Ruanda y Congo firman la paz delante de Trump

Ruanda y la República Democrática del Congo firmaron en Washington a nivel ministerial el acuerdo de paz entre los dos países que, según avanzó el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, acabará de ser formalizado en las próximas semanas por sus respectivos presidentes, pero que ya entra en vigor. El acuerdo  pone fin a tres décadas de combate entre ambos países, pero también facilita a Estados Unidos, que ha mediado en la negociación, acceso a minerales críticos en la región.

La ceremonia en el Departamento de Estado estadounidense contó con los ministros de Exteriores de ambos países, el ruandés Olivier Nduhungirehe y la congoleña Thérèse Kayikwamba Wagner. Los cancilleres posteriormente se reunieron con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien calificó de histórico al acuerdo bautizado como Acuerdo de Washington, que pone fin a tres décadas de conflicto.

“Triunfo glorioso”

“Estamos aquí hoy para celebrar un triunfo glorioso. Eso es lo que es para la causa de la paz. Ha habido una larga espera para la firma del histórico acuerdo de paz”, dijo el líder republicano en la Casa Blanca.

Antes, en el acto de rúbrica, la representante congoleña destacó que el acuerdo alcanzado es el comienzo de un camino hacia una paz duradera. “Este pacto es el punto de partida, no el objetivo final. Hoy hemos elegido la paz. Lo importante ahora es protegerla y demostrarle a nuestro pueblo y al mundo que, incluso en una región marcada por profundas cicatrices, la dignidad y la cooperación pueden prevalecer. Así pues, ahora comienza realmente nuestra labor”, dijo Kayikwamba Wagner

Según añadió el canciller ruandés, comienza una nueva etapa: “Con este acuerdo abrimos un nuevo capítulo que exige no solo compromiso, sino también la valentía para llevarlo a cabo. Al firmarlo, reafirmamos una verdad simple: la paz es una elección, pero también la responsabilidad de respetar el derecho internacional, defender los derechos humanos y proteger la soberanía de los Estados”, dijo.

Nduhungirehe recalcó que el núcleo de este pacto es la decisión de establecer el mecanismo conjunto de coordinación: “Se ha llegado a un punto de inflexión. Ruanda está dispuesta a trabajar con la República Democrática del Congo para cumplir nuestros compromisos”, añadió.

El convenio

El convenio incluye disposiciones sobre el respeto a la integridad territorial y la prohibición de hostilidades; la separación, el desarme y la integración condicional de grupos armados no estatales; el establecimiento de un Mecanismo Conjunto de Coordinación de la Seguridad; el acceso humanitario y la facilitación del retorno de refugiados y desplazados internos, y un marco de integración económica regional.

El documento subraya el compromiso a promover el pleno respeto de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario y su determinación para fomentar activamente la paz duradera, la estabilidad y el desarrollo económico integrado en toda la zona y para prevenir la reanudación de las hostilidades que puedan perjudicar el proceso de paz.

Sus términos estipulan el respeto por la respectiva integridad territorial, una resolución pacífica de las disputas, la prohibición de actos hostiles y a un apoyo a ese tipo de actos o a grupos armados.

Ambas partes también se comprometen a proteger a los civiles y al personal humanitario facilitando su libertad de movimiento, y acordaron que cualquier potencial reintegración de combatientes a las fuerzas armadas congoleñas y a la policía nacional de ese país se efectuará de forma “rigurosa, individualizada y condicional”.

El pacto, que entra en vigor de forma inmediata, contempla la creación en un plazo de 30 días de un “mecanismo conjunto de coordinación en seguridad” para promover la estabilidad y el desarrollo regionales.

Apoyo de la ONU

Asimismo, Ruanda y la República Democrática del Congo, con apoyo de agencias de las Naciones Unidas, de la comunidad internacional y de otros órganos humanitarios destacados, apuestan por facilitar la vuelta segura de los refugiados y de los desplazados internos, así como la entrega de ayuda humanitaria.

El texto manifiesta su determinación para apoyar la Misión de Estabilización de la ONU en territorio congoleño (Monusco), y en un plazo de tres meses coinciden en lanzar un marco de integración económica regional que se apoye en los esfuerzos existentes. Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por milicias rebeldes y el Ejército, a pesar de la presencia de la Monusco.

También se espera que  el acuerdo sea utilizado para expandir el comercio exterior y la inversión derivada de las cadenas regionales de suministro de minerales críticos e introducir una mayor transparencia, lo que garantizará el bloqueo de las vías económicas ilícitas.

El objetivo es que las dos partes obtengan una mayor prosperidad, “especialmente para la población de la región”, de los recursos naturales de la región mediante asociaciones mutuamente beneficiosas y oportunidades de inversión.

Trump no ofreció muchos detalles sobre el beneficio esperado para su país, pero sí adelantó que Estados Unidos conseguirá “muchos de los derechos de los minerales del Congo”, necesario para la industria tecnológica y en un momento en que tanto su país como China compiten por conseguir una mayor influencia en África.

El texto detalla que se establecerán o utilizarán auditorías económicas independientes y mecanismos anticorrupción para monitorear la cadena de suministro de minerales, los proyectos de infraestructuras y cualquier futuro pacto económico.

El pacto alcanzado coincide en que cualquier disputa que surja de su implementación debe resolverse de forma amistosa mediante la mediación del Comité Conjunto de Vigilancia cuando cualquiera de las dos partes lo solicite.

El conflicto entre Ruanda y la República Democrática del Congo se intensificó a finales del pasado enero. En esa fecha el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23), que combate en el este congoleño y cuenta con el apoyo de Ruanda, tomó control de la estratégica ciudad de Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte, y después ocupó en febrero Bukavu, capital de la vecina Kivu del Sur, ambas zonas ricas en minerales.

Cortesía de Página 12



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