Redes, sexo y salud pública: lo que nos enseñan las apps sobre los hombres que tienen sexo con hombres

Hoy en día, muchas relaciones comienzan con un clic. Y en el caso de los hombres que tienen sexo con hombres (HSH), las aplicaciones como Grindr o Wapo no solo han cambiado la forma de encontrar pareja o encuentros sexuales, sino que también han transformado el contexto en el que se producen prácticas de riesgo. ¿Cómo afectan estas redes digitales a la salud pública? ¿Pueden los profesionales sanitarios anticipar comportamientos peligrosos observando cómo se configuran las relaciones?

Un equipo de investigadores de la Universidad de León decidió responder a estas preguntas aplicando una herramienta poco habitual en este campo: el Análisis de Redes Sociales (SNA, por sus siglas en inglés). Sus hallazgos abren una nueva ventana para comprender, prevenir y abordar problemas de salud sexual desde una perspectiva colectiva.

No es solo con quién, sino cómo se conectan

El estudio se centró en 32 hombres residentes en Madrid, todos usuarios activos de apps de citas entre hombres. A través de cuestionarios anónimos, los participantes detallaron con cuántas personas habían tenido relaciones sexuales en los últimos seis meses, qué tipo de vínculo tenían con ellas y qué prácticas realizaron (uso de condón, consumo de drogas, sexo en grupo, etc.).

Lo interesante no fue solo la cantidad de contactos, sino la calidad del vínculo: los investigadores distinguieron entre relaciones “fuertes” (basadas en confianza o repetición) y “débiles” (ocasionales o anónimas). Y ahí surgió un patrón preocupante: cuanto más fuerte era la relación, más probable era mantener sexo anal sin protección.

Redes, sexo y salud pública lo que nos enseñan las apps sobre los hombres que tienen sexo con hombres 3-3
La enfermera comunitaria puede intervenir de forma eficaz si entiende la estructura social detrás del comportamiento sexual. Fuente: DBM.

Uno de los datos más llamativos del estudio fue que algunos hombres habían tenido hasta 40 parejas sexuales diferentes en seis meses, mientras otros no tuvieron ninguna. El promedio general fue de casi 12. Pero más allá del número, lo relevante es lo que implica: quienes tenían más contactos tendían también a practicar sexo oral o anal sin condón, participar en sesiones de sexo grupal y consumir drogas durante los encuentros sexuales, fenómeno conocido como: “chemsex”.

En especial, el chemsex, una práctica que combina sexo prolongado con el uso de drogas estimulantes como poppersmetanfetaminas o el gamma hidroxibutirato, más conocido como GHB o éxtasis, estuvo presente en uno de cada cuatro participantes. Y entre ellos, el 75 % utilizó poppers, una sustancia inhalada que reduce las inhibiciones, pero también aumenta los riesgos.

¿La confianza aumenta la vulnerabilidad?

Sorprendentemente, el estudio mostró que las relaciones más estrechas eran las que menos uso del preservativo registraban. ¿Por qué? Algunos participantes podrían asumir que, al haber “más confianza”, hay menos riesgo. Sin embargo, este es un error frecuente. El VIH, como otras infecciones de transmisión sexual (ITS), no distingue entre amor y deseo, ni entre conocidos o desconocidos.

Este hallazgo desafía la típica suposición de que el sexo sin protección es solo fruto de encuentros casuales. En realidad, la confianza puede ser un factor de riesgo si no se acompaña de prevención.

Lo que revela el mapa sexual de una ciudad

Los investigadores también encontraron que el barrio donde vivían los participantes influía en sus prácticas. Por ejemplo, en distritos más céntricos de la Comunidad de Madrid, como el distrito “Centro” o “Puente de Vallecas”, había una mayor concentración de hombres que participaban en sexo grupal. Esto tiene implicaciones importantes para las políticas de salud local, ya que permite focalizar campañas de prevención o establecer servicios adaptados a zonas con mayor exposición.

Además, los hombres con mayores ingresos mensuales tendían a participar más en encuentros grupales. Esto sugiere que el poder adquisitivo también juega un papel en el acceso a determinados entornos sexuales, como fiestas privadas o clubs específicos.

Redes, sexo y salud pública lo que nos enseñan las apps sobre los hombres que tienen sexo con hombres 2-3
Algunos distritos urbanos concentran más encuentros sexuales, lo que permite focalizar estrategias de salud pública. Fuente: DBM

Una herramienta para las enfermeras del siglo XXI

El análisis de redes sociales permite a los profesionales de la salud, especialmente a las enfermeras comunitarias, identificar patrones invisibles en la atención convencional. Saber que ciertos usuarios tienen muchas conexiones, o que ciertos tipos de vínculo están más expuestos a riesgos, permitiéndolas diseñar intervenciones preventivas personalizadas y estratégicas.

Por ejemplo, si se detecta que una persona tiene un rol central en una red sexual muy activa, se le puede ofrecer asesoramiento, testeo frecuente y recursos para reducir riesgos no solo para él, sino para su entorno. Es una forma de actuar con visión colectiva y no solo individual.

No se trata de estigmatizar, sino de comprender

Es importante subrayar que este estudio no pretende culpabilizar a nadie. Todo lo contrario: busca entender la complejidad de las decisiones sexuales, sus condicionantes sociales, económicos y emocionales. En el caso de los HSH, estas prácticas no surgen en el vacío: están atravesadas por la búsqueda de placer, pertenencia, reconocimiento y, a veces, por la falta de espacios seguros.

Comprender cómo se estructuran estas redes también permite abrir debates sobre la educación afectivo-sexual, el acceso a la salud sexual y el derecho a una información clara y libre de prejuicios.

El análisis de redes sociales permite detectar patrones de riesgo más allá de las cifras tradicionales. Fuente: DBM.
El análisis de redes sociales permite detectar patrones de riesgo más allá de las cifras tradicionales. Fuente: DBM.

Conclusiones que pueden salvar vidas

Este estudio demuestra que cuantos más contactos sexuales tiene una persona, mayor es la probabilidad de que se exponga a prácticas de riesgo. También que la fortaleza del vínculo no garantiza prevención, y que existen variables como el distrito de residencia o el nivel económico que influyen en los comportamientos sexuales.

La buena noticia es que, gracias a esta información, los profesionales sanitarios pueden crear programas más efectivos y adaptados a la realidad. Apps de citas, redes sociales y datos de comportamiento pueden pasar de ser herramientas de encuentro a convertirse en aliadas de la salud pública.

Referencias

  • Este artículo se basa en el estudio de David Bermejo-Martínez, Pilar Marqués-Sánchez, Enedina Quiroga Sánchez, Natalia Calvo-Ayuso, Cristina Liébana-Presa y José Alberto Benítez-Andrades:
    Marqués‐Sánchez, P., Bermejo‐Martínez, D., Quiroga Sánchez, E., Calvo‐Ayuso, N., Liébana‐Presa, C., & Benítez‐Andrades, J. A. (2023). Men who have sex with men: An approach to social network analysis. Public Health Nursing, 40, 73–79. doi: 10.1111/phn.13138

David Bermejo Martínez

David Bermejo Martínez

Doctor. Enfermera Especialista en Atención Familiar y Comunitaria. Máster en Investigación en Ciencias Sociosanitarias (ULE). 

u-leon

Cortesía de Muy Interesante



Dejanos un comentario: