Aunque la respuesta parezca obvia, tal vez, hay mucho más allá de lo que parece a la hora de explicar cómo se queman nuestros bosques. El fuego surge por la combinación de tres elementos: combustible, calor y oxígeno. Este último está disponible en el aire, así que es el más fácil. El combustible es cualquier cosa que pueda quemarse, incluida la hierba, los árboles, los arbustos, incluso, las casas. Cuanto más seco esté, más fácilmente arde. El último componente, el calor, quema el combustible y deseca el área circundante mientras el incendio se extiende.
En otras palabras, “una fuente de calor golpea al combustible que está lo bastante seco como para prenderse”, explica Lenya Quinn-Davison, investigadora en el programa forestal Cooperative Extension de la Universidad de California.
En las condiciones adecuadas, esos tres factores son lo único que hace falta para que un bosque entre en llamas.

El triángulo del fuego: cómo se inicia un incendio forestal
Estos desastres naturales, sin embargo, suelen tener comienzos no tan naturales. En Estados Unidos, el 84 % de los 1.5 millones de incendios reportados desde 1992 a 2012 fueron causados por la mano del hombre.
En comparación, solo el 16 % fue provocado por un rayo, según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, en 2017.
Por ejemplo, una chispa desencadenó el incendio bautizado como Camp Fire, que quemó 92,936 hectáreas en California, en noviembre de 2018, en el bosque de Redding. Fue uno de los incendios más destructivos y mortíferos en Estados Unidos.
Una chispa y el clima perfecto: los ingredientes de una catástrofe
La ignición es solo el principio. Para que una chispa se convierta en un incendio, debe haber una combinación perfecta de factores, como “condiciones secas y vientos muy fuertes”, nos dice Quinn-Davison. Lo malo es que, a causa del cambio climático, el tiempo seco dura más y, por lo tanto, es más larga la temporada de incendios.
“Hace cincuenta años, el mes de noviembre era lluvioso en California. Tal vez, podíamos tener vientos fuertes, pero estaba demasiado húmedo para que el bosque se prendiera fuego”, apunta. Pero, a mediados de noviembre de 2018, estaba lo bastante seco como para crear un monstruo en llamas que los bomberos tardaron más de dos semanas en extinguir.
De todas maneras, los incendios no son algo nuevo. Son una forma natural y necesaria en muchos ecosistemas. Aunque los que vemos hoy son distintos, arden más rápido y emiten más calor que los ordinarios.

Fuegos más rápidos y calientes: el nuevo rostro de los incendios
“Históricamente, California ha sufrido más incendios que ahora, pero de menor intensidad y más lentos”, señala Quinn-Davison.
“Ahora, vemos fuegos que rompen con los patrones que conocíamos, como el Camp Fire, que fue capaz de hacer cenizas 280 kilómetros cuadrados en un día. Nunca habíamos visto algo así”, añade.
El cambio climático, perpetuado por las emisiones de gas de efecto invernadero provocadas por el hombre, ha ampliado mucho la temporada anual de peligro de incendios. Por otra parte, estos se topan con más combustible que quemar, por eso duran más.
Por ejemplo, el bosque boreal de Canadá y Alaska ha sufrido un aumento de fuegos provocados por un rayo desde 1975, seguramente debido a que la nieve se derrite más pronto y la madera está más seca por la subida de temperaturas, según apunta un estudio de 2017 publicado en la revista Nature Climate Change.
Cuando proteger demasiado empeora todo
En los últimos cien años, la humanidad ha intentado hacer frente a los incendios con métodos estables y eficientes. Pero, paradójicamente, estos han aumentado.
Hoy, científicos y ecologistas comprenden que el fuego es un factor esencial para la buena salud de un ecosistema. Pero no ha sido siempre así.
Suprimir los incendios más pequeños durante casi un siglo ha permitido que crezca el número de árboles. Bosques que, en el pasado, eran espacios abiertos, con árboles grandes, hoy se han convertido en zonas densas con arbustos y arbolitos pequeños, el combustible perfecto para que el fuego se expanda.

Más cerca del peligro: cómo nuestras casas se acercaron al bosque
Mientras los incendios se iban amansando, las poblaciones se establecían más cerca de las zonas silvestres, de acuerdo con un estudio de 2018, recogido en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Eso ha dado lugar a asentamientos muy poco estratégicos junto a bosques muy poblados, poniendo vidas humanas y casas en peligro.
Así las cosas, según investigaciones recientes, estos desastres naturales seguirán intensificándose con el cambio climático. Por eso, expertos como Quinn- Davison aconsejan que nos preparemos para ser más resilientes.
Aunque “muchas comunidades están esforzándose en adaptarse a la situación, en aprender cómo convivir con el riesgo de incendios y en diseñar comunidades que no sean tan vulnerables”, señala. Es algo que, como advierte esta investigadora, más nos vale hacer pronto.
Referencias
- Syphard, A. D., Keeley, J. E., Pfaff, A. H., & Ferschweiler, K. (2017). Human presence diminishes the importance of climate in driving fire activity across the United States. Proceedings of the National Academy of Sciences, 114(52), 13750-13755. doi: 10.1073/pnas.1713885114
- Veraverbeke, S., Rogers, B., Goulden, M. et al. (2027). Lightning as a major driver of recent large fire years in North American boreal forests. Nature Clim Change 7, 529–534. doi: 10.1038/nclimate3329
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: