Una película de acción que no tiene acción. Una de suspenso que no tiene tensión en ningún momento. Un thriller con un robo que tiene un desenlace esperado. Así es Mikaela, el thriller de acción y suspenso (¿?) que acaba de estrenar Netflix y que pese a todo ya está entre las más vistas de la plataforma de streaming.
Pero no empieza mal Mikaela. No. De entrada, no se sabe cuál de las cuatro historias que se presentan será la que tenga más protagonismo. Pronto, cuando el interés empiece a decaer, descubriremos que las cuatro se van a entrecruzar y que tendrá a un inspector de policía como centro.
Antonio Resines es el protagonista. Al actor de La buena estrella, La niña de tus ojos y Celda 211 a sus 70 años lo hacen correr -es un decir- por las nevadas rutas cercanas a Madrid en la víspera de Reyes.
Es que Font es el policía que no tiene mucha plata, ni recibe mucho amor de su esposa -que se llevó a su hija-, pero sí una mala noticia detrás de la otra.
Ni bien empieza Mikaela, el nombre de una tormenta que está por azotar los alrededores de Madrid, Font entra a un local a comprar un teléfono celular para su hija de 13 años. Será el primero que tenga. Pide uno, le dicen que cuesta 700 euros y termina llevándose uno “que no cueste más de 200”. Para un oficial de policía al que le faltan dos años para jubilarse, no es poco.
Más cuando en camino a ver a su hija un compañero le avise por teléfono que están por sumariarlo.
La nieve hace que los autos se detengan en un embotellamiento. Y no va que ahí, unos rusos malos deciden aprovechar el parate para robar un camión con dinero. Un camión que está justo, pero justo detenido delante del auto en el que viaja la familia que al comienzo vimos que dejaba un hotel y la madre discute todo el tiempo con el padre.
Ya tenemos tres de las cuatro historias que corrían en paralelo al inicio. La cuarta es la de una trabajadora de control de “carreteras”, que suplanta por tercera vez a un hombre con gripe, y que desde esa sala de control, mirando las pantallas, irá guiando a la Guardia civil, y en particular a un policía del que queda embobada.
Y que no, no es el papel de Resines, que ya bastante tiene cuando le avisan que es el único policía allí, cerca del atraco, y que debe ayudar a atrapar a los ladrones rusos.
Mikaela sumará algún que otro personaje, como una Micaela con c que acaba de salir de la academia de policía. Una “sudaca” como se autodenomina, que también está en esa ruta nevada esa noche y será la compañera de acción, ponele, de Font.
Mikaela, la película, es tan previsible que todo lo que parecía más o menos original al comienzo se esfuma, y que permite verla sin prestarle demasiado atención. Se puede comer, charlar, chusmear el celular, todo lo que no se debe hacer viendo una película nunca. Y menos cuando la película es buena.
Está claro que no es el caso.
Ya cuando la música con que se presenta a cada personaje adelanta si se viene un chiste o si las situaciones que atraviesen serán de gravedad, uno advierte que la sutileza no será una de las cartas que juegue el director Daniel Calparsoro, el de 100 años de perdón, en la que trabajaban Rodrigo de la Serna, Joaquín Furriel y Luciano Cáceres.
Resines hace lo que puede por hacer creíble a su personaje, pero nada lo ayuda demasiado. Si hasta su personaje se destiñe hasta llegar al final predecible.
Acción / Thriller. España, 2025. 90’, SAM 13. De: Daniel Calparsoro. Con: Antonio Resines, Natalia Azahara, Adriana Torrebejano, Roger Casamajor. Disponible en: Netflix.
Cortesía de Clarín
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