En una sala criogénica a -80 °C, en el corazón de la Universidad de Zúrich, se acumulan silenciosamente más de mil muestras fecales humanas y casi doscientas de alimentos fermentados de todo el mundo. No es un experimento secreto ni una extravagancia científica, sino una de las iniciativas más ambiciosas de nuestro tiempo: Microbiota Vault, una especie de “bóveda del fin del mundo” para los microbios que nos han acompañado desde los orígenes de la vida y que hoy están desapareciendo a un ritmo alarmante.
Inspirado en el célebre Banco Mundial de Semillas de Svalbard, este proyecto busca crear un refugio biológico ante un futuro cada vez más incierto. Su objetivo es claro pero titánico: almacenar al menos 10.000 muestras microbianas para el año 2029. Porque, si bien ya estamos perdiendo especies animales y vegetales a causa del cambio climático, la urbanización y la sobreexplotación del planeta, también estamos borrando una parte invisible pero esencial de la biodiversidad: nuestra microbiota.
La extinción invisible
En los últimos años, múltiples estudios han alertado sobre una crisis silenciosa. Las comunidades microbianas que habitan en nuestros intestinos, en los suelos, en los océanos y en los animales están siendo alteradas drásticamente por actividades humanas. El uso intensivo de antibióticos, la alimentación ultraprocesada, los partos por cesárea y el contacto reducido con la naturaleza están provocando una erosión de nuestra diversidad microbiana sin precedentes.
La consecuencia no es trivial. La pérdida de estos microorganismos se ha vinculado al aumento global de enfermedades crónicas como el asma, las alergias, la diabetes tipo 1, trastornos metabólicos e incluso alteraciones del estado de ánimo. Pero el problema va mucho más allá del cuerpo humano. Ecosistemas enteros están perdiendo bacterias clave para el ciclo del carbono, la fertilidad del suelo o la regulación de gases como el metano. En otras palabras, la extinción microbiana también amenaza la estabilidad del clima y de los ecosistemas agrícolas.
Un arca para los microbios
Microbiota Vault nace precisamente para enfrentar esta amenaza. A diferencia del banco de semillas noruego, que actúa como copia de seguridad de colecciones ya existentes, esta bóveda suiza busca adelantarse a la catástrofe. Su enfoque no es solo conservacionista, sino preventivo. Alberga muestras humanas, animales, ambientales y alimentarias recolectadas en todo el mundo, con el compromiso de respetar la soberanía de los países y las comunidades que las donan.
Uno de los pilares de esta iniciativa es el principio de justicia científica. Las muestras no son accesibles para terceros sin el permiso explícito del país o institución que las depositó. En algunos casos, los microbios pueden ser secuenciados y subidos a bases de datos de acceso abierto, bajo licencias que aseguran el reconocimiento y control de los autores originales. Así, la bóveda no se convierte en una mina biotecnológica para corporaciones, sino en un recurso compartido con reglas éticas claras.

De la salud intestinal a la resiliencia planetaria
Más allá de su dimensión médica, el proyecto encaja en un enfoque global conocido como “One Health”, que reconoce la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental. Preservar la microbiota no solo significa proteger la digestión o la inmunidad de las personas, sino también asegurar la resiliencia de cultivos, ríos, suelos y hasta climas locales.
Durante su fase inicial, concluida recientemente, la bóveda recibió más de 1.200 muestras fecales y 190 de alimentos fermentados como yogur, kimchi y otros productos tradicionales, provenientes de países como Benín, Brasil, Etiopía, Ghana, Laos, Tailandia y Suiza. Cada una fue recogida, transportada y almacenada bajo protocolos rigurosos que garantizan su integridad para futuras generaciones.
Ahora, la iniciativa entra en una fase de crecimiento con la meta de reunir miles de nuevas muestras, incluyendo microorganismos de ecosistemas amenazados. También se busca una ubicación definitiva para la bóveda, en un entorno naturalmente frío que permita mantener las condiciones de almacenamiento incluso en caso de fallos energéticos. Canadá, con su clima estable, figura como candidato.
¿Un plan para dentro de cien años?
La pregunta inevitable es: ¿podrán estos microbios congelados ser útiles algún día? Por ahora, la tecnología para reintroducir de forma efectiva bacterias en el intestino humano o en un ecosistema degradado sigue siendo experimental. Sin embargo, los impulsores del proyecto confían en que los avances futuros permitirán aprovechar este archivo biológico para restaurar la diversidad perdida o incluso desarrollar nuevas terapias médicas.

Y es que hay precedentes alentadores. En medicina, los trasplantes fecales ya se utilizan para tratar infecciones intestinales resistentes. En agricultura, se están desarrollando consorcios bacterianos que mejoran la fertilidad del suelo sin pesticidas. Incluso en el ámbito climático, ciertos microbios podrían desempeñar un papel en la reducción de emisiones o la regeneración de suelos erosionados.
Más allá del laboratorio, este proyecto tiene una dimensión profundamente humana y filosófica. Rescata el conocimiento de comunidades indígenas sobre alimentos fermentados y prácticas microbiológicas ancestrales. Promueve la equidad en la investigación internacional y se articula con iniciativas educativas para formar científicos en países con menor acceso a recursos tecnológicos.
No se trata solo de congelar heces, sino de preservar la historia evolutiva compartida entre los seres humanos y los microorganismos que nos ayudaron a ser quienes somos. En ese sentido, Microbiota Vault es también un ejercicio de humildad: reconocer que nuestra supervivencia futura podría depender de formas de vida que apenas alcanzamos a ver, pero que llevamos dentro desde antes de nacer.
Referencias
- Dominguez-Bello, M.G., Steiger, D., Fankhauser, M. et al. The microbiota vault initiative: safeguarding Earth’s microbial heritage for future generations. Nat Commun 16, 5373 (2025). DOI:10.1038/s41467-025-61008-5
Cortesía de Muy Interesante
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