En 2008, un grupo de médicos identificó una bacteria desconocida hasta entonces que también causaba lepra. No era Mycobacterium leprae, el agente tradicionalmente ligado a la enfermedad de Hansen, sino una especie nueva: Mycobacterium lepromatosis. Su origen seguía siendo un misterio. Ahora, un descubrimiento en el árido norte de Chile aporta una pieza inesperada al rompecabezas: esta bacteria ya circulaba en América hace 4.000 años.
Dos esqueletos hallados en yacimientos precolombinos han revelado, mediante el análisis de ADN antiguo, la presencia de esta variante rara de la lepra. El hallazgo no solo adelanta en milenios la fecha estimada para la llegada de la enfermedad al continente, sino que también sugiere que pudo tener un origen americano, algo que nunca antes se había demostrado. El estudio, publicado en Nature Ecology & Evolution, reconstruye los genomas de M. lepromatosis a partir de restos humanos, ofreciendo una nueva mirada sobre la historia evolutiva de esta enfermedad.
Un descubrimiento que reescribe los mapas de la lepra
Hasta ahora, se creía que la lepra llegó a América con los conquistadores europeos. Esta hipótesis se basaba en la ausencia de evidencias físicas o genéticas de la enfermedad en restos humanos anteriores al siglo XVI. Sin embargo, el estudio liderado por Darío A. Ramirez y Kirsten I. Bos aporta pruebas sólidas que desafían esa visión: dos individuos enterrados en la costa chilena hace unos 4.000 años portaban el genoma completo de Mycobacterium lepromatosis.
Ambos esqueletos fueron hallados en los sitios arqueológicos de La Herradura y El Cerrito, en la región semiárida del norte chileno. Según el estudio, “los dos genomas de M. lepromatosis se obtuvieron de restos humanos fechados entre 3.900 y 4.100 años antes del presente”. La calidad del ADN conservado fue excepcional, lo que permitió una reconstrucción genética detallada y fiable.
El hallazgo es más que una rareza arqueológica. Demuestra que M. lepromatosis circulaba en el continente americano mucho antes del contacto con Europa. Esta evidencia es crucial para reconstruir la historia de la enfermedad y cuestiona los modelos tradicionales sobre la dispersión de patógenos.

Una bacteria más antigua y distinta que su “prima” euroasiática
Mycobacterium lepromatosis y Mycobacterium leprae comparten una historia evolutiva, pero tienen trayectorias distintas. Mientras M. leprae se ha detectado en restos humanos de Europa, Asia y Oceanía de hace 5.000 años, M. lepromatosis nunca había sido documentada en contextos arqueológicos hasta ahora. Su secuenciación moderna sugería una relación lejana con su pariente euroasiático, pero la nueva evidencia amplía radicalmente ese marco temporal y geográfico.
El artículo señala que “los dos genomas antiguos forman un clado hermano del grupo de cepas humanas modernas”, lo que sugiere una divergencia evolutiva temprana . Además, el ancestro común más reciente de todas las cepas humanas de M. lepromatosis se remonta a unos 12.600 años atrás, lo que coincide con el periodo de expansión humana tras el último máximo glacial .
Esta cronología plantea escenarios hasta ahora insospechados: ¿acaso la lepra surgió en América y luego se dispersó a otras regiones? ¿O existía un reservorio animal del que los humanos la contrajeron de forma independiente? Las respuestas aún no están claras, pero el estudio abre la puerta a nuevas líneas de investigación.

¿Cómo llegó la lepra a estos antiguos habitantes?
Una de las cuestiones más intrigantes del estudio es cómo se infectaron estos dos hombres chilenos con una bacteria tan especializada. Aunque hoy la lepra es considerada una enfermedad exclusivamente humana, algunos animales pueden actuar como reservorios. Se ha documentado la presencia de M. lepromatosis en ardillas rojas del Reino Unido e Irlanda, y también se estudia su posible circulación en armadillos de América Latina.
Los autores plantean dos hipótesis: una, que la bacteria se propagó entre grupos humanos durante las primeras migraciones por el continente; y otra, que ya existía en un animal salvaje y pasó a los humanos por contacto. “Nuestro hallazgo sugiere una historia larga y hasta ahora no documentada de esta enfermedad infecciosa en América” , escriben los investigadores.
Esto convierte al descubrimiento en una oportunidad para explorar no solo la historia médica, sino también las dinámicas ecológicas y sociales de los pueblos antiguos. La posibilidad de que la lepra tenga un origen americano refuerza la necesidad de investigar más a fondo los reservorios animales y las rutas de transmisión precolombinas.
El papel del ADN antiguo: una revolución silenciosa
El uso de ADN antiguo ha transformado nuestra forma de estudiar enfermedades del pasado. En este caso, se analizaron 35 dientes y 19 huesos de 41 individuos pertenecientes a cinco yacimientos arqueológicos del norte chileno. Solo dos muestras mostraron una señal clara de M. lepromatosis, pero esa señal era inequívoca.
Gracias a técnicas de captura de ADN y secuenciación masiva, los investigadores lograron recuperar genomas con una cobertura media de 45 y 74 veces para cada individuo . Esto permitió comparar los genomas antiguos con otros modernos y concluir que no hay “ningún patrón consistente de pérdida o adquisición genética que distinga a las cepas antiguas de las modernas” .
Esta capacidad de rastrear microbios extintos o desconocidos en restos humanos está transformando no solo la arqueología, sino también la historia de la medicina. Ya no es necesario que una enfermedad deje marcas óseas evidentes: basta con que haya una traza genética en el interior de un diente para reescribir siglos de historia.
Más allá de la genética, el hallazgo tiene un fuerte componente humano. Los dos individuos afectados eran hombres adultos que vivieron en una región costera dedicada a la pesca, la recolección y la caza. La zona no está hoy dentro del rango natural de los armadillos, lo que sugiere un contexto ecológico diferente al actual.
Esto refuerza la posibilidad de un origen humano antiguo o de un reservorio animal hoy extinto o desplazado. La coexistencia con una enfermedad como la lepra en épocas tan tempranas también plantea preguntas sobre el impacto en la salud, el estigma social y las respuestas comunitarias.
Que una enfermedad tan estigmatizada haya acompañado a los pueblos americanos desde milenios antes de la llegada europea modifica radicalmente nuestro entendimiento de la historia sanitaria del continente. Y nos recuerda que los microorganismos, al igual que los humanos, tienen sus propias rutas de migración, adaptación y supervivencia.
Referencias
- Ramirez, D. A., Sitter, T. L., Översti, S., Herrera-Soto, M. J., Pastor, N., Fontana-Silva, O. E., Kirkpatrick, C. L., Castelleti-Dellepiane, J., Nores, R. & Bos, K. I. (2025). 4,000-year-old Mycobacterium lepromatosis genomes from Chile reveal long establishment of Hansen’s disease in the Americas. Nature Ecology & Evolution. https://doi.org/10.1038/s41559-025-02771-y.
Cortesía de Muy Interesante
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