El equipo de la Universidad de Curtin, en Australia, usó los 36 antenas de su aparato ASKAP para dar explicación a una extraña señal que habían recibido. La lectura era tan potente y breve que creyeron haber encontrado un nuevo pulsar desde dentro de la galaxia. Aunque había algunas cosas que no encajaban del todo.
Fue hasta 2024 que lograron localizar la fuente mucho más cerca de lo que esperaban, estaba orbitando a nuestro propio planeta. ¿Por qué les había tomado tanto encontrar el origen de la breve señal? Resultó que el dispositivo responsable, el satélite Relay 2, se encontraba sin operatividad desde hacía 40 años. Los investigadores han encontrado posibles respuestas a este suceso.
El aparato ASKAP (Australian Square Kilometer Array Pathfinder), un radiotelescopio de alta potencia destinado a develar misterios como la creación y evolución del universo, captó una inusual y brevísima, pero a la vez intensa señal. Popular Mechanics explica que 13 de junio del 2024, sus 36 antenas recibieron un pulso de radio de a penas 30 nanosegundos de duración, pero cuya intensidad no podía ser pasada por alto.
Dado a la potencia de la señal, la búsqueda del origen se enfocó en el espacio profundo, esperando localizar objetos como un pulsar, pues estos objetos astronómicos tienen la propiedad de -debido a su velocidad- emitir potentes rayos de muy corta duración. Sin embargo, el responsable fue encontrado mucho más cerca de lo que se llegara a pensar.
El ASPAK trianguló el origen de la señal de radio hasta un satélite que orbita la Tierra a solo 4,500 km de distancia. El problema es que dicho satélite, el Relay 2, ha estado inactivo desde 1967 cuando terminó su misión.
¿Resurrección o último aliento?
El Relay 2 fue un satélite lanzado por la NASA en 1964. Su proyecto se encontraba entre los pioneros en cuanto a comunicación vía satélite, aunque la agencia espacial estadounidense dejó de usarlo a penas un año después. Para 1967, sus sensores ya no contaban con energía para transmitir señal alguna a la Tierra, por lo que fue destinado a orbitar al planeta en el área de desechos espaciales. Tras indagar un poco, los astrónomos compararon este fenómeno con otros similares y arrojaron dos posibles teorías.
Basura espacial fotografiada por la Agencia Espacial Europea.
“El cambio en astronaves en órbita, derivado de interacciones con el ambiente espacial ha sido un fenómeno bastante conocido desde los primeros días del programa espacial. La acumulación de iones y electrones puede causar anomalías entre la superficie de los satélites y entre los satélites y plasma espacial”.
–Clancy James, doctor de la Universidad de Curtin y líder de la investigación
Una de las propuestas indica que un micro meteorito pudo haber causado una nube de plasma al impactar con el Relay 2, convirtiendo la energía en pulsos eléctricos que habrían resucitado, por un instante, los aparatos emisores del satélite.
Por otra parte, también se cree que al orbitar a una distancia en la que la energía electroestática no es inusual, el Relay 2 habría pasado los últimos 40 años acumulando esta energía en su núcleo, hasta que el sistema se sobrecargó y provocó un “chispazo” junto con la señal de radio.
El análisis de este fenómeno se encuentra disponible aquí, y está a la espera de ser publicado por la revista The Astrophysical Journal. De momento, los científicos usarán la información obtenida para mejorar los sistemas de protección de futuros satélites y naves espaciales para evitar que acumulen estos anormales picos de energía durante sus misiones.
Cortesía de Xataka
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