La prórroga de 90 días acordada entre México y Estados Unidos evitó, por ahora, la entrada en vigor de un arancel más elevado de 30%. Pero lejos de despejar el panorama, la extensión confirma un patrón más preocupante: la pérdida progresiva de la ventaja competitiva del país frente a otros socios comerciales de Washington que ya alcanzaron un acuerdo.
La noticia fue presentada como un logro desde el gobierno mexicano. Aunque es positivo porque no se amanece con este arancel, en los hechos, la incertidumbre se prolonga y las inversiones se detienen, coinciden expertos consultados por Expansión.
México conserva la tarifa cero para 84.4% de sus exportaciones, siempre que cumplan con las reglas de origen del T-MEC, dijo el secretario de Economía, Marcelo Ebrard. Pero los sectores estratégicos enfrentan otra realidad. El acero, el aluminio y el cobre tienen un arancel del 50%.
Los automóviles ensamblados con partes no originarias de la región, uno de 25%. Y eso, sin contar las investigaciones abiertas en semiconductores, farmacéutica y aeroespacial, en las que en cualquier momento Trump puede implementar otro arancel.
A esto se suma el arancel de 17% al tomate que entró en vigor el 14 de julio, aunque por razones diferentes, es decir, no se relaciona con los motivos del tráfico de fentanilo, ni de seguridad nacional ni de déficit comercial, fue por razones de dumping, pero es una sector de peso para las exportaciones agroalimentarias de México.
Lo automotriz en jaque
“Ya estamos en un 25% de aranceles bajo la Sección 232 para vehículos que no son 100% originarios de Estados Unidos”, advierte Mónica Lugo, exnegociadora del T-MEC.
Mientras la Unión Europea negoció un tope de 15% en el mismo rubro, México quedó atrapado en un umbral más alto, aun siendo parte del bloque regional. “Hay que empezar a ver las cosas por sector. En el automotriz ya hay desventaja”, sostiene.
Para Roberto Zapata, exembajador de México ante la organización Mundial de Comercio (OMC) , el problema no radica en lo que se logró, sino en lo que permanece sin resolver. El plazo de 90 días podría volverse un factor de disuasión para la inversión. Compañías pueden comenzar a ponderar si les sigue resultando favorable exportar desde el país.
En primera instancia, lo que no se está arreglando es lo que México exporta al no amparo del T-MEC, sino bajo lo que antes se conocía como el régimen de nación más favorecida, es decir, el de la OMC
Se tenía un arancel de 2.5% lo que no entrará en T-MEC y ahora es 25%.
Zapata también recuerda que el T-MEC incluye disposiciones específicas para garantizar trato preferencial en caso de medidas bajo la Sección 232, que es la que ocupó Estados Unidos en vehículos y autopartes, que es parejo para todos. “Eso ya estaba previsto y aceptado por la administración Trump y no se está respetando”, afirma. En su lectura, México debe replantear su estrategia negociadora con base en esos incumplimientos.
César Remis, exjefe de la Oficina del T-MEC en la embajada mexicana en Washington, concuerda en que el acuerdo ofrece un respiro, pero no una solución.
Hubiera sido bueno que no fuera solo una pausa. La incertidumbre sigue ahí. El hecho de que otros países ya alcanzaron acuerdos nos pone en desventaja
Las comparaciones resultan cada vez menos favorables. Corea del Sur, Japón y el Reino Unido —todos productores clave de automóviles— ya aseguraron mejores condiciones para sus exportaciones hacia Estados Unidos.
En los números, las exportaciones automotrices de México ya reflejan el impacto de los aranceles, de acuerdo con los datos de la balanza comercial del Inegi, en los primeros seis meses del año muestran una caída de 4% respecto al mismo periodo de 2024.
Una mayor presión
César Remis advierte que la prórroga de 90 días coincide con el arranque formal de la revisión del T-MEC, lo que añade tensión. De acuerdo con la legislación estadounidense, el 1 de octubre deben iniciar las audiencias públicas que marcarán el tono de la revisión que pinta más a una renegociación.
“Estamos negociando bajo presión”, asegura.
Mónica Lugo refiere que se necesita un equipo negociador firme y una solución de todos los aranceles impuestos, que son claramente violatorios del acuerdo antes del arranque formal. En su perspectiva, lo que no se resuelva puede asumirse como concesión automática.
No veo el fin del T-MEC, pero sí un comercio más proteccionista
Roberto Zapata prevé una revisión compleja. “A partir de octubre conoceremos las inquietudes oficiales y del sector privado. Con eso, Estados Unidos diseñará su estrategia negociadora”.
Mientras tanto, Trump conserva su carta más efectiva: la ambigüedad. “Esa es la parte perversa que le encanta. Tener la incertidumbre para controlar”, comenta Mónica Lugo. No se ha hecho público qué está pidiendo. Es tan volátil que parece que depende de cómo se despierte.
“No sabemos a ciencia cierta qué quiere, a puerta cerrada, qué es lo que están discutiendo con las autoridades. Si quiere la cabeza de un capo en particular, si quiere ciertas detenciones específicas o ciertos cargamentos decomisados”.
México sigue siendo un socio logístico natural para Estados Unidos. Pero si la ventaja arancelaria desaparece por completo, su atractivo puede comenzar a debilitarse. En ese escenario, la prórroga no representa una victoria, sino apenas una tregua bajo amenaza.
Marcelo Ebrard calificó de “muy grande” el logro diplomático que permitió a México prorrogar, por 90 días, su acceso arancelario preferente al mercado estadounidense. Aseguró que el país no cedió nuevas concesiones. Destacó la firmeza de la presidenta Sheinbaum durante su llamada con Donald Trump, y consideró que el acuerdo posiciona al país por encima de otros.
Sin embargo, desde Washington el mensaje fue distinto, el gobierno de Sheinbaum sí cedió a algo. Trump aseguró que México aceptó eliminar numerosas barreras no arancelarias, sin especificar cuáles.
El presidente estadounidense exige resultados en la prórroga y dejó abierta la posibilidad de una extensión solo si hay compromisos claros. En paralelo, la cooperación en seguridad y migración seguirá sin cambios. México evita por ahora nuevos castigos, aunque bajo condiciones que aún tensan la relación.
Mónica Lugo apunta a una analogía que retrata el clima actual: “Es como tener a un mafioso apuntándote con una pistola en la cabeza mientras negocias”.
Cortesía de Expansión
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