Lo vemos en las noticias a diario: hombre aparentemente “de bien”, éticamente intachable y buen ciudadano, sufre una emoción violenta y pone patas para arriba su armonía familiar y el orden social. Pasa en las mejores familias…
En este caso, un cirujano prestigioso nos muestra sus días cercanos a la perfección, pero una decisión equivocada se vuelve efecto dominó: aniquila su paz interior, destruye a su clan, lastima a otros y ya no puede salir de tremenda maraña.
Un hombre decente (disponible en Max) aparece como una pequeña perla polaca que desconcierta. Un thriller psicológico que nos pone a ejercitar la cuestión moral, la mirada sobre la honestidad, la honradez, la miserabilidad y la justicia.
La pregunta promocional de semejante drama nos la hacemos todo el tiempo a lo largo de seis capítulos: ¿Qué está dispuesto a hacer un padre cuando lastiman a su hijo? Pero a medida que nadamos en esas aguas turbulentas, se nos dispara un cuestionamiento mayor: ¿qué hacemos con los viejos traumas, de qué modo sangran cuando la vida nos pone en situaciones límite?
Impredecible, a veces asfixiante, tensa, con personajes de profundidad psicológica, la historia nos para frente a Pawel (Krzysztof Czeczot), el supuesto hombre decente, padre de familia, cardiólogo. Aspira a convertirse en director del hospital donde trabaja, pero los planes podrían cambiar… Un día, de emergencia, es llamado por su jefe para realizar una operación cardíaca. Depende de su pulso y de que la cabeza no le juegue una mala pasada… En su interior hay una bomba de tiempo…
El viaje por Varsovia y por esa mente es de a tramos extraño, pero vale la pena. Impregna de una atmósfera enigmática, entre oscuridades y comportamientos complejos que aunque desencajen hablan de algo que miles de series producidas cual chorizos industriales ignoran: cada criatura es un mundo y cada psiquis es una caja negra impenetrable. Es posible acercarse pero nunca entenderla por completo.
Ocurre en Europa central, entre casas hermosas, autos de calidad y vidas económicamente resueltas, pero tiene ánimos universales: la problemática podría ocurrir en un barrio acomodado (o no) de Argentina.
Así como Adolescencia hace foco en el acoso escolar (Netflix), esta producción menos popular también disecciona el asunto, pero desde otra óptica. Es de a ratos hipnótica visualmente, y nos pasea por otros subtemas interesantes, como los vínculos filiales, los padecimientos físicos, la corrupción y el pasado brutal infantil que tarde o temprano implosiona en la adultez.
La actuación de Czeczot es de un nivel altísimo, a pesar de que los vericuetos del guión, las vueltas de más, le quiten credibilidad al personaje y a la situación…
Da la sensación que ante la necesidad de agotarnos y desorientarnos permanentemente, algo falla a medida que avanzamos. Quedamos con un sabor a desmesura. Como si los escritores se pasaran de rosca con (¡alerta de spoiler!) el Síndrome de Estocolmo y la exploración de vínculos en cautiverio.
Retrato de un desmoronamiento ético y emocional, el potencial inicial de la historia parece resquebrajarse a medida que avanzan los capítulos, pero nos deja en claro esa ideal inicial: nadie se salva de estar a un centímetro de la locura. La persona más integra puede corromperse en las peores circunstancias.
Drama/ Thriller psicológico Dirección: Aleksandra Terpinska Protagonistas: Krzysztof Czeczot, Jerzy Skolimowski y Agnieszka Zulewska, entre otros Emisión: Max, 6 capítulos.
Cortesía de Clarín
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