más grandes del mundo. Lo que pocos imaginaban es que bajo ese inmenso desierto se escondía un tesoro arqueológico.

En 2012, el geólogo y arqueólogo Vance Holliday fue invitado a estudiar el área. Durante una visita al campo de misiles del ejército estadounidense, vecino al parque nacional, Holliday comenzó a investigar las capas geológicas de la región sin saber que, a pocos metros, yacían enterradas huellas humanas fosilizadas en sedimentos de barro seco.

En 2019, un equipo liderado por investigadores de Bournemouth University y el Servicio de Parques Nacionales de EE. UU. excavó esas huellas. Se trataba de un conjunto de pisadas humanas que, tras ser datadas con semillas y granos de polen, revelaron una antigüedad de entre 21.000 y 23.000 años. El problema era que muchos científicos dudaban de la fiabilidad de esos materiales para determinar fechas tan remotas. Una práctica no solo habitual en ciencia, sino completamente respetable.

Huellas antiguas del Parque Nacional White Sands. Fuente: Wikipedia

Una datación puesta a prueba

Los escépticos no tardaron en cuestionar la validez del estudio de 2021. Alegaban que el uso de semillas y polen como indicadores cronológicos podía ser poco fiable, especialmente si existía contaminación por el efecto de aguas duras o la posibilidad de que el polen hubiese sido transportado desde otro lugar.

En respuesta a esas dudas, Holliday lideró una nueva investigación independiente. Esta vez, el equipo utilizó otro tipo de material para datar las huellas: lodos orgánicos provenientes del mismo entorno estratigráfico en el que se encontraron las pisadas. Lo relevante es que estas nuevas muestras fueron analizadas por dos laboratorios distintos y sin vínculos con los trabajos anteriores, lo que fortalece significativamente la validez de los resultados.

El artículo señala que “las 26 dataciones por radiocarbono de lodo palustre determinados por dos laboratorios independientes… documentan un registro lacustre-humedal-corriente que abarca más de 23.600 a 17.000 años calibrados antes del presente” . Esta nueva serie de datos se alinea con las dataciones anteriores y, sumada a ellas, conforma un conjunto de 55 dataciones coherentes entre sí.

Huellas de barro en una América glacial

En el último máximo glacial, hace unos 23.000 años, América del Norte estaba cubierta por enormes masas de hielo que se extendían desde el Atlántico al Pacífico, aislando la región del resto del continente. Esto implica que, si había humanos en White Sands en esa época, debieron haber llegado antes del bloqueo de hielo, posiblemente por rutas costeras o previas aún más antiguas.

Las huellas se encuentran en un nivel geológico denominado Stratum 2A, una capa de limos y arcillas fluviales con evidencias de humedales y lagos poco profundos. En ese ambiente cambiante, entre zonas secas y encharcadas, caminaron los autores de las pisadas humanas, junto a mamuts, perezosos gigantes y otros animales ya extintos cuyos rastros también han sido hallados en el sitio.

Según el paper, “los depósitos de aluvión, eólicos, lacustres y palustres en y cerca de la Localidad 2 del parque se acumularon juntos durante el Último Máximo Glacial y hasta los milenios finales del Pleistoceno tardío”. Es decir, los humanos convivieron con ese ecosistema y dejaron huellas en momentos muy concretos de exposición del terreno.

¿Dónde están los objetos?

Una de las críticas más repetidas por quienes dudan del hallazgo es la ausencia de herramientas, huesos o restos de asentamientos. Si hubo personas allí, ¿por qué no dejaron nada más?

Holliday y su equipo ofrecen una explicación plausible. Muchas de las huellas descubiertas están en trayectos muy cortos, que podrían haber sido recorridos en cuestión de segundos. En ese contexto, es razonable pensar que no se dejaron objetos porque simplemente no se detuvieron el tiempo suficiente.

Además, como señala el investigador, los grupos cazadores-recolectores solían ser muy cuidadosos con sus herramientas. “Estas personas vivían gracias a sus artefactos, y estaban lejos de donde podían conseguir material de reemplazo. No andaban soltando objetos porque sí”, declaró en una entrevista.

Reescribiendo el inicio de la historia americana

Si las huellas de White Sands son tan antiguas como ahora se confirma, la historia del poblamiento de América debe reescribirse por completo. Ya no se trataría de una llegada repentina tras la apertura de un corredor libre de hielo, sino de un proceso más largo y anterior al Último Máximo Glacial.

Los investigadores concluyen que los datos de tres tipos distintos de carbono —semillas de Ruppia, polen y lodo— apuntan al mismo rango temporal. “Tres líneas de evidencia por radiocarbono muestran que las personas crearon las huellas en la Localidad 2 mientras caminaban por una llanura aluvial en los márgenes del paleolago Otero durante el Último Máximo Glacial”.

Este descubrimiento no solo aporta una fecha, sino que también describe un escenario. Una planicie húmeda, salpicada de charcas poco profundas, con vegetación acuática y fauna diversa, fue el escenario del paso de estos primeros americanos. Un momento efímero atrapado en el barro, conservado durante milenios y desenterrado ahora para cambiar lo que creíamos saber.

Lo que debes saber sobre las huellas de White Sands

  • Son las evidencias más antiguas confirmadas de presencia humana en América, con una antigüedad de entre 21.000 y 23.000 años calibrados antes del presente.
  • Fueron descubiertas en el Parque Nacional White Sands, en Nuevo México, en una zona donde antes existía un lago llamado paleolago Otero.
  • El nuevo estudio confirma su antigüedad mediante datación por radiocarbono de lodo orgánico, además de semillas y polen, usando tres tipos distintos de materiales analizados por tres laboratorios independientes.
  • La consistencia entre las 55 dataciones obtenidas es extraordinaria, lo que fortalece la validez científica del hallazgo.
  • Las huellas se formaron en un entorno de laguna poco profunda y zonas aluviales, donde también hay rastros de megafauna extinta como mamuts y perezosos gigantes.
  • El hallazgo cuestiona el modelo tradicional del poblamiento tardío de América, que situaba la llegada humana tras la apertura de un corredor libre de hielo hace unos 13.000 años.
  • No se han encontrado herramientas ni restos de asentamientos junto a las huellas, lo cual se explica por el breve paso de los grupos humanos por la zona y su cuidado con los recursos materiales.
  • Los investigadores defienden que este entorno ofrecía agua dulce local, fauna y vegetación, lo que habría hecho viable la presencia humana durante el Último Máximo Glacial.
  • El hallazgo ha sido objeto de intenso debate en la comunidad científica, pero la nueva investigación ofrece datos independientes y detallados que consolidan su autenticidad.
  • La publicación del estudio en Science Advances representa un respaldo sólido, al tratarse de una revista científica de alto nivel con revisión por pares.

Referencias

  • Vance T. Holliday, Jason D. Windingstad, Jordon Bright, Bruce G. Phillips, Joel B. Butler, Ryan Breslawski, James E. Bowman. Paleolake geochronology supports Last Glacial Maximum (LGM) age for human tracks at White Sands, New Mexico. Science Advances, 2025. DOI: 10.1126/sciadv.adv4951.

Cortesía de Muy Interesante



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