Científicos japoneses logran desarrollar una técnica experimental que permitiría al cuerpo producir “su propio Ozempic”

En los últimos años, fármacos como Ozempic han protagonizado una auténtica revolución médica en el tratamiento de la obesidad y la diabetes tipo 2. Estos medicamentos actúan imitando la función del GLP-1; una hormona que regula el apetito y los niveles de glucosa, para reducir el hambre, mejorar el control del azúcar en sangre y favorecer la pérdida de peso. Sus creadores afirman que gracias a estas herramientas se pueden lograr resultados “espectaculares” pero que, para lograr todos sus beneficios y mantener sus efectos, los pacientes tienen que seguir el tratamiento de forma continua y constante. ¿Pero y si se pudiera lograr que con un solo pinchazo fuera el mismo cuerpo humano el que empezara a desplegar los mecanismos derivados de este tratamiento? ¿Y si pudiéramos producir nuestro propio Ozempic? Un equipo de investigadores de la Universidad de Osaka ha logrado desarrollar una inyección experimental que promete ir en esta dirección y que, al menos por ahora, ha mostrado resultados prometedores en animales de laboratorio.

En su estudio, que se publica este miércoles en la revista ‘Communications Medicine’, los investigadores japoneses describen cómo, mediante una única intervención genética, lograron que ratones con obesidad y prediabetes produjeran de forma sostenida Exenatida, un análogo del GLP-1 con efectos similares a los de Ozempic. Lo lograron introduciendo en las células hepáticas de los animales un gen artificial con las instrucciones necesarias para fabricar esta molécula. Desde entonces, fue el propio hígado de los ratones el que actuó como una “mini fábrica” del medicamento, liberando pequeñas dosis de forma constante al torrente sanguíneo. Esta técnica ya se ha utilizado en otros estudios para corregir defectos genéticos pero, en este caso, los expertos proponen utilizarla para introducir un nuevo gen con la “receta” de esta sustancia terapéutica.

El experimento consistió en introducir en las células hepáticas de los animales un gen artificial con las instrucciones necesarias para fabricar esta molécula asociada con la pérdida de peso

“Los medicamentos biológicos como Ozempic no se mantienen mucho tiempo en el cuerpo, por lo que deben administrarse regularmente para mantener niveles terapéuticos estables. Nuestro enfoque combina las ventajas de la edición genética con los efectos clínicos de estos fármacos, pero con una única intervención“, explica Keiichiro Suzuki, autor principal del estudio. Según explica el especialista, esta técnica permitiría “encontrar una forma más eficaz y duradera de administrar este tipo de fármacos biológicos, sin necesidad de inyecciones semanales o diarias“.

Una “fábrica” de medicamentos en el hígado

Según relatan los responsables de este estudio, tras la aplicación de esta intervención genética se observaron “resultados más que prometedores” en los animales de laboratorios seleccionados para este experimento. Los roedores que recibieron esta terapia mostraron una reducción significativa en la ingesta de alimentos y ganaron menos peso en comparación con aquellos que no recibieron la intervención. Además, sus niveles de glucosa en sangre mejoraron y aumentó su sensibilidad a la insulina, dos marcadores clave en el control de la diabetes tipo 2. Los científicos afirman que estos efectos se mantuvieron durante varios meses sin necesidad de nuevas intervenciones y sin que se detectaran efectos secundarios adversos. “El hecho de que una sola intervención pueda inducir una producción continua y estable de una molécula terapéutica es, en sí mismo, un avance muy importante”, destaca Suzuki.

Los roedores que recibieron esta terapia mostraron una reducción significativa en la ingesta de alimentos, ganaron menos peso, sus niveles de glucosa en sangre mejoraron y aumentaron su sensibilidad a la insulina

El éxito del experimento, afirman los científicos, reside en que tras la intervención genética el hígado de los animales empezó a actuar como una especie de “fábrica endógena” de la sustancia que normalmente proporcionan fármacos como el Ozempic, liberando progresivamente el compuesto al torrente sanguíneo. Los expertos afirman que “el gran valor de esta aproximación es su potencial aplicabilidad a un amplio espectro de enfermedades crónicas sin causas genéticas definidas“. En este sentido, los científicos invitan a explorar “la posibilidad de transformar el propio cuerpo en una fuente sostenida de tratamiento” ya que, así, se podría mejorar no solo la eficacia clínica, sino también la adherencia a largo plazo de los pacientes y, con ello, su calidad de vida.

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Cortesía de El Periodico



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