El obispo católico Alberto Rojas, de la diócesis de San Bernardino, emitió un decreto eclesiástico que libera a los migrantes católicos de la obligación de asistir a misa cuando teman “posibles acciones de control migratorio por parte de las autoridades civiles”, según informó National Catholic Reporter (NCR). Dicha diócesis, de población mayoritariamente latina, cuenta con 1.6 millones de fieles en los condados de San Bernardino y Riverside, en el sur de California. De esta manera la diócesis se suma a la de Nashville (Tennessee) que tomó una medida similar, solo comparable con las determinaciones adoptadas durante la pandemia de Covid-19 en ese momento por motivos sanitarios.
El gobierno del presidente Donald Trump lleva adelante una política destinada a detener para luego expulsar de los Estados Unidos a los migrantes que se encuentren en el país sin haber regularizado su situación migratoria y sin darles tampoco la oportunidad para hacerlo. En junio pasado los obispos de Orange dieron a conocer una declaración en la que denunciaron al gobierno de Trump por generar “miedo y ansiedades paralizantes entre los fieles que trabajan duro y viven todos los días entre nosotros”.
El decreto del obispo Rojas establece ahora que “en vista de las necesidades pastorales de nuestra diócesis y la preocupación que han expresado muchos de nuestro hermanos y hermanas sobre el miedo de asistir a Misa por temor a posible actividad en contra de inmlgrantes por parte de las autoridades civiles, en calidad de su pastor, emito este decreto en virtud de la facultad que me confiere el Código de Derecho Canónico”.
En sus fundamentos el obispo considera “el temor a las medidas de control migratorio, como las redadas por parte del Servicio de Inmigración y Control Aduanas de los Estados Unidos (ICE)”, reconoce que la posible “aprensión constituye un grave inconveniente que puede perjudicar el bien espiritual de los fieles” y denuncia que “las autoridades están deteniendo a hermanos y hermanas indiscriminadamente, sin respetar su derecho al debido proceso y su dignidad como hijos de Dios”. Pero no solo los indocumentados están siendo blanco de las redadas, sino que -de acuerdo a la fuente eclesiástica- otros hispanos que tienen ciudadanía estadounidense y otras formas de estatus legal han sido objeto de acoso y temen salir de sus casas.
El obispo Rojas dijo además que “ahora estamos viendo a agentes detener a personas cuando salen de sus casas, en sus lugares de trabajo y en otros entornos públicos elegidos al azar”, incluyendo templos y otras propiedades de la iglesia.
La decisión del obispo de San Bernardino ocurre dos semanas después de que agentes federales procedieron a detener a migrantes en dos parroquias de la diócesis situadas a aproximadamente 96 kilómetros al este de Los Ángeles. Según se conoció en la parroquia Santa Adelaida los agentes federales persiguieron a varios hombres hasta el estacionamiento del templo y allí los apresaron.
John Andrews, vocero de la diócesis de San Bernardino, informó que las deportaciones no solo afectan la asistencia a misa, sino que los vendedores ambulantes se quedan en sus casas por temor a ser detenidos y las familias se privan de ir al supermercado o de llevar a sus hijos a citas médicas por el mismo temor.
En base a cifras aportadas por el Departamento de Seguridad Nacional el periódico Los Angeles Times publicó el pasado 8 de julio que han sido 2.800 los inmigrantes indocumentados detenidos.
El arzobispo José Gómez, un inmigrante mexicano y actual titular de la arquidiócesis de Los Angeles, escribió sobre el tema señalando que “esto no es una política, es un castigo, y solo puede tener consecuencias crueles y arbitrarias”. Según Isaac Cuevas, director de asuntos migratorios de la misma arquidiócesis, distintas parroquias de esa jurisdicción eclesiástica realizaron vigilias de oración y entregaron alimentos a quienes no pueden salir de sus casas debido a la amenaza que implican las redadas.
Cortesía de Página 12
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