Manu Fanego: cómo hacer su propio camino honrando el legado de su padre y vistiéndose de mujer

Su GPS instintivo, el que lo trajo hasta acá -no a la nota con Clarín una mañana fría de miércoles, sino a vivir del arte en todas sus ramas- goza de memoria sensorial. “El olor a humedad de butaca lo tengo impregnado en el cerebro”, dice Manu Fanego, músico, actor y artista 360, evocando una escena cotidiana pero fundacional de su despertar como espectador.

“Acompañar a mi viejo (el fallecido actor Daniel Fanego) en giras de teatro me hizo encontrarme en el oficio rápidamente. Y de grande conocí algo que él no vivió, que es el teatro grupal y colectivo de una compañía, que perdura durante 15 años y nos acompañamos en esta incertidumbre de ser actores y artistas”, explica el integrante del grupo Bla Bla & Cía, recientes ganadores del Martín Fierro de Teatro a “Mejor Obra de Teatro Off”y “Mejor música original” (Sebastián Furman) con Modelo Vivo Muerto.

Pero ese mundo de sensaciones, que trae a la mesa el intérprete con bodas de cristal en la profesión, además de conservarse intacto se renueva.

“En el escenario algo sucede, uno se libera. A mí me sana y me mantiene vivo. El teatro es la madre de lo que hago, donde hay una transferencia directa con el público. Sacás monstruos e interpelas a otras fuerzas. No sé si alguna vez fuiste a una constelación, pero te la recomiendo, porque es un poco la actuación vista de un lado más terapéutico. Uno es canal de cosas y por ahí suena demasiado esotérico, pero es interesante ver que todos somos un poco actores”, desliza.

Y con un radio audiovisual igual de activo “desde 2011, pero latente desde siempre”, también navegó el universo mainstream con series como la de Fito Páez (El amor después del amor, Netflix) y la todavía más reciente Cris Miró (TNT, Flow).

No son ni las diez de la mañana, pero Manu ya desayunó con tiempo, apartó el teléfono para conectar con la mirada y hasta hojeó a modo de ensayo previo al encuentro, el libreto de su futuro unipersonal en el Picadero. “Un proyecto comercial que no soy tan habitué porque suelo trabajar colectivamente con amigues y cercanos”, aclara sobre Le frigo (La Heladera), obra de Copi con estreno en septiembre y dirección de Tatiana Santana.

Antes de eso, retomará funciones de Preciado, performance con textos de Paul Preciado, “donde armamos un bunker electoral y es como mi costado más político”, y para agosto lo hará también con El refugio de los invisibles, obra de danza-teatro de Catalina Briski.

Cuando le tocó recibir en Madrid el Premio Platino póstumo a su padre, Manu Fanego se animó a bromear: Cuando le tocó recibir en Madrid el Premio Platino póstumo a su padre, Manu Fanego se animó a bromear: “Bueno, él no está acá…”. Foto: Marcelo Carroll

El último tramo del año también está cubierto para Manu Fanego (43) que vuelve con su ya caballito de batalla y alter ego, Mika de Frankfurt (la adorable artista trans ucraniana que compone y toca el acordeón) en la vuelta de Mika Solo Set (cada lunes de octubre en La Tangente) previo a la presentación del disco de Mika “con invitades muy buenos” el 3 de noviembre.

Pero la novedad que tiene al reciente nominado a los Martín Fierro, actualmente de gira con Modelo Vivo Muerto (En su tercera temporada, manteniendo los jueves de julio en el Metropolitan y los miércoles a partir de agosto) es la ópera prima de Morena Fernández Quinteros. Filme de acción y sátira policial (Verano Trippin, OrcaFilms y Prime Video) en cines para septiembre, que lo tendrá como villano debutante con participación especial de Lali Espósito.

“Estamos los dos del lado de la oscuridad y hay una puja que no se sabe quién es más malo”, anticipa y entre tanta novedad, admite: “La gente me reconoce por Bla Bla y una participación en Por ahora, serie que hicieron los “Cualca”. La de Fito fue una oleada que duró una semana o dos”.

Compromiso con la diversidad

Manu Fanego también trabajó como músico. Con la banda The Keruza grabó dos discos y giró por varias partes del mundo. Fot: Marcelo Carroll Manu Fanego también trabajó como músico. Con la banda The Keruza grabó dos discos y giró por varias partes del mundo. Fot: Marcelo Carroll

-¿Te sentiste un rato en la cresta de la ola o tampoco?

-No creo que esa sea la cresta de la ola tampoco. Es una parte de lo que hacemos y está buenísimo visibilizarse, pero también con la experiencia de mi viejo entiendo que son temporadas y todo sube y baja.

-¿Fue la primera máxima que aprendiste del oficio?

-Tenía un ejemplo muy claro de que no era un trabajo que tuviera una temporalidad y siempre hay que estar organizándose. No hay nadie que pueda sostenerlo tanto y los que lo sostienen tanto, no son mis ejemplos a seguir.

A diferencia de lo que pasó en la calle con Fito, la de Cris fue más reconocida por la comunidad. Me ha pasado ir a una panadería donde trabajaba una chica trans, que me reconozca y no lo pueda creer.

A Manu Fanego le gusta trabajar en banda. Por eso es parte del grupo Bla Bla. Foto: Marcelo Carroll A Manu Fanego le gusta trabajar en banda. Por eso es parte del grupo Bla Bla. Foto: Marcelo Carroll

-¿Ese acercamiento a la comunidad trans se da antes o después de trabajar en “Cris Miró” o de llevar la historia de Luana Mansilla (la primera niña transgénero del mundo en acceder al DNI con su identidad autopercibida) al teatro con “Princesa del Futuro” en 2016?

-Lo de Luana fue mi acercamiento más concreto. Siempre me fascinó. Soy una persona que se considera no binaria y siempre tuve una empatía natural con lo diverso, con la comunidad, con lo gay, con lo marica.

Cuando me tocó hacer la obra dirigido por Paula Cancela y conocí a Luana y Gaby, la mamá, que escribió Yo nena yo princesa adaptado al cine, empecé a trabajar en su asociación civil Infancias Libres, compartiendo con familias que traían infancias trans. Nenes y nenas de 2 años que se ponían toallas en la cabeza y se peinaban la toalla. O ni sabían hablar y ya tenían incorporada su identidad diversa.

Y fue: claro, acá no hay más preguntas morbosas. Sentí compromiso al hacer de Luana, invitando al empoderamiento. Porque lo que hacía era jugar con la identidad trans como si fuera princesa de Disney, pero bajando una línea de princesa diversa, corrida desde lo que nos quieren formatear.

Cuando trabajó en la película Cuando trabajó en la película “Yo nena yo princesa”, Manu Fanego comenzó a colaborar con la asociación civil Infancias libres. Él mismo se declara no binario. Foto: Marcelo Carroll

-¿El teatro fue también espacio de exploración de tu propia identidad, cuando empezás a encarnar personajes femeninos?

-Me acompañó muchísimo y me ayudó a investigar, probar, vestirme, jugar con eso. Entender cosas femeninas que tengo, lugares o pensamientos. Conocí también a los feminismos, gente que habla del género, la deconstrucción y me siento parte. Componiendo también a Mika de Frankfurt, mi alter ego, que es como mi lado travesti.

-Ternada en los Martín Fierro de Teatro también.

-Sí, nosotres tenemos un grupete que viene trabajando y no podíamos creer. Me enorgullece lo de Bla Bla también, que empezamos con juntadas en una casa, varietés a la gorra y crecimos como amigues, familia, vimos nacer a los hijos de los otros y hoy somos como los tíos.

El pasado musical

Manu Fanego, en el personaje de Mika de Frankfurt. Foto: @mikadefrankfurtManu Fanego, en el personaje de Mika de Frankfurt. Foto: @mikadefrankfurt

Pero su luz de mil matices excede lo sembrado con el grupo que data del 2010 (con la incorporación de Carola Oyarbide, también ternada como actriz en el Martín Fierro igual que Fanego) y se deja espiar en su pasado estrictamente musical.

“Yo quería ser Freddie Mercury y Elton John, dos maricas patrias. Era fan a los 12 y tuve una bisabuela concertista que tocaba el piano y me enseñaba. Tuve mi banda 10 años, The Keruza, con 2 discos que grabamos en el estudio de Las Pelotas (Nono, Córdoba) y en el de Lito Vitale. Giramos por Europa, Estados Unidos, México. Yo era para músique. Hasta que empecé clown y fue: ¿qué estuve haciendo todo este tiempo? Me hice actor y me anoté en el IUNA”.

-¿Sin resistencia con semejante legado?

-O sea, empecé a los 28, algo de resistencia hubo. Me había auto impuesto que la música era lo mío. Mi viejo (Daniel Fanego) también respetaba mucho más la música que la actuación en términos de arte. Siempre había querido ser músico, tenía muy buen oído y era muy afinado, pero nunca se desarrolló.

De otra resistencia (la cultural) también reflexiona el performer de espíritu autodidacta, iniciado en el under.

“La gente no está pudiendo. Hoy no alcanza ni lo que pueda dar una gorra, pero sostengo armar grupos de gente con ganas de hacer. Los focos de resistencia cultural son muy importantes y han abonado históricamente a la cultura en Argentina. Porque no vino de grandes productores con muchísima plata, al contrario. Del barro han salido grandes artistas que remaron en dulce de leche. También han cerrado muchísimos espacios culturales. Y parecería medio planificado en un punto. Porque ponerle tanto impedimento a los que menos tienen y liberar de impuestos a los que más tienen es una decisión y tiene un efecto”.

Y representando a una minoría del circuito, dice: “Soy una persona privilegiada, que estoy en un momento muy diferente a lo que me rodea”.

Como tachar de la checklist su primer villano en pantalla grande. “Soy el policía malo de pueblo que hace los tejes. Como uno no puede ser villano en la vida, es divertido”.

-¿Lo fue también compartir rodaje con Lali?

-Ella es súper simple, muy campechana. Horrible la palabra pero no me sale otra, jaja. Está muy en la tierra, te mira a los ojos. Mi viejo había trabajado con ella y charlamos un poco de él, fue re lindo.

Manu Fanego, en Madrid, recogiendo el premio para su padre por su labor en la película Manu Fanego, en Madrid, recogiendo el premio para su padre por su labor en la película “El Jockey”. “Sentí que me regaló un pasaje a España para conectar con un mundo de la industria al que yo no pertenezco”. Foto: EFE/Daniel González

-Venís de recibir una estatuilla en su nombre en los Premios Platino (Ganó “Mejor actor de reparto” por “El Jockey”) pero te corriste de lo solemne en tu discurso.

-Me parece que hay que desolemnizar la muerte o el reconocimiento a quien ya no está. Los de acá seguimos estando y es conectar desde otro lugar. Mi función no es erigir monumentos o mausoleos, sino recordar en otro tipo de formas a mi viejo y lo que él me dejó.

Y, de alguna manera, sentí que me regaló un pasaje a España, donde fui con mi novia, Zoe, productora y también actriz, para conectar con un mundo de la industria al que yo no pertenezco. Me dejó la llave y fue: tomá, encárgate del local.

-Hablás de lo que te dejó, pero él decía que vos le enseñaste a mirar el mundo de otra manera.

-Era un papá muy amoroso, que me decía lo orgulloso que estaba y apoyaba todas mis locuras. Él y mi vieja me dieron mucha soga y por eso también pude dedicarme a algo tan etéreo, frágil e incierto.

Cortesía de Clarín



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