¿Sabías que la Guerra Civil española fue el primer laboratorio de bombardeos masivos en Europa antes de la Segunda Guerra Mundial?

Durante décadas, los relatos sobre la Guerra Civil española se han contado, en su mayor parte, desde la tierra. Se ha hablado de trincheras, pueblos arrasados, resistencia campesina y ofensivas como la del Ebro o la defensa de Madrid. Pero mientras los proyectiles sacudían el suelo, en los cielos se libraba otra guerra. Una guerra que no solo anticipó lo que vendría en la Segunda Guerra Mundial, sino que transformó la propia idea de combate, estrategia y destrucción masiva.

Esta dimensión, durante años relegada a los anexos técnicos o al ámbito de los entusiastas de la aviación, está recuperando su protagonismo gracias a obras como La Guerra Civil desde el aire, una obra coordinada por Rafael Moreno y Manuel P. Villatoro que reabre las compuertas del cielo para explicar cómo el conflicto aéreo marcó el desarrollo de la contienda. Y, sobre todo, su desenlace.

El cielo como campo de pruebas

Cuando estalló el golpe de Estado en julio de 1936, ninguna de las dos partes estaba preparada para una guerra larga. Tampoco para una guerra desde el aire. La mayoría de los aviones disponibles eran modelos desfasados, obsoletos o incluso inoperativos. Sin embargo, en apenas unos meses, el aire se convirtió en un tablero de juego esencial. Y no era un cielo español cualquiera: era un laboratorio a escala real para las potencias que ya olían la guerra total.

Alemania y la Italia fascista vieron en el conflicto una oportunidad única para probar sus nuevos aparatos, sus escuadrones, sus bombas. La Legión Cóndor, enviada por Hitler, desplegó tácticas de bombardeo en picado y formaciones cerradas que luego perfeccionaría en Polonia y Francia. Los italianos, por su parte, se ensañaron con pueblos como Durango o Alicante. Mientras tanto, la URSS enviaba cazas Polikarpov a la República, junto a instructores, asesores y, por supuesto, espías.

A cada avance técnico correspondía una respuesta táctica. El cielo se llenó de dogfights, escuadras formadas al estilo soviético o alemán, maniobras de acoso a columnas terrestres y bombardeos planificados que buscaban tanto destruir como aterrorizar.

Los hidroaviones alemanes jugaron un papel decisivo en labores de patrullaje y bombardeo costero, mostrando el carácter experimental de la aviación en la Guerra Civil
Los hidroaviones alemanes jugaron un papel decisivo en labores de patrullaje y bombardeo costero, mostrando el carácter experimental de la aviación en la Guerra Civil. Foto: Wikimedia

El precio de mirar al cielo

Con los cielos convertidos en territorio de guerra, la población civil pasó a estar en primera línea. Ciudades como Madrid, Barcelona o Almería sufrieron ataques indiscriminados desde el aire. La primera gran oleada de bombardeos a civiles en Europa no ocurrió en Londres, sino en la península ibérica. Los refugios antiaéreos se improvisaron con rapidez, mientras el miedo se instalaba bajo los tejados.

No se trataba solo de dañar infraestructuras o aniquilar a los enemigos. Era una guerra psicológica. La destrucción de Guernica, inmortalizada por Picasso, fue tan solo una entre decenas de acciones similares que dejaron miles de muertos y heridos. Bombardeos como el de Cabra, ya en los últimos compases de la guerra, mostraron que el aire había dejado de ser un espacio ajeno: era una amenaza constante.

Héroes olvidados en tierra y aire

Uno de los grandes aciertos del libro de Moreno y Villatoro es rescatar a los protagonistas más invisibles del conflicto aéreo. Pilotos como André Malraux o Joaquín García Morato ya han sido reivindicados en otros textos. Pero aquí también tienen voz los mecánicos, observadores, ametralladores y jefes de pista. Su trabajo fue vital para que los aviones despegaran, repararan y volvieran a volar en un país sin suministros, con hangares improvisados y repuestos que llegaban de contrabando.

También hubo mujeres en el aire. Aunque su presencia fue escasa y su recuerdo aún más débil, algunas lograron hacerse hueco como observadoras, enfermeras aéreas o asistentes en misiones de enlace. La historia las borró, pero hoy resurgen con nombre y rostro.

Y es que, sin duda alguna, las batallas aéreas fueron muchas, y en algunas el desenlace terrestre cambió por completo. En Brunete, la intervención de escuadrones soviéticos permitió mantener el frente durante semanas. En Teruel, las condiciones extremas convirtieron los vuelos en un infierno helado. En el Ebro, la superioridad franquista en el aire selló la derrota definitiva de la República.

Guernica marcó un antes y un después en la percepción de la guerra aérea
Guernica marcó un antes y un después en la percepción de la guerra aérea. Foto: Wikimedia

Los modelos de avión también narran esta evolución. Los Polikarpov I-16, conocidos como “Moscas”, marcaron un hito en la defensa republicana, mientras que los Messerschmitt Bf 109 desplegados por los alemanes ofrecieron una ventaja letal. Era una carrera tecnológica con efectos reales en la moral y el equilibrio de fuerzas.

Pero la guerra aérea no solo fue combate. También fue información. El uso de aviación para fotografía, cartografía, vigilancia de tropas enemigas y difusión de panfletos se multiplicó. En ocasiones, el simple vuelo sobre una población podía provocar el pánico o alterar la estrategia del contrario. La guerra desde el aire permitió ver lo que antes era invisible, anticiparse al enemigo, sembrar confusión.

La imagen de la aviación se usó también como símbolo. Los pilotos eran iconos. Las escuadrillas, banderas en movimiento. La aviación era moderna, veloz, implacable. La propaganda no tardó en convertir cada aeronave en una narrativa.

No te pierdas el libro “La Guerra Civil desde el aire”

Publicado por la editorial Pinolia, el libro La Guerra Civil desde el aire ofrece una mirada nueva, coral y profundamente documentada sobre un conflicto que se libró en los cielos con tanta crudeza como en la tierra. Coordinado por Rafael Moreno y Manuel P. Villatoro, el libro pone el foco en la evolución técnica y táctica de la guerra aérea, pero también en los protagonistas olvidados: los mecánicos, ametralladores, observadores y mujeres que participaron en la guerra aérea desde el anonimato.

El volumen incorpora material inédito y recorre con detalle las grandes batallas aéreas, el despliegue de la Legión Cóndor, la llegada de voluntarios internacionales, y la forma en que se configuraron las escuadras republicanas y franquistas. Con un estilo claro y accesible, logra combinar el rigor historiográfico con el interés narrativo. Es, sin duda, una lectura imprescindible para entender no solo el pasado de la aviación en España, sino también las raíces de la guerra aérea moderna.

Rafael Moreno aporta su conocimiento como profesional vinculado al sector aeronáutico y miembro de la Asociación de Amigos del Museo del Aire, mientras que Manuel P. Villatoro, periodista especializado en divulgación histórica, ofrece la perspectiva del divulgador que sabe traducir los datos en relato. Juntos han conseguido un libro que ilumina una de las zonas más oscuras del conflicto.

Libro La Guerra Civil desde el aire

Cortesía de Muy Interesante



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