“En esta realidad no queda más que acompañar”: el arte para poner la desaparición en la mirada de todos


Mientras Salomé García le daba forma al rostro de su hijo en una placa de linóleo, sintió que volvía a acariciarlo, aunque habían pasado más ocho años desde que lo enterró. 
 

“Es como si lo estuviera volviendo a acariciar, volviendo a definir sus rasgos. Ojalá mis compañeras tengan la dicha de encontrar a sus hijos con vida, pero el mío ya no”, dijo la señora de 62 años al ver cómo los surcos del cincel formaban la boca casi sonriente y los ojos detrás de los lentes cuadrados de su hijo Juan Carlos Castro García, quien desapareció en la carretera de Acatlán de Juárez a la edad de 23 años.  Entre septiembre de 2016 y enero de 2017, con ayuda de sus compañeras del colectivo Por Amor a Ellxs, Salomé lo buscó y encontró sin vida en el Servicio Médico Forense de Guadalajara. El grabado en linóleo de la foto de Juan Carlos se realizó el 12 de julio de 2025 en una de las sesiones de Grabados para la Búsqueda, un proyecto artístico en colaboración con Piromanía Colectiva. La iniciativa consiste en reproducir retratos de personas desaparecidas para luego imprimirlos en grandes posters que se pegan en la calle. 

En todo el país los colectivos de familias buscadoras han convocado a la comunidad artística para sumar sus talentos a la causa de las personas desaparecidas. Mónica Ashida Cueto, reconocida curadora de arte e investigadora tapatía, explica que este llamado ha desembocado en una escena artística local en la que la meta va más allá del desarrollo de un objeto de deseo y de posesión, incluso de autoría. 
“Sí hay un cambio grande en los intereses y en el tipo de manifestaciones artísticas que quieren ser algo más que una puesta en escena, una pieza o algo que sirva para venderse después. Cada vez más son proyectos que se interesan en generar comentarios, discursos, de divulgación, de concientización y de compromiso”, dice Ashida Cueto.
 

Crear para las necesidades de las buscadoras

En sus años de experiencia, Mónica Ashida ha formado parte del jurado de muchos premios y convocatorias, lo que le permite echar un vistazo “a una buena muestra de lo que están pensando los jóvenes creadores”. Recuerda que nunca tuvo que revisar tantos proyectos vinculados a la crisis de desapariciones, mayoritariamente propuestos por mujeres, como cuando fue jueza del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) Jalisco 2020 – 2021.

Una de las beneficiarias de ese programa es la artista visual Miriam Rodríguez. En los meses previos había entablado una relación con varias de las madres del colectivo Familias Unidas Por Nuestros Desaparecidos Jalisco (FUNDEJ), quienes le hicieron saber que necesitaban que alguien recopilara sus testimonios de búsqueda por escrito. Entonces, Miriam reunió algunas entrevistas en “Poder Blando”, el proyecto con el que accedió al PECDA y que culminó en un libro que se expuso en el Museo de Arte de Zapopan entre noviembre de 2022 y abril de 2023. El dinero reunido con las ventas lo donó a FUNDEJ. 

Después de “Poder Blando” Miriam se acercó al concepto de arte útil. Ella misma explica que se refiere a aquellas iniciativas que le sirven, en el sentido más práctico, a un grupo de personas con quienes se trabaja. Más allá del valor estético, buscan entregar una retribución. A veces es económica, pero también puede ser a través de una experiencia sensorial que ayude a las familias buscadoras a atravesar su duelo. 

Un segundo proyecto que desarrolla Miriam Rodríguez es el coro “Inolvidable” que reúne a buscadoras de distintos colectivos de Jalisco. El grupo de mujeres que lo conforman interpretarán canciones relacionadas a las desapariciones en presentaciones públicas durante fechas importantes como el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, conmemorado cada 30 de agosto.

Las madres buscadoras que integran el coro comparten que cantar es una actividad que les permite desahogarse y a la vez sentirse cerca de sus hijos. “Cuando canto me imagino a mi hijo, me imagino la escena de la canción. Le canto con todo mi corazón y en ese momento lo tengo ahí presente”, cuenta María Guadalupe Reyes, quien busca a su hijo José Mauricio Díaz Reyes, desaparecido en la ciudad de Querétaro el 20 de octubre de 2023.  En el caso de Grabados para la Búsqueda, la experiencia de volver a “acariciar” a sus hijos se enmarca en un momento de acompañamiento cariñoso. “En el grabado se ve a la persona desaparecida, pero también al familiar que lo crea, entonces es una experiencia que se queda en el cuerpo. Compartimos esta técnica con las buscadoras porque es accesible y permite que ellas sean las creadoras. Hacen falta estos espacios lúdicos y bonitos”, dice Paula Orejudo, una de las integrantes del proyecto y quien se nombre a sí misma como artivista, es decir, alguien que combina prácticas artísticas con una intención activista.

“Los talleres son un espacio de convivencia, de escucha y en el que las propias familias se permiten un momento de alegría”, agrega Beatriz Osorno, quien es otra de las colaboradoras en la creación de grabados junto con Laura Vázquez. 

 Artistas trabajando con los carteles en las calles de Guadalajara.
 Artistas trabajando con los carteles en las calles de Guadalajara. 

Poner la desaparición en la mente de todos

Si bien los proyectos vinculados a las desapariciones coinciden en mirar hacia adentro para atender una necesidad de las familias buscadoras, eso no los hace perder su poder comunicativo. Por ejemplo, Miriam Rodríguez dice que con el Coro Inolvidable espera recontextualizar algunas canciones populares mexicanas para que otros se acuerden de las buscadoras cuando las escuchen. Además, considera que el coro genera un espacio neutral para que otras personas reconozcan su dolor sin tener que saber más o hacer juicios sobre los motivos de las desapariciones.  Estas iniciativas quieren poner las desapariciones en los ojos y oídos de todas las personas. “Que se piensen, se repiensen y estén todo el tiempo en la mente, que no permitamos que se nos olviden”, dice Mónica Ashida.  La curadora agrega que eso implica un par de retos para los y las artistas. El primero es que sus iniciativas no pueden ser “un estallido que luego se apaga”, sino que implican honestidad y sobre todo constancia. Si no es así, “los colectivos mismos desconfían. Dicen, ‘otra vez vas a hacer tu proyecto, lo vas a lograr y te vas a ir, pero nosotras vamos a seguir igual, no va a pasar absolutamente nada’”. Por eso, la curadora subraya que es importante que quien quiera trabajar el tema debe estar dispuesto a involucrarse emocionalmente. El segundo reto es que las desapariciones, aunque ya son concebidas como un problema grave por la mayoría de las personas, todavía no están en las grandes agendas del arte. “No es fácil que encuentres una programación en un museo con algo de eso” explica Ashida. 

“Hasta que nunca más haya un desaparecidx en Jalisco”

JazorVRS es un artista gráfico de Guadalajara que se ha dedicado al tagging y al graffiti por más de 25 años. En octubre de 2023 se unió a otros compañeros grafiteros y convocados por el colectivo Luz de Esperanza Desaparecidos Jalisco, crearon un mural en una de las bardas exteriores del panteón de Mezquitán, sobre la calzada Federalismo. “Hasta que nunca más haya un desaparecidx en Jalisco” se lee aún en el muro. 
En esa ocasión no hubo consecuencias, pero Jazor conoce a otros compañeros que, por adoptar una línea de denuncia social en su trabajo, han sido excluidos de las iniciativas gubernamentales de arte urbano, que para ellos representan un ingreso muy importante. “No los invitan a ciertos proyectos porque ya saben el tipo de concepto que tienen”, dice el artista.

El potencial del arte 

A pesar de los obstáculos, Mónica Ashida espera que haya cada vez más artistas comprometidos con las desapariciones. Defiende que el arte siempre permite aproximaciones más amables y que suelen ser mejor recibidas por el público cuando hay que tener “discusiones incómodas sobre cosas que no queremos ver”. 
La curadora explica que cuando está en museos y galerías, la potencia del arte es generar conocimiento relacionado con la idea de ocio. En ese contexto, las personas usualmente se encuentran más receptivas porque relacionan la visita a uno de esos espacios con disfrutar al ver o escuchar piezas agradables. “Qué mejor lugar que donde se hace cultura y pensamiento para que se den estas discusiones”, dice Mónica.  
Por otro lado, cuando está en la calle y otros espacios abiertos, puede ofrecer nuevas y diversas técnicas creativas que se sumen a las herramientas de búsqueda que a veces las personas ya dan por sentadas en el paisaje. En el caso de los retratos grabados, Paula Orejudo dice “no es que vayan a encontrar a las personas con el grabado, para eso ya están las fichas. Esto es para regresarles individualidad a las personas desaparecidas y para captar la atención de otros, que se acerquen a esta realidad desde la sorpresa y la estética”. Es lo que el escultor Alfredo López Casanova ha llamado “acciones de dislocación, que saquen de onda” cuando las estrategias habituales dejan de surtir efecto.

Desde su compromiso y sensibilidad, Miriam Rodríguez dice, “esto surge de querer controlar con el arte algo que ya no tiene control. Yo me enfoco en acompañar a las buscadoras porque no me queda más. Si ellas, que son quienes tienen la motivación más grande, no han logrado que esto acabe, ¿cómo podría lograr algo yo sola? En esta realidad que me rebasa por completo, mi intención es enfocarme en lo que sí existe y estar con quienes puedo acompañar”. 

Dentro de varios años, el acompañamiento de esta y otras artistas nos permitirán regresar a un archivo histórico para entender las condiciones de violencia, pero también de inquietud, en las que sus proyectos fueron creados. 

Cortesía de El Informador



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