En la ciudad francesa de Arlés, en el corazón de la antigua provincia romana de la Galia, un hallazgo aparentemente modesto ha resultado ser una joya científica. Unos bloques de piedra cubiertos de depósitos minerales, retirados del techo derrumbado de unas termas romanas, han abierto una ventana sin precedentes al funcionamiento de un sistema hidráulico que estuvo activo durante más de cuatro siglos. Lo asombroso es que ese archivo natural no estaba guardado en bibliotecas ni monumentos, sino en las costras de carbonato que se acumularon lentamente en las paredes internas de los canales.
El nuevo estudio, publicado en la revista Geoarchaeology, no solo detalla la evolución de uno de los acueductos romanos más complejos que se conocen, sino que ofrece una herramienta innovadora para leer el paso del tiempo. Según los investigadores, este trabajo permite reconstruir con precisión cómo se modificó el sistema a lo largo de los siglos, adaptándose a cambios políticos, sociales y ambientales. El acueducto de Arlés, lejos de ser una estructura estática, fue un organismo vivo en constante transformación.
De las piedras al laboratorio: una lectura científica del carbonato
Los acueductos romanos están entre los logros más impresionantes de la ingeniería antigua. Sin embargo, comprender cómo funcionaban en la práctica —cómo se mantenían, cómo se adaptaban o cuándo se reformaban— ha sido tradicionalmente difícil. Muchas de sus partes están enterradas o destruidas, y las fuentes escritas no explican casi nada sobre su operación técnica diaria.
Lo que cambia en este estudio es el enfoque: los científicos utilizaron depósitos de carbonato formados por el paso continuo del agua como un archivo geológico. Estos depósitos, también llamados carbonatos antropogénicos, se comportan como anillos de crecimiento en un árbol o capas de hielo polar. “Estos depósitos, precipitados por el agua en movimiento, han preservado un archivo del ciclo de vida del acueducto en su estratigrafía, textura y composición isotópica” .
A través del análisis microscópico, isotópico y geoquímico de estas capas, se pueden identificar momentos de limpieza, cambios en el caudal o incluso sustituciones de tramos. En total, los científicos identificaron seis unidades estratigráficas principales en los carbonatos del acueducto de Arlés, lo que permitió reconstruir su evolución en detalle.

Dos fuentes, un solo destino: la complejidad del sistema
Arlés fue una ciudad clave del Imperio romano en la región de Provenza, con una historia urbana rica y bien documentada. El acueducto que la abastecía no era una simple canalización: estaba formado por dos ramales principales, conocidos como Caparon y Eygalières, que recogían agua desde fuentes ubicadas en lados opuestos del macizo de los Alpilles.
El ramal Caparon, más antiguo, empezó a funcionar en el año 3 a. C., mientras que el Eygalières se incorporó casi un siglo después. Ambos desembocaban en un punto clave: el Bassin des Arcs, una estructura que sirvió de cabecera hidráulica, de confluencia o incluso de sistema de distribución, dependiendo del momento histórico.
Los análisis de los carbonatos han demostrado que el sistema se modificó varias veces: los ingenieros romanos sellaron ramales, construyeron muros, redirigieron caudales y reutilizaron materiales según las necesidades. En un momento dado, incluso desviaron el flujo para alimentar el famoso complejo molinero de Barbegal, considerado el primer ejemplo de industrialización hidráulica en Europa antigua .

Ciencia del pasado: leer el tiempo con isótopos
Uno de los avances más relevantes del estudio es la aplicación de técnicas isotópicas para datar eventos relativos. Dado que los depósitos de carbonato están contaminados con arcilla, no pueden ser fechados con métodos tradicionales como el radiocarbono. Por eso, el equipo recurrió al análisis de isótopos estables de oxígeno y carbono, que reflejan variaciones anuales vinculadas a la temperatura del agua, el tipo de fuente o incluso el tiempo de residencia del agua en los canales.
Esta estrategia permitió identificar capas equivalentes en diferentes puntos del sistema, lo que a su vez ayudó a ordenar cronológicamente las intervenciones. “Esto nos permitió identificar las mismas capas anuales en los carbonatos y así determinar sus periodos relativos de deposición y, por tanto, la cronología histórica de las modificaciones realizadas al sistema de agua de Arlés” .
En total, se identificaron hasta 160 ciclos isotópicos en un solo tramo del acueducto, lo que sugiere al menos ese número de años en funcionamiento continuo. Gracias a este enfoque, los investigadores también confirmaron que el sistema seguía activo durante el gobierno de Constantino (siglo IV), e incluso más allá.
Una restauración imperial: las termas de Constantino
Uno de los hallazgos más visuales del estudio proviene de una estructura que aún hoy se puede visitar: las Termas de Constantino en Arlés. En los restos del techo de la sala caliente (caldarium), los investigadores encontraron fragmentos reutilizados de los depósitos del acueducto. El análisis mostró que estos fragmentos provenían de secciones que habían sido limpiadas y reacondicionadas.
Esto indica que el acueducto no solo estaba operativo en el siglo IV, sino que había sido restaurado de forma planificada para abastecer nuevas construcciones públicas. Como explican los autores, este tipo de programa de mantenimiento no se documenta en otras ciudades cercanas como Nîmes o Fréjus, lo que subraya la importancia estratégica de Arlés durante el periodo tardoantiguo .
Además, el hallazgo resuelve una pregunta que había desconcertado a los arqueólogos: ¿de dónde venía el agua de las termas? Ahora, gracias a los carbonatos, sabemos que fue del ramal Eygalières, y que el acueducto seguía siendo funcional incluso tras más de 400 años de servicio.

Tecnología sin cables: el sifón bajo el Ródano
Uno de los elementos más fascinantes del sistema hidráulico de Arlés era su capacidad para cruzar el río Ródano mediante un sifón invertido de plomo, un tubo que transportaba el agua por debajo del cauce. Hasta hace poco, se desconocía la dirección en la que fluía el agua por estas canalizaciones subfluviales.
Los investigadores analizaron carbonatos recogidos dentro de estos tubos de plomo —descubiertos originalmente en el siglo XIX— y compararon sus firmas isotópicas con las de los ramales Caparon y Eygalières. El resultado fue claro: los tubos llevaban agua desde Arlés hasta el barrio de Trinquetaille, al otro lado del río. Es decir, el sifón invertido no traía agua a Arlés, sino que extendía su red urbana al otro margen del Ródano .
Este dato no solo completa el mapa del sistema hidráulico, sino que confirma que su diseño tenía una dimensión urbana planificada, capaz de adaptarse al crecimiento de la ciudad y a la demanda creciente de agua.
Referencias
- Gül Sürmelihindi, Cees Passchier, Andrew Wilson, Christoph Spötl. The Roman Water Management of Arles as Read in Aqueduct Carbonate Archives. Geoarchaeology. 28 de junio de 2025. https://doi.org/10.1002/gea.70020.
Cortesía de Muy Interesante
Dejanos un comentario: