Sorprendente hallazgo en el permafrost: una momia siberiana de 2.300 años revela tatuajes ocultos de animales míticos que rivalizan con los de los tatuadores modernos

En las gélidas alturas de los montes Altái, el hielo ha guardado durante más de dos mil años un secreto que hoy reescribe nuestra visión de la historia: el arte del tatuaje en la cultura Pazyryk. Un nuevo estudio publicado en la revista Antiquity ha permitido ver, por primera vez con un nivel de detalle sin precedentes, los tatuajes de una mujer momificada que vivió hace unos 2.300 años. Gracias a la fotografía digital en alta resolución y a la luz infrarroja, los investigadores han podido reconstruir no solo la apariencia original de estos tatuajes, sino también las herramientas y técnicas que los antiguos artistas usaron para crearlos.

Lejos de ser simples marcas rituales, los tatuajes de la Pazyryk revelan un mundo de destreza manual, planificación artística y especialización profesional que sorprende incluso a los tatuadores contemporáneos. La investigación, liderada por el arqueólogo Gino Caspari del Instituto Max Planck de Geoantropología y la Universidad de Berna, coloca a los antiguos maestros del tatuaje siberiano al mismo nivel de sofisticación técnica que muchos profesionales modernos.

Tatuajes que sobrevivieron al hielo y al tiempo

La historia de este hallazgo comienza con las tumbas de la cultura Pazyryk, un pueblo nómada de la Edad del Hierro que habitó las estepas siberianas entre los siglos VI y II a.C. Sus muertos eran enterrados en profundos túmulos de madera, sellados por el permafrost del Altái, lo que permitió que piel, cabello y ropa se conservaran durante milenios. Entre estos cuerpos congelados destaca el de una mujer de unos 50 años hallada en la tumba número 5 de Pazyryk, conocida por su extraordinaria colección de tatuajes en ambas manos y antebrazos.

Hasta hace poco, estos tatuajes eran visibles solo parcialmente. Los primeros arqueólogos que estudiaron las momias en la década de 1940 apenas distinguieron algunos trazos oscuros. Décadas más tarde, la fotografía infrarroja reveló motivos adicionales: escenas de animales, aves y criaturas fantásticas que parecían sacadas del repertorio del llamado “estilo animal escita”. Sin embargo, la verdadera revolución ha llegado ahora con las imágenes infrarrojas de alta resolución y la fotogrametría 3D, que han permitido “despertar” el arte escondido bajo la piel reseca de la momia.

Modelo tridimensional de la momia
Modelo tridimensional de la momia. Fuente: M. Vavulin/Antiquity (2025)

Los secretos de un arte milenario

El análisis detallado de los tatuajes ha revelado un nivel de complejidad que habla de una auténtica tradición artesanal. Los investigadores detectaron que el tatuaje del antebrazo derecho —el más elaborado— fue ejecutado con una combinación de herramientas: un instrumento multipunta para trazar líneas de grosor uniforme y otro de punta única para los detalles más finos, como las astas de los ciervos o los extremos de los bigotes felinos. La calidad de la línea y la precisión en los ángulos sugieren que el tatuador poseía una gran destreza y probablemente trabajó en varias sesiones para completar la obra.

En contraste, el antebrazo izquierdo muestra un tatuaje menos elaborado, con figuras menos proporcionadas y líneas más simples. Los investigadores proponen dos posibilidades: que dos artistas distintos hayan trabajado en los brazos de la mujer —uno más experimentado que el otro— o que se trate del mismo artesano en diferentes etapas de aprendizaje. Esta diferencia de calidad ofrece una ventana única al proceso formativo de los antiguos tatuadores de la estepa, que, según el estudio, debían contar con una especie de “aprendizaje formal”, semejante al de los talleres artesanales.

El estudio también aporta una revelación fascinante sobre la vida y la muerte de esta mujer. Durante el proceso de preparación del cuerpo para la sepultura, algunos de los tatuajes fueron cortados por incisiones suturadas, lo que sugiere que estas marcas no tenían una función funeraria. A diferencia de otras culturas en las que los tatuajes eran vistos como símbolos para el tránsito al más allá, los Pazyryk parecen haber considerado estas imágenes como parte de la identidad en vida, sin valor espiritual tras la muerte.

Animales míticos y destreza artística

Los tatuajes de la momia de Pazyryk son un catálogo visual de la iconografía de la estepa. Ciervos de grandes astas, felinos que parecen leones o leopardos, aves y criaturas híbridas componen escenas de caza y combate que reflejan tanto la naturaleza del entorno como la cosmovisión de esta cultura. Uno de los motivos más llamativos es el gallo tatuado en el pulgar izquierdo, acompañado de figuras de peces y patrones geométricos en la mano.

El gran tatuaje del antebrazo derecho es, sin duda, la obra maestra. Allí, los investigadores identificaron dos ungulados atacados por felinos, cuidadosamente dispuestos siguiendo la anatomía del brazo para que la composición “fluya” desde la muñeca hasta el codo. La atención a la perspectiva y la elección de focalizar en un felino central reflejan una comprensión intuitiva de la composición artística.

Que un tatuaje realizado hace 23 siglos pueda mostrar tal dominio técnico resulta impresionante incluso para los tatuadores modernos que colaboraron con el estudio. Según los investigadores, lograr líneas tan limpias y uniformes con métodos manuales habría sido un desafío comparable al de un profesional contemporáneo, lo que refuerza la idea de que el tatuaje era una práctica especializada y altamente valorada dentro de la sociedad Pazyryk.

Conjunto de tatuajes identificados en la momia
Conjunto de tatuajes identificados en la momia. Fuente: M. Vavulin/Antiquity (2025)

Cuando la arqueología se une a la tecnología

El éxito de esta investigación reside en la combinación de arqueología tradicional con tecnología de vanguardia. Las imágenes infrarrojas de submilímetro y la creación de modelos 3D no solo han permitido identificar detalles invisibles a simple vista, sino que también han hecho posible estudiar el “proceso creativo” de los tatuadores. Los investigadores pudieron ver dónde el artista levantaba la herramienta, dónde retomaba la línea y cómo planificaba la colocación de los motivos.

El uso de estas técnicas abre la puerta a un nuevo tipo de arqueología de la individualidad, donde ya no se observan solo grandes patrones culturales, sino manos, decisiones y errores de personas concretas que vivieron hace milenios. Cada trazo es un puente entre aquel mundo nómada del Altái y nuestra fascinación moderna por el arte corporal.

Un legado que sigue vivo en la piel del tiempo

El hallazgo no solo ilumina un capítulo desconocido de la historia del tatuaje, sino que también humaniza a quienes habitaron las estepas siberianas en la Edad del Hierro. Al mirar los tatuajes de esta mujer, podemos imaginarla en vida: parte de una comunidad nómada, rodeada de caballos, carretas y pieles, y confiando su identidad a las manos expertas de un artista que dominaba un oficio transmitido de generación en generación.

Los tatuajes, que no tenían valor en la tumba, hoy se han convertido en mensajes desde el pasado, testigos de una historia de creatividad y habilidad que ha sobrevivido gracias al hielo. Cada línea de tinta de carbón habla de un instante en que un tatuador y su modelo compartieron un acto íntimo y artístico que hoy, siglos después, nos permite conocerlos un poco más.

El estudio ha sido publicado en Antiquity.

Cortesía de Muy Interesante



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