Siempre hemos usado edulcorantes para bajar de peso, hasta ahora sabemos por qué a veces no funcionan

Se sabe que el consumo excesivo de azúcar está relacionado con diversos problemas de salud, desde caries hasta padecimientos mucho más serios como diabetes o sobrepeso. Por ello el consumo de edulcorantes se ha vuelto tan popular entre pacientes con estas enfermedades y personas que buscan bajar o mantener su peso. No obstante, estos productos no son menos polémicos que aquel al que sustituyen.

Un estudio publicado recientemente en Nature Metabolism reveló que algunos edulcorantes artificiales podrían afectar las señales en el cerebro que gestionan el apetito. En concreto, los científicos han observado que la sucralosa (comercializada como Splenda) genera una sensación de saciedad menor que la sacarosa, es decir, el azúcar convencional o de mesa.

El experimento

Para el estudio se contó con la participación de 75 voluntarios, quienes fueron tanto el grupo experimental como el grupo de control en distintas sesiones separadas entre sí por días y hasta semanas. Los participantes, hombres y mujeres esbeltos, o con sobrepeso u obesidad, consumieron tres bebidas preparadas durante las sesiones experimentales a las que los sometieron.

Las bebidas eran una edulcorada con sucralosa, otra con sacarosa y la tercera era simplemente agua. A los participantes se les asignaban las bebidas que debían tomar en orden aleatorio. Luego, el equipo estudió la respuesta de los participantes ante cada bebida. Antes y después realizaron resonancias magnéticas funcionales, tomaron muestras de sangre y preguntaron a los participantes por su sensación de hambre.

Los científicos observaron un aumento en el apetito de los participantes cuando ingerían sucralosa. Además, vieron que esto sucedía, en mayor medida, entre los participantes con obesidad. También notaron que aumentaba la actividad en el hipotálamo y cambios en cómo este se comunicaba con otras regiones de cerebro.

Viejas conocidas

De acuerdo con el estudio, la clave podría estar en las hormonas que produce el cuerpo al comer, como las insulina y el GLP-1 (péptido similar al glucagón 1) . Esta última se produce en el estómago al ingerir alimentos y es la encargada de informar al páncreas cuando se necesita insulina para gestionar la glucosa digerida, al tiempo que transmite al cerebro la señal de saciedad.

Kathleen Alanna Page, coautora del estudio, explicó en un comunicado que estas hormonas ayudan al cuerpo humano a reducir el hambre, sin embargo, “la sucralosa no tuvo ese efecto, y las diferencias en las respuestas hormonales a la sucralosa comparadas al azúcar fueron aún más pronunciadas en participantes con obesidad.

Sacarosa

Mucho por investigar

Pese a todo, los investigadores reconocen que aún queda mucho por investigar respecto a esto. Por ejemplo, aún existe la duda acerca de cómo afecta la sucralosa a la actividad cerebral a largo plazo. Los científicos creen que se necesitarán estudios longitudinales que analicen el peso y las conductas alimentarias de los pacientes.

También se preguntan cómo afectan otros factores, como el sexo, a esta relación entre la sucralosa y la sensación de saciedad. Durante el experimento, el equipo notó que la actividad cerebral de las mujeres mostraba mayor variabilidad que la de los hombre, lo que implica la posibilidad de que, en efecto, haya diferencias.

Cortesía de Xataka



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