El secreto millonario de Bill Gates: nadie cambia de Windows en hospitales, trenes y ascensores porque reemplazarlo cuesta demasiado

El 4 de abril de 2025 se cumplieron 50 años de un evento histórico: dos jóvenes, Bill Gates y Paul Allen, daban vida a lo que se convertiría en uno de los grandes imperios de software de la historia, Microsoft. Lo más notable después de tanto tiempo no es que la compañía aún exista, sino su persistente relevancia y las consecuencias inesperadas de su “éxito”.

Una historia original, publicada en la BBC, indica que, a pesar del avance constante de la tecnología, todavía hoy una gran cantidad de equipos y servicios funcionan gracias a computadoras con sistemas operativos de Microsoft de hace décadas. Como ejemplo, hay hospitales que aún utilizan Windows XP o trenes alemanes que requieren técnicos especializados en Windows 3.1.1 o MS-DOS. A pesar de su antigüedad, estos sistemas forman parte de la esencia de múltiples infraestructuras que usamos diariamente.

Esto demuestra que, a pesar de las millonarias inversiones en inteligencia artificial como parte de su apuesta por el futuro, todavía existen “ecos del pasado” de Microsoft en máquinas que usan estos sistemas 20 o 30 años después. Sin duda, esto evidencia la durabilidad y estabilidad de los sistemas antiguos, así como el enorme costo y la complejidad que requiere su reemplazo, sobre todo en áreas donde la funcionalidad probada tiene más peso que la modernidad.

Aquí es donde entra la problemática: cambiar el sistema operativo no es tan simple como “actualizar”. En cajeros automáticos, impresoras industriales o sistemas de transporte y hospitalarios, se requiere reescribir el software propietario, actualizar el hardware a las necesidades actuales y cumplir con múltiples normas de seguridad y compatibilidad. Esto provoca que muchas instituciones decidan quedarse con tecnologías prácticamente abandonadas, como Windows 2000 o Windows NT.

También se les puede encontrar en otros entornos, como los gubernamentales. Un caso es el del Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos, donde los registros médicos se manejan con arquitecturas que nacieron en 1985 y que dependen de comandos en mayúsculas y rutas de archivo completas.

La estrategia de Microsoft: una dependencia invisible

Aquí es donde entra la estrategia “visionaria” de Microsoft (o de Gates y Allen), que lo vieron desde un punto de vista de negocios. Permitieron que las empresas continuaran con el hardware existente a cambio de la venta de licencias, en lugar de establecer la obsolescencia de los equipos, una visión diferente a la de Apple, que promueve una renovación constante de su hardware.

Sin embargo, esto también se traduce en un costo humano para mantener los sistemas, a pesar del tiempo perdido en procesos de arranque o de la cantidad de fallos que pueden generar.

Windows Nt

Esta situación es la que genera una “dependencia invisible”, donde los sistemas antiguos siguen vivos no por nostalgia, sino por necesidad. Se trata de una fragilidad estructural, pues infraestructuras críticas dependen de tecnologías que ya no tienen soporte técnico, desarrolladores ni parches de seguridad. Un caso extremo es la red ferroviaria de San Francisco, que todavía depende de un disquete para cargar el sistema DOS con el que funciona.

El “impuesto” de la longevidad

Esta longevidad de los sistemas de Windows no es casualidad, ya que está ligada a una filosofía comercial centrada en la flexibilidad del cliente. Se priorizó que las organizaciones, sin importar su tamaño, pudieran seguir con sus equipos viejos sin verse forzadas a realizar saltos tecnológicos importantes. Así, Windows se ha convertido en una “capa invisible” de la sociedad moderna que la hace funcionar.

Esta situación también es una muestra de su dominio y enfoque empresarial, en el que es posible seguir con equipos antiguos mientras se pagan las licencias. Esto, aún con el paso del tiempo, permite mantener vivos equipos que en cualquier otra circunstancia se considerarían obsoletos. También explica por qué Bill Gates es tan rico: Windows es una especie de “infraestructura definitiva”.

Cortesía de Xataka



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