Entre los meses de julio y agosto se presenta un periodo en el que las lluvias tienden a disminuir y, al contrario, aumentan las temperaturas. Este lapso es conocido coloquialmente, aunque de forma inexacta, como la canícula, popularmente identificada como “el periodo más caluroso del año”, caracterizado por el calentamiento excesivo del aire, cielos despejados y baja precipitación.
Toma su nombre de la constelación Can Mayor, o Canícula para los romanos, quienes creían que el calor del Sol se “sumaba” al de la estrella Sirius, la más brillante del cielo nocturno, al alinearse durante el verano.
La información sobre la canícula varía. Por un lado, fuentes oficiales del gobierno, como el Centro Nacional de Prevención de Desastres, señalan que se trata de un fenómeno climático que suele presentarse durante la última quincena de julio. Se caracteriza como una sequía temporal —una disminución o ausencia de lluvia— en algunas regiones del país.
Sin embargo, expertos de la UNAM matizan esta perspectiva. Aunque hace más de 5,000 años el fenómeno se asociaba a un evento astronómico, hoy ya no tiene fundamentos en la posición de los astros. Debido a la precesión de la Tierra —un movimiento lento y gradual del eje terrestre—, Sirius ya no aparece entre junio o julio, sino hasta septiembre. Por ello, indica la institución, utilizar el término canícula como sinónimo de calor en estos meses no tiene ya una base astronómica válida.
¿Cuándo ocurre realmente este fenómeno?
Según el doctor Víctor Manuel Torres, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, México no experimenta una sola canícula, ya que su diversidad climática impide una manifestación uniforme.
Por ejemplo, en zonas del norte del país, el calor más intenso se da entre abril y mayo y puede prolongarse varios meses por el clima desértico. En contraste, en regiones tropicales como el sureste mexicano, sí se presenta un fenómeno que puede confundirse con la canícula: una “pausa” en las lluvias acompañada de un ligero incremento en la temperatura.
Según la UNAM, los meteorólogos conocen a este periodo como sequía de medio verano o sequía intraestival, y se manifiesta entre julio y agosto. Está influido por factores como las temperaturas del océano Pacífico nororiental, la intensa radiación solar y la circulación de vientos entre el Caribe y el Pacífico.
Durante este fenómeno se registra un aumento de entre 3 y 5 °C en la temperatura, así como una disminución en las lluvias que puede durar cerca de 15 días. Popularmente se dice que dura 40 días, pero esta es una cifra imprecisa y no aplicable a todas las regiones; es, más bien, una “variación estacional esperada” dentro del clima tropical, afirma Torres.

En resumen: aunque entre junio y septiembre es cuando más llueve en México, entre julio y agosto se observa una disminución temporal de precipitaciones. Esta sequía afecta sobre todo la Península de Yucatán y es poco perceptible en el noroeste, Ciudad de México o Zacatecas. También ocurre en otras regiones del mundo como el sur de Estados Unidos, el mar Caribe, Centroamérica, el oeste de África, India, Filipinas, Australia y el sur de Brasil.
¿Cómo protegerse durante este periodo?
Como en cualquier otro episodio de calor extremo, las recomendaciones incluyen mantenerse hidratado, usar protector solar, evitar la exposición prolongada al sol entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, y protegerse con sombrillas, gorras o sombreros.
En cuanto a la agricultura y la ganadería, el doctor Torres advierte que la disminución de lluvias puede afectar las reservas de agua en zonas vulnerables. Por eso, identificar este fenómeno también sirve para preparar medidas de adaptación frente a las condiciones climáticas.
Cortesía de Xataka
Dejanos un comentario: