Rematch tiene lo más difícil: una gran idea. Pero choca con la realidad de competir sin la infraestructura de un gigante

Durante los últimos años, los juegos de fútbol han alcanzado un realismo gráfico impresionante. Las animaciones, las físicas del balón y los estadios nos hacen sentir dentro del partido. Sin embargo, también es evidente que la fórmula se estancó: por años, la competencia se limitó a FIFA de EA (ahora EA Sports FC) y a Pro Evolution Soccer de Konami, que brilló como Winning Eleven en sus mejores épocas. Ahora es el turno de Rematch que rompe todo lo que conocemos.

Cuando el fútbol dejó de simular

Hubo intentos por romper la fórmula, como FIFA Street, que ofrecía un enfoque más callejero y espectacular, pero fue Rocket League el que realmente demostró que el fútbol podía vivirse de otra manera, más allá de la simulación. Su impacto fue tan fuerte que nos recordó que este deporte no necesita ceñirse a lo tradicional para ser divertido, algo que muchas personas ya habían olvidado.

Y es justo en este punto donde entra Rematch, un título que nadie vio venir, pero que se atreve a desafiar las convenciones. Desarrollado por el estudio responsable de Sifu, un juego conocido por su combate exigente y estilizado, Rematch es una propuesta radicalmente distinta: un juego de fútbol arcade, explosivo y acelerado. Lo curioso es que el estudio no tiene antecedentes en juegos deportivos, ni el presupuesto o infraestructura de los gigantes del género. Pero lo que sí tiene es una idea clara y muchas ganas de divertirse.

En un inicio, Rematch puede parecer un juego extraño, incluso poco atractivo visualmente. Su estilo artístico simple, con modelos de personajes poco detallados y escenarios que no destacan por su acabado, puede alejar a quienes esperan una estética más pulida o realista. Su estilo artístico puede no enamorar a primera vista. Pero algo tiene. Algo que llama la atención. Es esa combinación caótica de elementos que evocan a Rocket League, Mario Strikers e incluso a películas como Shaolin Soccer. Aquí se olvida por completo la simulación y se apuesta por el vértigo, la velocidad, los reflejos y, sobre todo, la diversión pura. Porque a veces, lo que más falta hacía en el fútbol virtual era simplemente eso: divertirse.

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Un juego sin reglas, pero con muchos retos

La base de Rematch está en los partidos multijugador de 3 vs 3, 4 vs 4 o 5 vs 5. Aunque a simple vista podría parecer que solo cambia la cantidad de jugadores, en realidad la dinámica del juego se transforma por completo. Cada número modifica el ritmo, el espacio disponible y la necesidad de cooperar. Aquí no existen reglas convencionales: el fuera de lugar, las faltas o los tiros de esquina no tienen cabida. La única regla clara es que el primer jugador que llegue al área del portero se convierte automáticamente en guardameta y puede usar las manos. Es un sistema que recuerda al fútbol callejero, donde todo fluye, sin pausas ni interrupciones.

Uno de los aspectos más interesantes de Rematch es que no controlamos a un equipo entero, sino a un solo jugador. Y ese jugador puede marcar toda la diferencia. Ya sea que te enfoques en trabajar en equipo, que domines como portero o que seas esa figura individualista que decide cargar con todo, el juego permite cada estilo. De hecho, hay partidas donde un solo jugador puede llevarse la victoria —o la derrota—, como sucede en títulos como Overwatch, donde un mal desempeño individual puede afectar a todo el equipo.

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El control del jugador tiene una sensación arcade muy marcada, con movimientos rápidos que remiten a los juegos de fútbol de los años noventa. Tenemos una barra de sprint limitada, un botón para disparar y otro para pasar. Además, hay mecánicas como sombreros, voleas y dribles que dependen de nuestra habilidad y posición. Lo curioso y a la vez complicado es que los tiros y pases no son automáticos: dependen de la dirección de la cámara y del ángulo en el que esté orientado nuestro personaje.

Esta característica hace que disparar bien sea todo un reto. Si apuntamos hacia arriba y presionamos el botón de disparo, el balón puede elevarse demasiado. Pero si dominamos esta mecánica, podemos colocar el balón exactamente donde queremos. Una vez que nos acostumbramos, se vuelve adictiva. En nuestro caso, dominar este sistema tomó unas dos o tres horas, pero después todo fluyó de forma natural.

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Eso sí, Rematch no es un juego de grandes producciones, y eso se nota en su variedad limitada de animaciones. Muchas acciones se repiten y hay momentos en los que se siente que el sistema de físicas podría ofrecer más. Sin embargo, esa misma simplicidad permite que los jugadores encuentren formas únicas de jugar, estrategias que quizás ni los desarrolladores habían imaginado. Para algunos, esta libertad será una bendición; para otros, puede resultar frustrante o monótona si no logran encontrar evolución en su estilo de juego.

No todo lo que brilla es oro

Uno de los principales problemas que encontramos en Rematch es que, al ser un juego enfocado en la experiencia multijugador, los servidores —al menos en los primeros días— no han estado a la altura. En varias partidas nos topamos con lag. No es algo que suceda siempre, también tuvimos sesiones muy estables, pero no se puede considerar una experiencia completamente pulida. Incluso encontramos situaciones en las que el balón se quedaba fijo en una zona, mientras los jugadores seguían moviéndose durante 15, 20 o hasta 30 segundos. Luego, como si nada, la jugada continuaba. Este tipo de errores no deben permitirse en un título de este tipo, especialmente porque Rematch es un juego de pago.

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Ese detalle no es menor. En un entorno donde eFootball de Konami es gratuito y Rocket League también se volvió free-to-play, convencer a la gente de pagar por un juego de fútbol que además no es tradicional, puede ser un desafío importante. La buena noticia es que Rematch está disponible desde el primer día en Xbox Game Pass, lo que ayuda a darle visibilidad y, más importante, una base de jugadores. Porque no importa qué tan bueno sea un título multijugador, sin comunidad, su futuro es incierto.

A nivel visual, hay aspectos que se sienten todavía verdes. Las animaciones son limitadas, los modelos de personajes carecen de detalle y las canchas a veces pueden parecer demasiado simples. Incluso el sistema de físicas tiene inconsistencias: el balón da la sensación de estar relleno de arena, recordando esos días de Pro Evolution Soccer donde rodaba con dificultad y se sentía pesado. Esto, combinado con la falta de opciones de regate avanzadas, deja la sensación de que el sistema de control podría tener más profundidad.

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Lo positivo es que Rematch sí plantea una progresión. El juego está diseñado para jugarse mucho, con desbloqueables estéticos, retos diarios y recompensas por subir de nivel. Nada de esto afecta el equilibrio del juego: no hay ventajas por pagar o desbloquear algo en particular, lo cual es un gran acierto. Pero sí es importante que el juego evolucione, que reciba contenido constante y ajustes en los aspectos técnicos para mantenerse vigente.

Comienza el partido más importante

Si bien la propuesta de Rematch es increíble y trae una idea muy fresca a un género que se había estancado, también es cierto que se siente como un juego en fase previa que aún requiere pulir varios aspectos clave. Los problemas con los servidores y las animaciones son notorios, pero en muchos títulos multijugador, estas carencias se van resolviendo con el tiempo y con el apoyo de la comunidad.

Porque más allá de los errores, es innegable que Rematch logra momentos emocionantes. Las jugadas con las paredes, los autopases, la emoción de atajar como portero o anotar un gol imposible, lo convierten en una experiencia genuinamente divertida. Eso sí, también tiene momentos frustrantes, como sentir que hiciste lo correcto y aun así el balón terminó dentro de tu portería.

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Es un juego que puede darte horas de pura diversión, desbloqueos estéticos y aprendizaje mecánico, pero llega un punto en el que surge la gran pregunta: ¿y ahora qué más me ofreces? Ese es el verdadero reto para sus desarrolladores: mantener la comunidad activa, motivada y con hambre de más.

Rematch es para los que buscan algo diferente, para quienes ya se aburrieron de la simulación tradicional. No pretende competir en realismo ni espectacularidad visual, pero sí apuesta por el caos, la habilidad y la diversión. Es el tipo de juego que, con el tiempo y el respaldo de su comunidad, puede evolucionar más allá de sus limitaciones. Porque a veces, lo que más falta hace en los videojuegos deportivos es exactamente eso: una idea que se atreva a romper el molde.

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Si la comunidad lo abraza, en seis o nueve meses podríamos estar ante un monstruo que realmente redefina lo que entendemos por fútbol arcade. Porque sí, Rematch es la prueba de que a veces, la diversión no necesita una superproducción, solo una idea lo suficientemente buena como para unir a miles de jugadores en una cancha virtual.

Cortesía de Xataka



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