Comercio exterior, la grieta por donde se cuela el narcolavado

Las redes criminales mexicanas ya no operan solas. Al otro lado del Pacífico, encontraron socios discretos. Se trata de organizaciones asiáticas de lavado de dinero, con presencia en Estados Unidos, que ofrecen rutas menos visibles para ocultar las ganancias del narcotráfico. La DEA tiene identificado este mecanismo: el lavado de dinero basado en el comercio (TBML, por sus siglas en inglés).

Se utilizan operaciones internacionales para insertar fondos ilícitos en el sistema financiero a través de la manipulación de transacciones comerciales.

El sistema opera como un juego de espejos. Las ganancias del narcotráfico cruzan fronteras ocultas en facturas y cargamentos legales. Se modifica el precio, la cantidad o la descripción de los productos y envíos fantasma. En otros casos, el dinero fluye a través del Mercado Negro de Cambio de Pesos (BMPE), una figura clave en las operaciones del narco en Colombia y México. El valor sigue su curso, pero el dinero se borra del mapa.

México se ubica en el epicentro de esta red. La cercanía geográfica, los lazos económicos con Estados Unidos y el rol clave como receptor de importaciones chinas crean una tormenta perfecta.

En 2024, el comercio bilateral entre México y Estados Unidos superó los 800,000 millones de dólares. Esa relación no solo mueve bienes legales, también permite que los flujos del crimen organizado se diluyan entre trámites, aduanas y contenedores.

Difícil de detectar

La DEA apunta que el cambio hacia blanqueadores chinos responde al enorme volumen de productos, tanto lícitos como ilícitos, que China exporta a América del Norte. Esa conexión comercial, reforzada por la demanda de insumos químicos para fabricar fentanilo, ha tejido una red más compleja y menos detectable.

Silent Eight, empresa de tecnología de inteligencia artificial dedicada a mejorar la lucha contra el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, señala que TBML opera como un mecanismo silencioso dentro del sistema global.

Aprovecha la escala del comercio global, porque cada año circulan entre 250 y 300 millones de contenedores en el mundo, pero solo entre 1% y 2% se inspecciona físicamente. Esa mínima supervisión abre una puerta para mover valor sin dejar rastro.

El comercio ofrece una ventaja clave para los delincuentes. A diferencia de otros métodos, resulta más difícil de rastrear. Los bancos validan transferencias, pero no verifican las mercancías.

Mientras que las aduanas calculan aranceles, pero no investigan fraudes financieros. Entre esas dos zonas ciegas, el TBML encuentra espacio para prosperar.

Las investigaciones sobre financiamiento comercial requieren tiempo, coordinación entre países y revisión documental exhaustiva. Una sola operación puede implicar a exportadores en Dubái, navieras en China y compradores en América Latina. Todo con formatos distintos, idiomas diferentes y niveles de riesgo variables.

Según la Oficina del Inspector General del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, los cárteles podrían lavar hasta 1.6 billones de dólares al año a través del comercio global.

La Operación Fortune Runner

A través de la “Operación Fortune Runner”, caso que salió a luz en 2024, la DEA y la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional identificaron y desmantelaron un esquema de lavado de dinero que unió al Cártel de Sinaloa con corredores financieros chinos y rutas comerciales entre China, México y Estados Unidos.

Más de 50 millones de dólares en ganancias del narcotráfico cruzaron fronteras bajo la apariencia de comercio legítimo.

El modelo se apoyó en una necesidad estructural: ciudadanos chinos con restricciones para mover divisas buscaron formas clandestinas de sacar dinero del país. Un corredor local en California recibía efectivo del cártel y lo entregaba a un representante de estos ciudadanos. A cambio, desde China, se liberaban pagos a fabricantes de bienes de consumo o químicos, que luego se enviaban a México. La mercancía se vendía en efectivo, y el dinero regresaba al cártel.

Estados Unidos funcionó como punto de origen del dinero ilícito. China proveyó la plataforma financiera informal. México cerró el ciclo con el retorno del valor en su moneda.

Las sustancias químicas se utilizaban para producir drogas, como fentanilo, en México para su venta en Estados Unidos, perpetuando así el ciclo de distribución de drogas y lavado de dinero, explica un análisis de la firma legal, Boies Schiller Flexner.

De acuerdo con la Fintech, Trade Finance Global, los corredores de pesos cobran comisiones de 10% a 15% por lavar dinero sucio, y que la comisión se carga a la cuenta por el riesgo que asume el corredor. Por ejemplo, un corredor cobraría a un cártel entre 50,000 y 75,000 dólares por lavar 500,000 en efectivo.

En los últimos años, se registran cada vez más informes sobre organizaciones chinas de lavado de dinero que se han involucrado en el lavado de dinero del narcotráfico, motivadas por el acceso a dólares estadounidenses debido a los estrictos controles cambiarios en China.

El TBML representa un reto estructural para autoridades y reguladores. El marco antilavado global sigue centrado en bancos, no en comercio. La Asociación de Profesionales del Cumplimiento en Financiamiento Comercial, señala que las redes TBML están en el centro de una creciente red de fentanilo que involucra a China, México y Canadá amenazan la seguridad de Estados Unidos.

Lo cierto es que cuanto más crece el comercio mundial, más espacio encuentran las organizaciones criminales para ocultar dinero sucio entre cargamentos legales.

Cortesía de Expansión



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