¿Por qué falta la mitad del Coliseo de Roma y dónde acabaron sus piedras monumentales?

El Coliseo de Roma, símbolo indiscutible del poder y las capacidades constructivas del Imperio romano, ha sobrevivido a siglos de guerras, saqueos y cataclismos naturales. Su estado actual, en el que se muestra a los visitantes con una sección ausente, sin embargo, plantea una pregunta fascinante: ¿dónde está la parte que falta del Anfitetro Flavio? A través de los estudios arqueológicos, geotécnicos y documentales es posible trazar un mapa preciso de esta progresiva desaparición, fruto de una compleja trama en la que se entrelazan las causas naturales y la acción humana.

Una estructura monumental desde sus cimientos

Inaugurado en el año 80 d.C., el Coliseo se erigió, tras complejas obras de drenaje, sobre el antiguo lago artificial que había mandado construir Nerón. Su planta elíptica de 188 metros de largo por 155 de ancho podía acoger hasta 50.000 espectadores. La estructura, organizada en diferentes niveles, reposaba sobre una fundación monumental en opus caementicium, de más de 12 metros de profundidad y 51,5 metros de anchura, concebida para sostener los tres anillos concéntricos de arcos y columnas de travertino de la fachada exterior. Esta impresionante obra ingeniería se complementaba con una compleja red de corredores, escaleras, gradas y sistemas hidráulicos, ideada para facilitar la circulación de las multitudes que asistían a los espectáculos públicos de gran envergadura.

La parte que falta: una asimetría desconcertante

Quien observe el Coliseo notará de inmediato una asimetría llamativa entre su lado norte, que permanece casi intacto, y el lado sur, derruido casi por completo. Esta pérdida afecta tanto a la fachada exterior como a la pared intermedia.

Durante siglos, la explicación más extendida apuntaba a la acción de los terremotos, en especial el devastador sismo de 1349. No obstante, las investigaciones recientes han demostrado que esta teoría, aunque cierta en parte, resulta insuficiente para explicar por sí sola la magnitud de los daños. Por ello, se han propuesto dos hipótesis principales : la destrucción progresiva por terremotos y el desmantelamiento sistemático del edificio para reutilizar sus materiales.

Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Terremotos y vulnerabilidad geológica

Aunque la provincia de Roma no se encuentre entre las de mayor actividad sísmica en Italia, a lo largo de la historia ha sufrido varios terremotos de intensidad considerable. El más importante fue el que se produjo en 1349, que provocó el colapso de buena parte del anillo exterior del Coliseo, sobre todo en el sector sur, donde los terrenos aluviales bajo el monumento amplificaron la onda sísmica.

Los estudios geofísicos han demostrado que el Coliseo se construyó sobre terrenos de naturaleza diversa. El lado norte se apoya sobre capas de arena y grava más estables, mientras que el lado sur se asienta sobre los antiguos depósitos aluviales, menos compactos y, por ello, propensos a la resonancia sísmica. Estas condiciones provocan que, ante un mismo terremoto, el lado sur experimente oscilaciones amplificadas y más prolongadas que aumentan, a su vez, las probabilidades de un colapso estructural.

Con todo, la propia masa del monumento habría reducido, en parte, el efecto amplificador. Por tanto, la acción sísmica, por sí sola, no habría superado la resistencia estructural del edificio si este no hubiese presentado ya algunos puntos débiles.

Vaticano
Vaticano. Fuente: Pixabay

El saqueo del Coliseo: cal, mármol y travertino

La segunda hipótesis se basa en las evidencias documentales que prueban que, desde el siglo VI, el Coliseo se utilizó como una auténtica cantera urbana. A lo largo de la Edad media y el Renacimiento, se arrancaron las piedras del monumento y se reutilizaron para construir iglesias, palacios y murallas. El travertino se convirtió en un material muy codiciado, al igual que el mármol y el hierro que servía de grapa entre los bloques.

Así, buena parte del travertino extraído del Coliseo terminó en monumentos clave del Vaticano, como la Basílica de San Pedro, y en construcciones emblemáticas de la ciudad, como el Palacio Venecia o el Palacio Barberini. Incluso papas como Nicolás V, Sixto IV y Pío II autorizaron o promovieron este saqueo.

A partir del siglo XV, el Coliseo se consideró, oficialmente, considerado una mina para la extracción de materiales. Se instauraron verdaderas fábricas de cal en su interior, donde se quemaba el mármol robado para producir yeso. Este procedimiento solía exigir el derrumbre de las columnas y los muros mediante el fuego para facilitar la recolección de escombros.

Palacio Barberini
Palacio Barberini. Fuente: Jean-Pierre Dalbéra/Wikimedia

¿Cómo se cayó el Coliseo? La demolición simulada

Las simulaciones estructurales apoyan esta hipótesis. Según el análisis por elementos finitos realizado con el programa DIANA, bastaría la demolición controlada de dos pilastras del primer nivel para provocar el colapso en cadena de toda la sección superior del anillo exterior. En cambio, eliminar una sola pilastra no sería suficiente, puesto que la estructura redistribuiría el peso entre los elementos adyacentes gracias a la formación de nuevos arcos de carga. Esto implica que el colapso del lado sur pudo haber sido provocado de forma deliberada, con la intención de derribar segmentos concretos que facilitasen la extracción de materiales reutilizables.

Anfiteatro romano
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Las restauraciones e intervenciones modernas

No fue hasta el siglo XIX que comenzaron los trabajos sistemáticos de consolidación del Coliseo. Papas como Pío VII, Gregorio XVI y Pío IX impulsaron los primeros grandes proyectos para reforzar el anfitetro, preocupados por el riesgo de colapso total de la fachada oriental. Arquitectos como Giuseppe Valadier y Raffaele Stern construyeron potentes contrafuertes que aún hoy resultan visibles.

En el siglo XX, se introdujeron nuevas tecnologías, como el uso de resinas y las estructuras metálicas para estabilizar los pilares supervivientes. Sin embargo, la parte que faltaba ya era irrecuperable. Literalmente, el Coliseo estaba repartido por toda Roma.

La ciudad construida con sus propias ruinas

Hoy en día, el Coliseo sigue siendo un monumento emblemático, pero también una ruina emblemática. Desde el Vaticano hasta los puentes que atraviesan el Tíber y los palacios del centro histórico, las huellas del anfiteatro Flavio se encuentran diseminadas por toda la ciudad. El Coliseo, además de estar en pie, también está en todas partes.

Referencias

  • Como, Mario. 2028. “Il Colosseo. Sulle ragioni del suo stato di danneggiamento”, en Salvatore D’Agostino y Francesca Romana d’Ambrosio Alfano (eds.), History of Engineering. Proceedings of the 3rd International Conference/ Storia dell’Ingegneria. Atti del 7° Convegno Nazionale (Naples, 2018 April 23rd – 24th, volume I. Cuzzolin S.r.l.

Cortesía de Muy Interesante



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