“Nueve y media sale mi vuelo”, avisa un Leonardo Sbaraglia acotado de tiempos. “Ahora me voy a España con vos y seguimos haciendo notas, nos queda revista Playboy”, retruca su colega de set y ahora de entrevista -la última del día- Griselda Siciliani.
Pero el fin de la jornada promocional de Menem, serie dramática basada en hechos reales y dirigida por Ariel Winograd, que se estrenará el 9 de julio por Prime Video, se dilató tanto que los actores que interpretan al fallecido ex presidente Carlos Saúl Menem y la entonces primera dama Zulema Yoma ya se adivinan las respuestas. “Ésta te la contesta Leo, que lo que dice es hermoso”, dirá avanzado el reportaje con Clarín la actriz que estrena dupla con Sbaraglia.
De la entrañable envidiosa y el reportero sensacionalista (que amaba los platos voladores) poco y nada conservan Griselda y Sbaraglia. Y a título actual -porque hace ya dos años se rodó el proyecto que hoy los convoca- tampoco hay en ellos vestigios del matrimonio presidencial.
En el actor de los mil rostros, que ya colgó el traje del carismático riojano, las patillas tipo caudillo ya son historia y no debe forzar ni un músculo de la cara al servicio de la caracterización. En Siciliani, que ya volvió al morocho habitual (apenas iniciadas las grabaciones de la temporada 3 de Envidiosa, por Netflix) el cambio también es latente. No sólo en su flequillo desmechado y cabello por los hombros, sino al escuchar el primer “hola”, ya sin la lograda tonada que le valió un importante coacheo vocal.
De un “entretenimiento feroz y mucha buena vibra” -coinciden- la serie de 6 capítulos, creada y producida por Mariano Varela, verá la luz en 240 países. Y habilitada por la justicia (cuestiones legales demoraron su lanzamiento) llega al streaming con estreno en fecha patria y “con la irreverencia de Wino”, suma Leo, sobre el drama que retrata, con licencias de ficción, la vida familiar y política de Menem en todo su arco de colores.
El mano a mano con los protagonistas
-¿Les había pasado antes que el halago sea tan unánime previo a un estreno? Incluso desde el riñón familiar, el hijo de Zulemita se impactó al ver la representación de su abuelo y ella destacó el logro en la voz en Griselda.
Leonardo: Se ha visto tanto el tráiler que la gente te felicita por la calle y todavía no la vio. Wino es un líder maravilloso. No sé si es cómo transmite el entusiasmo, su capacidad lúdica, pero terminamos componiendo algo que nos superó a todos.
-Llegar a ese nivel de cercanía y sarcasmo de un matrimonio que se saca chispas en escena no teniendo un historial de trabajo juntos, ¿es oficio puro?
Leonardo: Nos veníamos buscando hace años. Es un baile que no arrancaba. Es para agradecer tener esta compañera.
Griselda: Hubo una química medio instantánea porque no habíamos hecho nunca una escena juntos. Y nos tocaron estos dos…
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Entrevista a Leonardo Sbaraglia y Griselda Siciliani
-¿Se resetearon de prejuicios, sobre todo al representar una figura tan polémica como Menem que, no estando en este plano, sigue tan vivo?
Leonardo: Sí, porque uno siempre tiene una opinión subjetiva, pero para cualquier personaje. Hay que abrir la mente, las compuertas de la propia sombra y dejarse ir. Pero recogí tanta información, videos y gente que lo conoció que rápidamente fui alejando mi mirada chiquita y sesgada de lo que yo había vivido en los ’90.

-¿Hablaron con toda la mesa chica o hubo reticencias?
Leonardo: Inmediatamente me puse en contacto con Zulemita que me atendió muy bien. Creo que no había leído guiones y tampoco ése era el tema. Con Zulema no. En un momento la íbamos a conocer y no se dio. Pero entiendo las sensibilidades de ver la propia vida o parte o una mirada en una ficción. La ficción en principio es ficción, una representación, decisión de ese director y esos actores. Y ahora es del público.
-¿Es otra la hoja de ruta cuando el personaje ya viene moldeado de fábrica? El de la biopic era un examen que todavía no habías rendido, Griselda.
Griselda: No había hecho Biopic 1, ja ja. Lindo sería para un personaje inventado tener videos y fotos de quien tenés que imaginar. Fue mucho trabajo, pero te da libertad enorme estar tan preparado con material.

-Pero sí habías trabajado otro acento, el mexicano, en “Bardo” (filme dirigido por el ganador del Óscar Alejandro G. Iñárritu).
Griselda: Sí, tenía la experiencia de trabajar con coach y el caminito de ir llegándole a un acento, pero acá era la manera en la que hablaba Zulema. Y en vez de estudiar el acento riojano, estudié a ella. Cómo dice o entona, qué palabras usa, qué modismos y adjetivos repite.
-¿Ya naturalizaron que la biopic viene con otra moneda de cambio, que son más ojos en la lupa? ¿Te quita un peso, Leo, subirte ahora a un avión para irte a filmar a Europa con Almodóvar?
Leonardo: Me viene bárbaro, ja ja… El estar ocupado trabajando en cosas que también me importan mucho.
Griselda: Pequeñas cosas. Pequeñas cositas que hace Leo.
Leonardo: Si no, estaría pendiente de no sé qué. Igual, a esta altura decidís dejar de escuchar porque te volvés loco.
Con Zulemita como testigo en el rodaje
Pero la transformación no sería tal sin la ingeniería de arte tras el Menem de Sbaraglia. Que en dos horas y media de caracterización diaria, le modificó hasta la forma estructural de la cara. “Hoy veo imágenes de Menem y me parece menos real porque para mí es Leo”, acota Griselda que también se entregó a un training gestual, vocal y corporal dotado de material audiovisual de los ’90.
Rey del slogan y los jingles de campaña, el Menem de Sbaraglia -que también pasea en Menemóvil y conduce Ferrari– tampoco apagaba motores fuera de cámara. “Estaba en un viaje. Le quería contar un chisme y me contestaba como Menem. Y era ‘Dale, boludo’, que te quiero contar”, revive su colega.
-¿La presencia de Zulemita no condicionó el set?
Leonardo: Vino un día y fue muy bienvenida. Me puso nervioso, sí.
Griselda: Me dijeron que estaba conmovida cuando llegaste.
Leonardo: Seguramente impactada. Pero para el que está representando, que aparezca la realidad, se te cae la representación. Hay que tener cuidado.
-Una actriz que encarnó a Evita decía que pedía permiso a los personajes, o a sus allegados si ya no estaban en vida. ¿Hay que pedir permiso?
Leonardo: Creo que sí. Lo he hecho y lo hago.
Griselda: Yo encarno a alguien que está vivo. No le pedí permiso. Espero que le guste igual. Lo hice con mucho cariño.
-Hacer series de este calibre en un momento difícil de la industria, ¿es empujar un mismo barco? ¿Viene bien para todos? ¿No alcanza?
Leonardo: Ojalá se vuelva a valorizar desde las instituciones, con tanto éxito que tuvimos con El Eternauta, que ha sido un éxito de todos. Es volver a institucionalizar algo, un respeto a nuestra cultura, nuestra identidad y hay que alimentarlo y defenderlo.
Griselda: Se nota que el público tiene ganas de ver ficción argentina. Pasa con cada cosa que se estrena con nuestra idiosincrasia y actores.
-¿Trabajar tanto afuera no te quita perspectiva de lo que pasa acá, Leo?
Leonardo: Me siento un privilegiado. No sé qué me quita, me da alegría trabajar en cosas que ni siquiera esperaba y también es un fenómeno que me pasaría aunque tuviese trabajo acá. Pero mucha gente hoy no tiene trabajo en ninguna parte.
Griselda: Es un orgullo de colega y representante que trabaja con grandes directores y me entero que está filmando con Almodóvar otra vez y digo: ‘Qué genio’. Te da orgullo como si le pasara a uno los colegas que acceden a ciertos lugares.
Fuera del papel de turno, el compromiso de Leo y Griselda es de toda la cancha, como sus interpretaciones. “Ojalá haya audiovisual para todos. Que actores, técnicos y nuevos directores puedan hacer cine y no sólo las grandes películas, sino los que quieran hacer algo pequeño e innovar”, augura ella.

-¿Qué sensaciones genera estrenar esta pieza que revive otra Argentina, en un marco político actual tan candente? A más de un año de la gestión de Javier Milei y con la ex presidenta Cristina Kirchner en prisión domiciliaria.
Griselda: Es rarísimo porque filmamos hace dos años. Argentina es así también: cíclica y cambia todo el tiempo. Entonces tenemos que narrar esto que filmamos en otro contexto y con otras sensaciones.
Leonardo: Ahora se resignifica todo. Creo que va a conmover, movilizar e iluminar cosas. Tampoco ser tan soberbio de que la ficción puede cambiar no sé qué, pero en algún punto uno tiene la intención, desde el arte, una misión y posibilidad de transformación.
-A la vez tenemos un presidente que públicamente se compara con la gestión de Menem. ¿En qué sienten que estamos más cerca o más lejos?
Griselda: Ésta te la contesta Leo, que lo que dice es hermoso.
Leonardo: Menem tenía justamente gran capacidad conciliatoria, todo lo contrario y con todo respeto, de nuestro presidente… quizás esté de moda cultivar el odio, la división y sea eso lo que funcione, alimentar al enemigo, cosas con las que nunca voy a estar de acuerdo aunque favorezca en las encuestas o no sé a quién.
Y Sbaraglia cierra: “Cuando Menem ganó la presidencia y Piazzolla dijo ‘Me voy del país’ lo citó en su gabinete y terminaron amigos. No digo que gente que piensa tan diferente pueda serlo, pero no está bueno este nivel de alimento del odio y lo que está pasando también con los periodistas que opinan diferente. Uno se solidariza con eso.
Cortesía de Clarín
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