Por qué cada vez más jóvenes rusos se están uniendo a grupos neonazis

    • Autor, Amalia Zatari
    • Título del autor, Servicio ruso de la BBC

A finales del año pasado, en la ciudad medieval rusa de Kostroma, un adolescente recibió un disparo en la cara con una pistola de bengalas cuando regresaba a casa desde la proyección de una película sobre un activista de izquierdas.

El ataque fue presuntamente perpetrado por un miembro de un grupo neonazi local autodenominado Made With Hate (hecho con odio).

Este acto violento y políticamente cargado simbolizó una tendencia creciente en toda Rusia.

A pesar de la reiterada justificación del Kremlin de su invasión a gran escala de Ucrania como una batalla contra el “nazismo”, se ha producido un fuerte aumento de la violencia neonazi dentro de la propia Rusia.

Según el Centro Sova, una organización con sede en Moscú que vigila los delitos motivados por el odio, los ataques de extrema derecha en Rusia aumentaron más del doble en 2023 en comparación con el año anterior.

Esto se produce tras un descenso en los diez años anteriores. Muchos de los perpetradores tenían menos de 16 años.

Esta nueva oleada de extremismo se remonta a la década de 1990 y principios de la de 2000, aunque todavía no ha alcanzado la brutalidad asesina de aquel periodo caótico en el que se producían cientos de atentados al año tras el colapso de la Unión Soviética.

Entonces la violencia se alimentaba de la difusión de literatura extremista clandestina.

Ahora es a través de plataformas de medios sociales como Telegram y TikTok, donde muchos jóvenes rusos encuentran y amplifican la ideología de extrema derecha en espacios digitales, a menudo fuera del alcance de las fuerzas de seguridad locales.

Un primer plano del ojo de Yaroslav después del ataque.

Fuente de la imagen, Antifa.ru

Grafitis en forma de esvásticas

En Kostroma, ciudad de unos 264.000 habitantes situada a orillas del río Volga, en el oeste de Rusia, un grupo de adolescentes comenzó a comunicarse a través de un canal del servicio de mensajería Telegram a principios de 2024.

Inicialmente, el chat se centraba en organizar viajes a partidos de fútbol o encuentros casuales.

Pero pronto el grupo comenzó a pintar grafitis con esvásticas y otros símbolos de extrema derecha por toda la ciudad, según un antiguo miembro, Anton, que tenía 17 años en ese momento y habló con la BBC con la condición de que no se utilizara su nombre real.

Los adolescentes llamaban a su banda Made with Hate.

En el verano boreal del año pasado, habían pasado a la violencia física.

“Se reunían y todos daban una paliza a alguien”, explica Anton, que cuenta a la BBC que abandonó el grupo en octubre del año pasado, tras darse cuenta de que sus opiniones no coincidían con las de otros miembros.

“Iban por ahí, buscando drogadictos y alcohólicos, y los asaltaban. Siempre estaban a la caza de personas de movimientos de izquierda”, añadió.

Los ataques se filmaban a menudo y se publicaban en canales de Telegram, cuyo número de miembros crecía rápidamente. Estos procedían no solo de Kostroma, sino también de otras ciudades rusas y en algunos casos -según Anton- incluso de Ucrania y Polonia.

Una ilustración de un grafiti que dice:

El ataque

La persona agredida a la salida de la proyección de una película era Yaroslav (no es su nombre real), un joven de 17 años que se trasladó de Moscú a Kostroma para estudiar joyería.

En noviembre de 2024, él y un amigo fueron a ver un documental sobre el antifascista asesinado Ivan Khutorskoy, actividad organizada para conmemorar 15 años de su muerte a manos de neonazis.

Cuando Yaroslav se fue, se le acercaron nueve personas que lo interrogaron sobre sus visiones políticas, de acuerdo a Antifa.ru, un canal de Telegram del movimiento antifascista en Rusia.

Sacaron una pistola de bengalas y Yaroslav recibió un disparo en la cara.

Los atacantes se dispersaron, pero los médicos de un hospital cercano no pudieron salvarle el ojo. Yaroslav se vio obligado a abandonar sus estudios y volver a vivir con sus padres cerca de Moscú. No quiso hablar con la BBC.

Dos días después del incidente, el presunto agresor, también de 17 años, fue detenido y ahora se enfrenta a más de una década en prisión acusado de vandalismo y de causar lesiones corporales graves con el uso de un arma.

Según Anton, el adolescente era miembro del grupo Made with Hate, al que se había afiliado pocas semanas antes de su detención.

Otro adolescente también fue detenido posteriormente en relación con el ataque. Anton dijo que el sospechoso era una figura destacada de la banda neonazi.

Ambos sospechosos permanecen en prisión preventiva.

Brutalidad nostálgica

Los nuevos grupos neonazis que surgen en Rusia, según Vera Alperovitch, investigadora del Centro Sova, intentan revivir “las tradiciones y todos los tipos de violencia desarrollados en la década de 2000”.

La forma de los atentados perpetrados recuerda a la de las bandas neonazis de hace décadas. Por ejemplo, los miembros de la banda organizan reuniones con quienes creen que son homosexuales, así como con quienes han etiquetado como “pedófilos” y “drogadictos”, además de con los sin techo, para agredirlos.

También llevan a cabo “vagones blancos”, término con el que se conoce a los ataques coordinados contra pasajeros de trenes.

Ilustración de un joven nacionalista extremista con un pañuelo en la cara.

Esto es más sobre una necesidad de captar la atención que sobre ideología, dice Alperovitch. “La sed de notoriedad juega ahora un papel más importante que nunca”.

En los círculos de la ultraderecha de los años 2000, explica, el movimiento estaba dirigido por una ideología neonazi. “Estas eran personas inteligentes que leían literatura neonazi y publicaban sus propias revistas”, afirma Alperovitch.

La violencia que conllevó supuso un serio problema en Rusia, con cientos de delitos de odio por motivos raciales cada año.

A principios de la década de 2010, el movimiento fue efectivamente desmantelado, con la ayuda de las fuerzas del orden. Muchas de sus figuras clave fueron condenadas a largas penas de prisión.

Ahora la actividad de los cabezas rapadas nazis en Rusia vuelve a aumentar, pero esta subcultura aún está en pañales y todavía no se ha formalizado política e ideológicamente, afirma Alperovitch.

“No se trata de combatientes ideológicos como antes. Putin, la guerra, Estados Unidos… todo es demasiado complicado para ellos”, le dijo Alperovitch a la BBC.

“(Sólo existe la idea de que) hay migrantes, debemos golpearlos y hacer un video”.

La retórica xenófoba de los funcionarios rusos y los medios de comunicación estatales está en el corazón del reciente aumento de los ataques, así como “el sesgo militarista general de la sociedad rusa”, indicó.

“De vez en cuando nos enteramos por chats y canales de la ultraderecha de que se ha abierto una causa penal contra tal o cual activista, o incluso contra un grupo de activistas, y que han sido detenidos”, afirma Alperovich.

“Pero las fuerzas del orden no lo anuncian en los medios de comunicación, aparentemente tratando de no llamar la atención sobre el hecho de que hay neonazis en Rusia. Las autoridades rusas, por su parte, nos dicen que sólo existen en Ucrania”.

Imagen de socorristas transportando un cadáver en el lugar donde se encontraba un edificio de apartamentos en Kiev.

Fuente de la imagen, Reuters

Falta de pertenencia

El aumento de la violencia extremista no es sólo un fenómeno ruso.

Paul Jackson, profesor de la Universidad de Northampton, en Reino Unido, afirmó que plataformas poco moderadas como Telegram han dado a la extrema derecha mundial una “dinámica nueva y potente”.

“Los jóvenes sienten a veces una falta de sentido en la sociedad y encuentran respuestas a sus frustraciones en contenidos extremistas. A menudo, en el caso de los hombres jóvenes, los temas de la hipermasculinidad apuntalan estos sentimientos”, advirtió el profesor Jackson.

Graham Macklin, investigador de la Universidad de Oslo, precisa que la edad media de los agresores está disminuyendo.

De vuelta a Kostroma, el movimiento neonazi sigue creciendo a pesar de las causas penales en curso.

“Hace un año había 15 personas en el movimiento de derechas, incluyéndome a mí, y ahora probablemente haya entre 40 y 50 personas, la mayoría adolescentes”, dijo Anton.

Yegor, un activista antifascista de Kostroma que no quiso dar su apellido, dijo que se había puesto “de moda y cool” unirse a esas bandas de extrema derecha.

“Quieren encajar, crearse una imagen de tipos duros”.

En abril, Anton se alistó para luchar por Rusia en la invasión a gran escala de Ucrania, aunque cuando habló con la BBC sus razones para hacerlo parecían poco claras.

“Básicamente, sólo porque mi padre era soldado”, le contó a la BBC, explicando que su difunto padre había servido anteriormente en la inquieta región meridional de Chechenia, que desde hace tiempo es escenario de un conflicto separatista.

“No me alisté para defender las ideas de nadie”, afirmó. “Si me matan, me matan”.

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Cortesía de BBC Noticias



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