La empresaria y coleccionista de arte mexicana Dolores Olmedo contaba en abril de 1995 a la periodista Adriana Malvido, del diario La Jornada, que recibió un catálogo de la casa de subastas Sotheby’s en el que ponía a la venta una obra del pintor Diego Rivera, titulada Cuchillo y fruta frente a la ventana”, un óleo sobre lienzo creado en 1917 que mostraba un paisaje urbano de Montparnasse. “Yo lo compro, me muero si no lo tengo”, dijo entonces Olmedo, y pujó por la obra, que adquirió en más de dos millones de dólares. El cuadro, una de las últimas creaciones de la etapa cubista del pintor, entró a formar parte de la colección de Olmedo, que creó un museo para resguardar el mayor acervo del trabajo de Rivera y también de Frida Kahlo. El museo, sin embargo, lleva cinco años bajo llave y el testamento de Olmedo, que formó un fideicomiso para proteger su legado artístico, ha sido modificado por sus descendientes. “Han revertido su voluntad”, denuncian activistas culturales que exigen la reapertura del museo.
Olmedo dijo en aquella entrevista de 1995 que adquirir el Rivera “fue la gran compra de mi vida” y admitió que sus hijos le dijeron que “estaba loca” por hacer aquella adquisición. “No les importa. Es mi dinero y mi trabajo me ha costado”, respondió Olmedo ante la pregunta de la periodista por adquirir una obra a ese precio en un México que se hundía en una crisis económica brutal. Con esa misma seguridad, la empresaria creó el museo, con la idea no solo de proteger 139 obras de Rivera, sino la mayor colección de Kahlo y de la pintora rusa Angelina Beloff, quien desarrolló gran parte de su obra en México. La colección, además, reúne piezas de arqueología y otros tesoros reunidos por Olmedo a lo largo de su vida.

“Dolores Olmedo legó al país el museo y han revertido muchas de las cláusulas más importantes de su testamento”, afirma la gestora cultural Hilda Trujillo, quien forma parte de un grupo de artistas e intelectuales que exigen la reapertura del museo, cerrado desde 2020. “Quieren trasladar las obras al Parque Urbano Aztlán, pero el testamento de Dolores dice que no se pueden mover las obras de ahí”, explica Trujillo. Con ahí, Trujillo se refiere a la hacienda La Noria, en el sur de la capital, emplazamiento original de la colección.
Dolores Phillips, directora ejecutiva del museo y nieta de la coleccionista mexicana, dijo en 2022 que el acervo, conformado además por 25 piezas de Frida Kahlo, 42 obras de Beloff y una decena del pintor Pablo O’Higgins, se exhibirían a partir de 2024 en el Parque Urbano Aztlán, en el Bosque de Chapultepec. “No se trata de un cambio de sede, sino de una extensión”, aseguró Phillips. El traslado aún no ha ocurrido.
Los responsables del museo informaron el pasado 4 de julio en un comunicado publicado en sus redes de que echaron el cierre “para comenzar un proceso de restauración y modernización”. Agregaron que el fideicomiso a cargo del museo, integrado por la familia de Olmedo, ha hecho trabajos de registro, catalogación y preservación digital de las colecciones prehispánicas del acervo y de los archivos personales de la mecenas, “logrando un nuevo proyecto museológico en salas, así como el acondicionamiento de nuevos espacios”. El comunicado, sin embargo, no informa de la reapertura.
A los activistas que exigen que se abra les preocupa el cambio hecho por Carlos Phillips Olmedo, hijo de la empresaria, del contrato original del fideicomiso, que establece como fiduciaria a Nacional Financiera, la banca de desarrollo gubernamental. El nuevo contrato pasa la tutela de las obras a CIBanco, entidad que ha sido intervenida por el Estado tras las sanciones impuestas por el Gobierno de Donald Trump, que señala a ese banco de blanquear dinero de los principales cárteles mexicanos. Hacienda informó el viernes de que los fideicomisos de CIBanco vuelven a la tutela de Nacional Financiera para garantizar su continuidad operativa y proteger a sus clientes.
Las críticas de los activistas van contra la decisión de Phillips Olmedo de revertir el testamento que Dolores Olmedo firmó en 1993 y que era irrevocable. Trujillo mostró una copia del documento de la mecenas, que establece una cláusula que define “especialmente” su pensamiento: “Que el pueblo de México y el mundo conozca las obras pictóricas del maestro Diego Rivera y de Frida Khalo, así como todo lo que integra el patrimonio del fideicomiso”. El mismo documento ordena que ese acervo no podrá salir del museo tras el fallecimiento de Olmedo, aunque permite que se expongan fuera en casos “muy excepcionales” y para exposiciones “sumamente especiales”, previa autorización de Carlos Phillips. Este periódico contactó a Phillips, pero rehusó hacer comentarios.

Trujillo y un grupo de gestores culturales publicaron el viernes una carta abierta, firmada por 200 artistas e intelectuales, que han titulado “en defensa del legado de Dolores Olmedo”. En ella piden a las autoridades de Cultura que informen sobre las gestiones realizadas referentes al cierre del recinto y la decisión del traslado de los bienes culturales que forman parte del acervo al Parque Urbano Aztlán. “Hacemos de su conocimiento nuestra inconformidad por la decisión, por parte del comité técnico de cerrar el museo en la hacienda La Noria, Xochimilco, y fragmentar su acervo a efectos de trasladarlos por un período de 40 años al citado parque de diversiones en Chapultepec, pues afecta no solo a la comunidad de la Alcaldía de Xochimilco, sino en general a todas las personas en el ejercicio de sus derechos culturales”, alegan en el documento, enviado a la secretaria de Cultura, Claudia Curiel. Esa institución no respondió a una solicitud de entrevista.
“Exigimos que se mantengan todas las obras en el museo que Dolores cedió. Se está pidiendo la intervención de las instituciones culturales para que revisen que las obras estén bien, porque la familia ha dicho que no tiene los ingresos para el mantenimiento, pero sí los tienen, porque cada renta para exposición al extranjero cuesta 450.000 dólares y se pueden rentar normalmente dos veces por año”, denuncia la activista Trujillo. Estamos exigiendo que se respete la palabra de Dolores Olmedo y el legado de la nación”, afirma.
Cortesía de El País
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