Recrean el rostro del emperador Wu: el ADN antiguo revive a un gobernante del siglo VI y descubre secretos de su misteriosa muerte y del origen de la China imperial

Durante más de mil años, el emperador Wu de la dinastía Zhou del Norte permaneció oculto tras los muros de su tumba en la provincia de Shaanxi, al noroeste de China. Sus hazañas militares y su repentina muerte a los 36 años eran conocidas por las crónicas, pero su rostro y su historia genética seguían siendo un misterio. Hoy, la ciencia ha logrado lo que parecía imposible: reconstruir su apariencia y desvelar secretos de su salud y su linaje a partir de su ADN ancestral.

El estudio, publicado en la revista Current Biology por un equipo liderado por investigadores de la Universidad de Fudan y Xiamen, combina análisis genéticos de vanguardia con reconstrucciones faciales en 3D. Esta investigación no solo ofrece una imagen sorprendentemente realista del emperador, sino que también aporta claves sobre la diversidad étnica en la China del siglo VI y las posibles causas de su prematura muerte.

Un emperador de la “era oscura” de China

Yuwen Yong, conocido como Emperador Wu (543-578 d.C.), gobernó entre los años 560 y 578, en una época convulsa que los historiadores denominan a menudo “la edad oscura” de China. El país estaba dividido en múltiples reinos tras siglos de guerras, y el norte vivía un proceso de fusión cultural entre los pueblos nómadas de las estepas y las comunidades agrícolas de tradición han.

Wu fue un monarca estratégico y ambicioso. Lideró al efímero pero influyente reino Zhou del Norte, reformó los ejércitos regionales, consolidó su autoridad frente a las tribus turcas y sentó las bases para la posterior unificación de China bajo la dinastía Sui. Sin embargo, tras apenas 18 años en el trono, su reinado terminó abruptamente. Murió con solo 36 años, dejando a los cronistas de la época con más preguntas que respuestas.

Gracias al análisis genético y a la forma de su cráneo casi intacto, los investigadores lograron recrear digitalmente el rostro del emperador, que hasta ahora solo se conocía por las representaciones artísticas de su época
Gracias al análisis genético y a la forma de su cráneo casi intacto, los investigadores lograron recrear digitalmente el rostro del emperador, que hasta ahora solo se conocía por las representaciones artísticas de su época. Fuente: Pianpian Wei et al. (2024)

Una tumba intacta y un hallazgo científico sin precedentes

El descubrimiento de la tumba de Wu se produjo en 1996 durante excavaciones en la zona de su mausoleo, conocido como Xiaoling. Lo más asombroso fue el excelente estado de conservación de su esqueleto, incluido un cráneo prácticamente completo. Para la arqueología, se abría una oportunidad única: unir el estudio histórico y antropológico con las nuevas tecnologías genéticas.

Casi tres décadas después, el equipo dirigido por Panxin Du y Shaoqing Wen logró recuperar más de un millón de marcadores genéticos de su ADN, conocidos como SNPs. Esta información permitió no solo inferir el color de su piel, cabello y ojos, sino también analizar predisposiciones genéticas a enfermedades que podrían explicar su muerte.

El resultado es una reconstrucción digital en 3D que muestra a un hombre de ojos marrones, cabello negro y piel de tono intermedio a oscuro, muy similar a la población actual del norte y noreste de Asia. Esta imagen desafía las viejas descripciones de algunos cronistas que hablaban de los Xianbei, el grupo étnico al que pertenecía Wu, como “exóticos” por supuestos rasgos europeos como narices prominentes o cabellos claros. La genética ha confirmado que, al menos en su caso, su aspecto era plenamente asiático.

ADN que cuenta historias: salud, linaje y mezcla cultural

Además de devolverle un rostro, el ADN del emperador ha servido para explorar su herencia biológica y su salud. El análisis revela que Wu tenía una predisposición genética a sufrir un ictus, una pista relevante si se tiene en cuenta que los cronistas mencionan síntomas compatibles con un derrame cerebral: caída de párpados, problemas del habla y dificultad para caminar.

Su muerte, por tanto, pudo deberse a causas naturales relacionadas con un accidente cerebrovascular, más que a envenenamiento político, una hipótesis que siempre ha alimentado la imaginación histórica.

En cuanto a su origen genético, el estudio aporta información clave sobre la formación de la élite del norte de China. Wu heredó aproximadamente un 61 % de su genoma de antiguos pueblos del noreste asiático y el resto de agricultores del valle del río Amarillo, es decir, población han. Esto confirma que los Xianbei, originalmente nómadas de Mongolia y Manchuria, se mezclaron con aristócratas locales han, dando lugar a una élite híbrida que sería crucial en la transición hacia la unificación de China.

Esta fusión de linajes, documentada ahora de forma científica, es un reflejo de la dinámica que vivió la región durante siglos: migraciones, alianzas matrimoniales y adaptaciones culturales que transformaron la identidad política de China.

Arriba, la historia genética y la distribución geográfica de diversos clanes del norte de China y la actual Mongolia; abajo, un esquema muestra la tumba del emperador Wu, hallada en 1996
Arriba, la historia genética y la distribución geográfica de diversos clanes del norte de China y la actual Mongolia; abajo, un esquema muestra la tumba del emperador Wu, hallada en 1996. Fuente: Pianpian Wei et al. (2024)

El valor histórico de mirar al pasado con ojos de la ciencia

La investigación del genoma de Wu no es solo un hallazgo aislado, sino un ejemplo de cómo la genética está reescribiendo capítulos enteros de la historia. Hasta hace poco, conocer el aspecto o la salud de un personaje histórico dependía de pinturas, leyendas o interpretaciones médicas de textos antiguos.

Ahora, gracias a la secuenciación de ADN antiguo, se pueden reconstruir rostros, analizar predisposiciones genéticas y rastrear migraciones humanas. Para la historia de China, este estudio abre la puerta a entender mejor la relación entre pueblos nómadas y sedentarios, y cómo estas interacciones dieron forma a dinastías enteras.

El equipo científico ya ha anunciado que su próximo objetivo es analizar los restos de antiguos habitantes de Chang’an, la gran capital del noroeste chino y extremo oriental de la Ruta de la Seda. Con ello esperan revelar hasta qué punto la ciudad fue un crisol de culturas y un punto de encuentro biológico de Eurasia.

Más allá de los datos, lo que fascina de este estudio es su capacidad para humanizar la historia. El rostro digital del emperador Wu no es solo una imagen: es la conexión directa con un hombre que vivió, gobernó y murió hace 1.500 años, y que ahora vuelve a mirar al mundo gracias a la ciencia.

El estudio ha sido publicado en la revista Current Biology.

Cortesía de Muy Interesante



Dejanos un comentario: