“El corazón no se detiene, pero la ciencia tampoco”: una conversación entre dos referentes sobre obesidad, prevención y salud cardiovascular

El corazón es una máquina extraordinaria, pero también vulnerable. Aunque late sin descanso, su equilibrio puede alterarse por factores como la obesidad, el metabolismo o incluso el tejido graso que lo rodea. La Dra. Guadalupe Sabio Buzo, investigadora en el CNIO, y el Dr. Borja Ibáñez, cardiólogo e investigador en el CNIC, se sientan a conversar sobre los avances que están transformando nuestra forma de entender la salud cardiovascular. Lo hacen desde trayectorias distintas, pero con una visión común: prevenir la enfermedad es tan importante como curarla.

Ambos fueron reconocidos con el Premio Fundación Banco Sabadell a la Investigación Biomédica -ella en 2021, él en 2017- y coinciden en que este tipo de encuentros permiten visibilizar lo esencial: la investigación es una red de colaboración, donde la ciencia básica y la clínica se retroalimentan, cruzando datos, ideas y compromisos.

Cuando la vocación científica conecta órganos, ideas y generaciones

Dra. Guadalupe Sabio.

Guadalupe Sabio descubrió muy pronto que la ciencia era su forma de entender el mundo. Aunque se formó como veterinaria, pronto dio el salto a la investigación biomédica. Le fascinaba cómo los tejidos dialogan entre sí, cómo una alteración en el metabolismo puede desatar una cascada de efectos en el corazón, el hígado o incluso el cáncer. Su vocación se fue perfilando en centros como el CNIC y hoy, desde el CNIO, lidera un grupo que investiga cómo la grasa, muchas veces subestimada, puede ser clave en el origen de múltiples enfermedades.

Fundación Banco Sabadell
Dr. Borja Ibáñez.

Para Borja Ibáñez, la ciencia empezó como una extensión de su práctica clínica. Como cardiólogo, se enfrentaba cada día a los límites de los tratamientos disponibles, y fue esa inquietud la que lo llevó al laboratorio. Investigó en Estados Unidos, se formó con referentes como Valentín Fuster y acabó construyendo un puente entre la biología molecular y la medicina de precisión. Hoy, además de ser cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, dirige el CNIC y lidera proyectos que no solo buscan curar enfermedades cardiovasculares, sino anticiparse a ellas con estrategias de prevención innovadoras.

Una conversación clave para entender la ciencia del corazón

Este encuentro forma parte del ciclo de entrevistas organizado por la Fundación Banco Sabadell con motivo del 20.º aniversario de sus Premios a la Investigación Biomédica. Bajo el título “Ciencia de todo corazón”, la Dra. Guadalupe Sabio y el Dr. Borja Ibáñez reflexionan sobre cómo la investigación en biología molecular y medicina clínica se cruzan para avanzar hacia una prevención más eficaz. Su conversación se suma a una serie de diálogos con otros investigadores premiados, donde se pone en valor no solo el conocimiento, sino el impacto social, humano y colaborativo de la ciencia. Puedes ver esta charla completa aquí:

Obesidad: más que un número, un tejido que habla

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Dr. Borja Ibáñez y Dra. Guadalupe Sabio.

Hablar de obesidad no es hablar solo de peso. Para la Dra. Sabio,

“Es una alteración funcional de un órgano que muchas veces olvidamos: la grasa”.

Ella lo estudia como un tejido activo, capaz de enviar señales que influyen directamente en el corazón, el hígado o incluso el desarrollo de ciertos cánceres. Desde su laboratorio, busca entender qué sucede en ese tejido alterado y cómo su mal funcionamiento puede desencadenar enfermedades silenciosas.

Por su parte, el Dr. Ibáñez trabaja con una cohorte de más de 4.000 personas en el estudio PESA, donde siguen durante años la evolución de factores cardiovasculares. Al comienzo de esta charla, este experto señala:

“Hemos visto que no toda la grasa es igual. Su composición influye más que su cantidad”.

Ese hallazgo puede marcar un antes y un después en la forma de evaluar el riesgo cardiometabólico: no se trata solo de perder peso, sino de entender cómo y dónde se acumula.

Cuando la ciencia clínica y la básica se necesitan

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Dr. Borja Ibáñez.

A lo largo de la conversación, queda claro que ambos investigadores creen en un modelo de ciencia que se construye en ambos sentidos: del laboratorio a la clínica, y de la clínica al laboratorio. “Las preguntas clínicas deben inspirar la investigación básica, y viceversa”, dice Sabio. Ella lo llama “ir del ratón al humano y del humano al ratón”.

Ibáñez añade:

“Todos los tratamientos que usamos hoy partieron, hace 15 o 20 años, de una investigación básica sobre una proteína, una enzima, un gen”.

Por eso, formar a médicos e investigadores con esa visión integrada se convierte en una misión esencial para ambos. Y lo hacen, día a día, en sus centros.

La grasa también tiene cosas que decir

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Dra. Guadalupe Sabio.

Una de las ideas más interesantes que surge es el papel de la grasa como órgano. “No es un desecho”, insiste Sabio,

“es un tejido que regula el hambre, el metabolismo, e incluso influye en cómo otros órganos -como el corazón- utilizan la energía”.

Por eso, su deterioro tiene consecuencias en cadena.

Desde el CNIC, Ibáñez y su equipo están explorando cómo el tipo de grasa que rodea al corazón puede predecir eventos cardiovasculares, incluso en personas aparentemente sanas. “Ver su composición, más allá del volumen, nos ayuda a anticiparnos”, explica.

Nuevas formas de prevenir lo que aún no duele

Fundación Banco Sabadell
Dr. Borja Ibáñez y Dra. Guadalupe Sabio.

Parte del trabajo de Ibáñez se orienta hoy hacia la prevención.

“Si podemos identificar señales de alarma en tejidos o en la sangre años antes de que aparezca la enfermedad, podemos actuar a tiempo”.

El estudio PESA permite precisamente eso: observar con perspectiva, e identificar patrones que revelan la raíz de la patología.

Sabio también se mueve en esa dirección. “Entender cómo se comunican los órganos nos ayuda a predecir qué personas desarrollarán una enfermedad y cuáles no”, apunta. En su caso, estudia la interacción entre la grasa, el hígado y el corazón para encontrar nuevas dianas terapéuticas.

Ciencia, vocación y legado

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Dr. Borja Ibáñez.

La conversación entre ambos no es solo científica. También es humana. Hablan de sus inicios, de sus mentores y de su responsabilidad como formadores de nuevos científicos. Sabio dirige un grupo con 14 investigadores, algunos de los cuales ya han formado sus propios equipos. “Mentorizar es una parte esencial de lo que hacemos”, afirma.

Ibáñez coincide:

“Transmitir el valor de la investigación básica a los clínicos, y viceversa, es parte de nuestro trabajo”.

Y como clínico-investigador, tiene clara su misión: conectar ambos mundos para que el conocimiento llegue antes al paciente.

Ambos han vivido fuera de España. Coinciden en que salir enriquece, pero que la clave está en facilitar el regreso. Ibáñez lo resume así:

“La fuga de cerebros no es el problema. El problema es que no vuelvan”.

Para Sabio, la solución pasa por dar estabilidad y rutas claras de desarrollo. “Hay talento, pero hay que cuidarlo”, subraya.

Mujer y ciencia: sembrar vocaciones desde la infancia

Fundación Banco Sabadell
Dra. Guadalupe Sabio.

Otro de los temas que Sabio ha impulsado con fuerza es la visibilidad de la mujer en ciencia. “No podemos permitirnos perder el 50% del talento”, afirma. Por eso trabaja desde los colegios, para mostrar a niños y niñas que pueden ser lo que quieran.

“La ciencia necesita todas las voces”.

Cáncer y corazón: una relación más estrecha de lo que parece

Hacia el final, ambos coinciden en una idea que conecta sus mundos: los tratamientos contra el cáncer pueden tener efectos secundarios a largo plazo en el sistema cardiovascular. “Tenemos que estudiar cómo proteger el corazón sin renunciar a la eficacia oncológica”, plantea Ibáñez. Sabio añade otra dimensión:

“El cáncer y el corazón compiten por energía. Entender esa lucha puede abrir nuevas puertas terapéuticas”.

Una responsabilidad que también es un honor

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Dr. Borja Ibáñez y Dra. Guadalupe Sabio.

Recibir el Premio Fundación Banco Sabadell fue para ambos un punto de inflexión. “Un reconocimiento que te impulsa a seguir con más responsabilidad”, dice Ibáñez. Sabio lo describe como un homenaje a todo el equipo que la acompaña. Para los dos, es una señal de que la ciencia -cuando es rigurosa, cooperativa y comprometida- puede cambiar vidas.

Cortesía de Muy Interesante



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