En el siglo XX, pocos compositores encarnaron con tanta claridad la figura del artista como pensador como lo hizo Luciano Berio. Nació en 1925 en Oneglia, una pequeña ciudad costera del norte de Italia, y murió en 2003 en Roma. Este sábado 28 de junio, a las 20 en el Teatro Colón, la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires interpretará su Sinfonia, como homenaje a los 100 años de su nacimiento. El programa se completará con Circulating Ocean de Toshio Hosokawa.
Luciano Berio atravesó casi ocho décadas de convulsiones estéticas, políticas y tecnológicas, dejando una obra tan vasta como diversa. Su música no sólo desafía las categorías: las reinventa. Entre la tradición y la vanguardia, entre el collage posmoderno y la construcción rigurosa, entre la política y la poética, Berio compuso un universo sonoro que sigue siendo, hoy, radicalmente contemporáneo.
Desde sus primeros años, Berio se interesó en todo aquello que expandiera las fronteras de la música. Después de estudiar en Milán, viajó a los Estados Unidos, donde entró en contacto con los entornos de la música experimental, especialmente con el pensamiento de compositores como John Cage. Pero Berio no abandonó nunca del todo el bagaje europeo: su música se alimenta tanto del pensamiento estructural como de la sensibilidad operística italiana.
En 1955, junto con su colega y amigo Bruno Maderna, fundó el Studio di Fonologia Musicale de la RAI, uno de los centros pioneros de la música electroacústica en Europa. Allí trabajó en la creación de obras donde el sonido grabado, manipulado, intervenido, se volvía parte esencial del discurso musical.
Thema (Omaggio a Joyce), por ejemplo, es una pieza de 1958 para voz femenina y cinta magnética, donde los fragmentos del Ulises de Joyce se diluyen en fonemas y texturas, como si el lenguaje mismo se transformara en música.
La voz como teatro
Una de las colaboraciones más intensas de su vida fue con la extraordinaria cantante Cathy Berberian, quien fue su esposa y su principal intérprete durante más de una década.
Berberian no era una vocalista tradicional: dominaba tanto la ópera barroca como los gestos de la cultura pop, y tenía una expresividad escénica arrolladora.
Juntos desarrollaron un enfoque experimental del canto que dio lugar a obras emblemáticas como Sequenza III (1965), donde la voz femenina se despliega en un abanico de risas, susurros, balbuceos y gritos: no como ornamento, sino como pensamiento expresivo.
Berio pensaba la voz como un instrumento cultural, cargado de historia, corporalidad, y política. En Folk Songs (1964), reescribió melodías populares de diversas partes del mundo, no como ejercicios de folclorismo, sino como relecturas irónicas y sensibles que desestabilizan toda noción de autenticidad sonora.
Sinfonia: una obra mundo
La obra que quizá mejor representa el imaginario de Berio es Sinfonia (1968–69), escrita para ocho voces amplificadas y orquesta, y podrá escucharse el sábado en el Teatro Colón con la Orquesta Filarmónica, bajo la dirección de Tito Ceccherini, en el marco del homenaje a los cien años del nacimiento del compositor.
Sinfonia fue concebida en plena efervescencia social del Mayo francés, esta partitura es un cruce inédito de lenguajes: el segundo movimiento está basado en un texto de Samuel Beckett, el tercero es un verdadero collage de citas (Mahler, Debussy, Ravel, Boulez, Strauss) que se superponen como en un sueño enmarañado de la cultura occidental.
La orquesta se convierte aquí en una gran máquina de la memoria, y las voces -proporcionadas originalmente por el conjunto Swingle Singers- actúan como comentaristas, como pensadores dentro del sonido.

Lejos de ser una simple provocación intelectual, Sinfonia es también una obra profundamente política: en ella se filtran consignas de protesta, referencias al asesinato de Martin Luther King, ecos de la crisis de la modernidad. Todo esto sin perder jamás la potencia estética, la vitalidad musical.
Tradición sin nostalgia
Uno de los aspectos más fascinantes de Berio es su relación con el pasado. Lejos de romper con él, como otros compositores de su generación, Berio propuso un diálogo constante con la historia. En Rendering (1989), por ejemplo, completó los fragmentos que Franz Schubert dejó inconclusos para una sinfonía, pero no tratando de imitarlo, sino dejando en claro -con sutiles interpolaciones sonoras- que allí faltaba algo. No lo “completó”, lo comentó. Lo mismo ocurre con sus relecturas de Monteverdi, Boccherini o Brahms: en cada caso, el gesto no es restaurativo, sino reflexivo.
Más allá de sus partituras, Berio fue también un pensador incansable. Escribió y dio conferencias sobre el rol de la música en la sociedad, sobre la tecnología, el lenguaje, la educación.
Para él, componer no era solo una práctica técnica: era una forma de pensamiento. “La música -decía- es todo lo que escuchamos con la intención de oír música”. Esa definición, a la vez abierta y exigente, condensa su estética: componer es educar la escucha, ampliar la percepción, ensanchar el mundo.
A lo largo de su vida, Berio produjo un corpus que incluye obras sinfónicas, vocales, de cámara, electrónicas, y una serie extraordinaria de Sequenze, en las que cada instrumento -del violín al trombón, del arpa al fagot- es llevado al límite de sus posibilidades expresivas. También dirigió la Academia de Santa Cecilia en Roma y el IRCAM en París, convirtiéndose en una figura clave de la institucionalización de la música contemporánea en Europa.
Luciano Berio sigue siendo un compositor necesario porque nos obliga a escuchar de otro modo: no sólo los sonidos, sino las ideas, las citas, los cuerpos, las voces, las memorias que habitan en ellos. Su obra no se impone desde la autoridad, sino que propone una pregunta constante: ¿cómo escuchamos lo que escuchamos?
Información
Colón Contemporáneo/ Berio 100 años
Programa: “Sinfonia” (Berio) y “Circulating Ocean” (Toshio Hosokawa) Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, Tito Ceccherini, director Fecha: Sábado 28 de junio, a las 20 Teatro: Colón, Libertad 621 (CABA)

Luciano Berio: 100 años: Conciertos, charlas y escuchas
El Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) se une al Instituto Italiano de Cultura y Artlab para homenajear al compositor italiano Luciano Berio en el marco del centenario de su nacimiento con un ciclo de conciertos, charlas y escuchas.
El 29 de junio a las 17, el Centro de investigación musical italiano Tempo Reale, fundado por el mismo Berio y dirigido actualmente por Francesco Giomi, presentará un concierto homenaje.
La programación continúa el 1 y 2 de julio, ambos días a las 20, con una serie de experiencias de escucha sin precedentes, en la cual se utilizará un sistema de audio de alta fidelidad de colección, encabezado por los legendarios Altec A7 “The Voice of the Theatre”.

El 1 de julio, el ensayista, crítico de música y traductor Pablo Gianera será el anfitrión de una noche de escucha musical y reflexión. Y el 2 de julio, se realizará un concierto de obras de nueva música electroacústica curado por Germán Campos.
Cortesía de Clarín
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